Todo iba demasiado bien:

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Percy despertó sobresaltado, había tenido un extraño sueño en el cual su amigo sátiro Grover parecía haber enloquecido, gritando cosas sin sentido sobre avisar a alguien de algo.

Sacudió la cabeza, ya se preocuparía de ello al final del día.

Y es que era el último día de curso, y por primera vez, lo había completado en un mismo instituto.

Su año había sido muy ajetreado, entre el duro adiestramiento de Ares y el curso escolar, apenas había tenido tiempo para descansar.

Pero valió la pena.

Percy había crecido varios centímetros, siendo hora uno de los chicos más altos de su edad, y estaba convencido de que ya era más alto que Annabeth, gracias al duro trabajo físico al que se había sometido en el gimnasio había ganado mucha musculatura, al principio le preocupó ya que le habían contado que era contraproducente ejercitarse muscularmente mientras yo no crecía, pero Ares le había explicado que dicha limitación no se extendía a los semidioses.

Aparte de la gran mejora en sus aptitudes físicas, había aprendido toda la historia y mitología que no había querido aprender antes, además de que las constantes clases de Alejandro Magno en estrategia militar le habían convertido en un auténtico líder y estratega.

Por último y lo que era probablemente lo más importante, estaba su habilidad en el combate cuerpo a cuerpo, que se había incrementado exponencialmente.

Antes tenía cierta habilidad con la espada que sumado a sus reflejos le hacían un guerrero bastante hábil, pero ahora era distinto.

No se lo dominaba la espada si no que era extremadamente letal con la lanza y el escudo típicos del hoplita griego clásico.

Ares le había hecho un regalo al poco de empezar su entrenamiento.

Dicho regalo consistía en un tatuaje situado en su pectoral izquierdo, que representaba una lanza y un tridente cruzados sobre un escudo espartano.

El tatuaje no era un mero adorno sino que tenía la propiedad de invocar una panoplia completa de combate,Percy lo único que debía hacer era situar su mano derecha sobre el mismo y un fulgor dorado le rodearía para que cuando se dispersase apareciese ya completamente armado.

Las dos armaduras que podía convocar era la armadura que había usado el propio Leónidas en el paso de las termópilas al momento de su muerte y la segunda armadura de Aquiles la cual le había dado su madre después de que Héctor se queda así con la suya después de matar a Patroclo.

a pesar de que podía convocar la armadura de Aquiles, solo usaba la de Leónidas.

Y había cogido un gran gusto al combate hoplita clásico pero aún así siempre llevaba su fiel contracorriente a todos lados, la cual usaba más cómo medida de protección rápida.

Gracias al duro entrenamiento físico al que le había sometido Leónidas, ver si se movía con los 35 kg de armadura como si no llevase nada encima, por lo que realmente no necesitaba a contracorriente,pero esa espada era el único regalo que tenía de su padre y no pensaba desprenderse de ella tan fácilmente.

Mientras pensaba en todo lo que había sucedido en su vida en el último año y medio, Percy se duchó y desayuno para después dirigirse hacia el instituto.

A pesar de que el año le había ido mucho mejor que otros cursos, solo tenía un amigo, Tyson, el cual encima era un cíclope.

¿Cómo había acabado un cíclope en una escuela reformatoria en Nueva York? No lo sabía.

De lo que sí que estaba prácticamente seguro es de que era su medio hermano, ya que gracias a Álex sabías que los cíclopes solían ser productos de la unión entre Poseidón y alguna ninfa.

Percy Jackson, Campeón de los Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora