19. Corbatas y calcetines

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—¿Que?—sentí un escalofrió que envolvía mis brazos y piernas y me agarre fuerte de la mesa. Stephen se quedo mirándome como si no hubiera dicho nada y mi estomago se revolvió como en las películas.—¿Conoces a Max?—fruncí aun mas mi ceño acercándome mas a la mesa para apoyarme sobre ella.

—Nadine... Lo conozco desde que tengo memoria. Fuimos amigos toda la primaria y todo el secundario—se lamio los labios y los míos se resecaron.—Tu y él eran inseparables—soltó con nostalgia un bufido mezclado con diversión.—Max siempre hablaba de ti. Tenia cientos de chistes que tu le contabas. Estaba colado por ti—rio y sentí que a fines de octubre el calor comenzaba a subir. 

No supe que decir por varios minutos hasta que Stephen siguió hablando.

—Nosotros no fuimos tan amigos, pero Max nos unía—también se apoyo sobre la mesa cruzando sus brazos.—Mira... cuando ambos comenzaron a unirse aun mas me sentí muy celoso, no solo por Max sino también por ti. Tu lo tenias a él y él a ti, y eso... eso era realmente genial—sonrió y trague en seco.—Le hiciste muy bien, Nadine. Mas de lo que cualquiera hubiera imaginado. 

—No—murmure muy bajo con los labios apenas abiertos causando un cosquilleo por el aire que salía de ellos en mis labios.—Yo lo deje morir.

Era... la primera vez que decía eso, en voz alta. Porque lo pensaba así una y otra vez luego de su funeral. Y tenia razón.

—¿Qué dices?—frunció el ceño y tomo mis manos sobre la mesa.—No, no, no. No fue así. 

—Si... si tan solo hubiera estado allí...

—Quizás también te hubiéramos perdido a ti—sus ojos pesaron sobre mi y lo mire.—Eso no creo habérmelo permitido...

—¿Y me dices a mi que no me culpe por su muerte?—le quite mis manos de las suyas en cuanto vi a la mesera llegar con nuestras cosas. 

Tenia tan seca la boca y la garganta que impulsivamente no note lo caliente que podía estar el té que le di un gran sorbo y lo trague. Mierda.

—¡Carajo!—jadeé y tome un largo trago de agua. Stephen me miro confundido unos minutos y no dijo nada mientras yo sentía como cada célula de mi boca ardía y picaba.

—¿Cómo te fue siendo compañera de Ginger?—pregunto soplando su taza. —Escuche no se llevan bien.

—Eso creo. Es... un tanto irritable e intento ponerme en su lugar, pero te juro que no puedo—deje mi taza en la mesa y se apoye en el respaldar de mi asiento.—Es como... si hablara con un niño cuando habla conmigo, todos hacen lo mismo. Y aunque lleve mas de dos meses aquí sigo sintiéndome como la novata—mire la calle y como todo pasaba con velocidad.

—No quiero meterme, pero no parecen llamarte novata. Quizás tu te acostumbraste a sentirte así—siguió hablando.—¿Porque?—pregunto y me centre en su rostro. Era raro, parecía como un joven y no tenia ningún recuerdo de él en mi memoria. Aun así intente esforzarme por responder su pregunta. 

Volví tiempo atrás, cuando comencé aquí, y como me sentía. Era todo enorme y... una parte de mi ya había comprendido que era demasiado para mi. Cada vez que miraba a mi alrededor veía a expertos, Erin había pasado por una unidad de inteligencia, el FBI. Agnes tenia un récord de dos años de encubierta. Todos... exactamente todos ya habían apoyado su pie a mitad de la escalera, y yo... yo ni siquiera había terminado la academia.

—Supongo que soy yo la que se sigue diciendo novata—levante mi vista intentando sonreír.

—¿Porque, Nadine?

—Porque todos, absolutamente todos terminaron la academia, son agentes o detectives con experiencia y tienen una especialidad en este lugar... pero yo... Yo sigo siendo la novata que apenas termino la academia y que no entienden porque esta aquí—sonreí apretando mis labios mientras apoyaba mis codos sobre la mesa.

NADINE 1 (Divertida pero peligrosa) CHICAGO PDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora