El final de la búsqueda:

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Percy volvió con el grupo, que le esperaba a unos metros de distancia, las cazadoras le miraban con recelo, mientras que Thalia solo le saludó con un gesto con la cabeza y una mirada inquisitiva, Grover se acercó y le palmeó la espalda con camaradería.

"¿Qué querían de ti?" Le espetó Bianca, como si estuviera obligado a contarle todo al instante.

"No te interesa, cazadora." Le contestó Percy de forma gélida.

"Yo también tengo curiosidad, Perseus." Insistió Zoe.

"Eran asuntos entre mi patrón y yo, no teneis ni derecho ni necesidad de saberlo, lo único que os concierne es saber que tenemos que atravesar este vertedero, después iremos a la presa Hoover." Percy había discutido con su patrón, el taurofidio les estaba siguiendo, por lo que tenían que continuar su camino lo más cerca del agua posible, si no, su estratagema se iría al garete.

Zoe suspiró con derrota, si Perseus no quería hablar no podía forzarle a ello.

"Comprendo que no nos cuentes nada de tu conversación con Ares, pero, ¿quién estaba dentro de la limusina?" Le preguntó Thalia.

"Estaba Lady Afrodita." Respondió el chico, no tenía problemas en decir con quién se había reunido en la limusina, pero no diría nada sobre su conversación con ella, eso era puramente personal.

"¿Qué quería de ti?"

"Nada importante para la misión, Grover, sólo quería conocerme." En realidad no estaba mintiendo,era una verdad a medias.

Zoë entornó los ojos.

"La diosa del amor no haría un viaje sólo para deciros esa tontería. Cuidaos, Perseus. Afrodita ha llevado a muchos héroes por el mal camino..."

Febe asintió, apoyando a su amiga.

"Silencio, Zoe Belladona."

"¡Agh! Sólo eres otro hombre más, seguro que te ha enseñado un poco el escote y ya..." Empezó Febe, pero se quedó callada cuando vio a Percy.

Los ojos verdes del semidiós brillaban con poder en la penumbra, y su presencia imponía respeto.

"No hables de lo que no sabes, cazadora...por tu propio bien."

La cazadora asintió, intimidada.

Después de esa breve, pero intensa discusión, el grupo se internó en el vertedero.

Avanzaron con cautela entre las colinas y los valles de desechos. Aquello parecía no acabarse nunca, y si no llega a ser por la Osa Mayor, seguro que se habrían perdido, porque todas las montañas parecían iguales.

Finalmente, a un kilómetro divisaron el final de la chatarrería y las luces de una autopista que cruzaba el desierto. Pero entre ellos y la autopista...

"¿Qué es eso?" Exclamó Bianca.

Justo enfrente se elevaba una colina más grande y larga que las demás. Tenía unos seis metros de altura y una cima del tamaño de un campo de fútbol, lo que la convertía en una meseta. En uno de sus extremos había diez gruesas columnas metálicas, apretujadas unas contra otras.

"Daremos un rodeo." Dijo Thalia. "A buena distancia."

Parecía que Bianca iba a protestar, pero al ver a su superior de acuerdo, solo asintió.

Tras un buen rato caminando, llegaron por fin a la autopista: un trecho asfaltado y bien iluminado, aunque desierto.

"Lo conseguimos." Dijo Zoë. "Gracias a los dioses."

Percy Jackson, Campeón de los Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora