Capítulo 10:
De madrugada, Percy se despertó al notar una presencia, se movía con mucho cuidado, pero no lo suficiente como para evitar que el agudo sentido del oído de Percy detectase el ligero roce de los zapatos con el suelo metálico del vagón.
Durante su entrenamiento, Percy había aprendido a establecer un ligero sueño, más bien duermevela, que le permitía descansar pero reaccionar en apenas unos instantes a una posible amenaza.
Con cuidado de no despertar a Thalia, que estaba dormida con una cabeza apoyada sobre su hombro, salió del coche, con contracorriente en la mano, aún en su forma de boli.
Se movió en absoluto silencio hacia donde escuchaba el ligero ruido, abandonó la parte donde estaban estacionados los coches y se dirigió al borde del vagón, allí, apoyados sobre la barandilla de seguridad, había dos figuras que Percy enseguida reconoció.
"Lord Apolo, Lord Hermes." Dijo Percy inclinándose ante los dos olímpicos.
"Vamos, primo, no seas tan formal." Le contestó Apolo con tranquilidad y una ligera sonrisa.
"Como desees, Apolo" Contestó Percy, sin el honorífico pero aún manteniendo la deferencia en su tono.
"Siempre tan correcto, ¿verdad?" Hermes estaba dándole una sonrisa algo melancólica.
"Gracias, Apolo, por su ayuda y facilitarnos un medio de transporte, Hermes, gracias a usted también por haber bendecido nuestro viaje."
"Así que te has dado cuenta... desde luego eres una persona muy perceptiva, Perseus." Apolo mantenía su típica sonrisa alegre en el rostro.
A lo que Percy se refería era a que el tren había sido facilitado por Apolo, Thalia le había contado cómo habían alcanzado ese tren tras salir del museo, después de que le contase sobre aquel extraño vagabundo y tras leer el nombre del tren no tardó en sacar conclusiones, también se dio cuenta de algo que suponía un gran peligro para el Olimpo, el pasado y auténtica identidad de Bianca y Nico Di Angelo.
La bendición de Hermes había sido algo bastante obvio, sin su bendición habría sido incapaz de encontrar con tanta facilidad al grupo de búsqueda.
"Perseus, chico...creo que sabes perfectamente que este viaje te pondrá a prueba de forma brutal, y no hablo de tus habilidades guerreras, si no de tu fuerza mental y convicción, de tu espíritu y voluntad...sé que mi hijo no buscará enfrentarse directamente a tí, por lo que tendrás que tener mucho cuidado." Hermes habló con voz floja, hastiada y melancólica.
"Gracias por su advertencia, Hermes."
"Por cierto, Perseus...sé que mi hermanita ya te ha contado su historia con las cazadoras, pero hay más..."
Percy se quedó mirando al Dios de la Profecía.
"Annabeth Chase también se quería unir a las cazadoras." Terminó Apolo.
Para sorpresa de ambos Dioses, Percy sonrió con una extraña mezcla de alegría, tristeza y dolor.
"Gracias por la información, Apolo, sin embargo, ya lo sabía..."
"¿Estás bien, chico?" Le preguntó Hermes.
"Sí, Hermes, es quizá lo mejor, mi destino es morir en algún punto de esta guerra, con las Cazadoras Annabeth tendrá una familia, un lugar seguro donde establecerse y sobrevivir a la guerra, además, si se une a ellas significa que ha superado a Luke, o mínimo está dispuesta a hacerlo."
Los dos Olímpicos estaban sorprendidos, Percy tenía completamente asumido que moriría, y se centraba en intentar causar el menor daño posible a sus amigos y el máximo posible a sus enemigos.
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Percy Jackson, Campeón de los Dioses.
Hayran Kurgu¿Y si Ares fuese muy diferente a la historia original? Después de que Percy le "derrotase" Ares decidió convertirlo en su campeón, otorgándole el entrenamiento de algunos de los mayores héroes de la historia. Contemplen el nacimiento de un héroe, de...