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Madison Clayton

Todo el camino iba lleno de risas gracias a Cailin.

Leo se reía en momentos de las locuras de su hermana.

Cuando llegamos el lugar estaba hermoso.

Veronica se encargó de bajar a los niños mientras yo bajaba las maletas.

-Pero mira a mis sobrinos- camino Mark hasta nosotros.

Nos abrazamos cada uno para que él nos ayudará con las maletas.

Luego llegaron los demás y comenzamos a hablar de diferentes cosas sin tocar nada de Alexander.

Sabía una de las razones por la cual estamos aquí.

Poco a poco nos fuimos acomodando en la gran cabaña.

La cabaña tenía dos niveles.

En el primero teníamos un área amplia y muy acogedora.

En el segundo nivel estaban todas las habitaciones.

Jonathan y Hannah dormirían en la habitación del fondo, Leah y Mark en la habitación que les seguía, Verónica y Cailin dormirían en la habitación de la izquierda, mi suegra tenía una de las habitaciones más grande mientras yo me quedaba con Leo en la primera habitación.

-Portate bien con tu tía- mire a Cailin quien sonreía de la emoción por estar con su tia

Veronica más bien me había pedido quedarse con ella en este tiempo.

Según ella necesitaba estar cerca de su hermano un tiempo y eso se lo transmitía Cailin.

Por mi parte estaba de acuerdo con ella. Cailin tenía todos los aspectos de su padre y es muy fácil verlo reflejado en ella.

-Mi bebé- me senté en mi cama mirando a Leo.

Él también me recordaba a su padre.

-Como te extraño- solloce para abrazar a mi hijo

Me hacía demasiada falta tenerlo conmigo.

Se supone que Leo esté tomando su siesta por lo que comencé a mecerlo por toda la habitación, pero no se dormía.

En minutos comenzó su pelea con el sueño.

Me era inevitable llorar con él.

-Lo siento- intentaba calmarlo

Solo una persona había logrado calmarlo en momentos así y ya no estaba con nosotros.

Como si se tratara de una película, mi puerta se abrió dejando pasar una brisa calmando el llanto  de mi hijo.

Leo se calmó mientras iba cerrando sus ojos.

No quería pensar en nada que no fuera una simple brisa que había entrado.

Me negaba a pensar que él estaba muerto.

-¿Dónde estás amor? - mire el cielo desde la ventana que tenía

-Te necesito a mi lado- sequé una lágrima traviesa

-Tus hijos y yo te necesitamos- suplicaba con esperanza

-También creo que mi hijo está vivo- salte un poco por el susto

Sonreí mientras ella llegaba a mi lado.

-No creo que él esté muerto mi corazón me lo dice- sonrío mientras me abrazaba por mi cintura

-El no pudo dejarme- mire a Leo quien dormía tranquilo

Mr. Alexander BlakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora