30. Los ojos del tigre

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—Lamento si fui muy insistente—baje mi mirada antes de que la detective Upton traiga ropa y accesorios.

—Espero que no seas alérgica al acero quirúrgico porque allí dentro es lo único que hay—me sonrio y dejo mis cosas sobre la mesa.—Puedes subir al baño y luego volver—me dijo y volteo a mirar a Jay. Me fui antes de que le diga algo y evite a toda costa al resto.

Demonios. Una parte de mi al ver la pared con su nombre ya se lo esperaba, pero otra parte de mi quería conocerla. Cuando subí a las oficinas para ir al baño, cruce frente a la sala de descanso y lo recordé. Ella tambien habia estado aqui cuando me rescataron.

Me quedé unos segundos mirando la sala y luego sacudí mi cabeza para sacar esos pensamientos. Ahora estaba trabajando.

La ropa que me dieron era ceñida al cuerpo y negra. Un top, coleta media, leggings y aretes además de zapatos no tan altos. Tenía gran parte del vientre descubierto y al verme en el espejo del baño me sentí genial. ¿Así se veían los dioses? Pues porque creo que estoy enamorada.

Salí de allí acomodando mis aretes y sostén concentrandome en algo que no sea los incómodos momentos que estoy acumulando esta semana.

—Te ves muy...—me cruce con Atwater y Rojas en el pasillo y el primero no supo qué decir, el maquillaje era terrible.

—Sígueme—me sonrió Rojas y en segundos lo arreglo.—Seguramente te lleve a un motel de su propiedad donde tiene a otras chicas. Tenemos a una pero no dice nada. Les asusta hablar y no hay otras testigos vivas así que necesitamos que te lleve a su escondite y entramos—me explico todo por completo.

—Genial... ¿Eso allí afuera fue terrible?—le pregunté señalando las oficinas.

—No lo se. No conocí a la chica—se encogió de hombros y si tan solo hubiera dicho "No, para nada" hubiera estado genial.

—Estamos listos—anuncio Vanesa delante de mí y frente a todos en ese sótano. A mi me subieron a una camioneta directamente supervisada por Lindsay quien iba de copiloto, Halstead de piloto y Burgess conmigo detrás con un ordenador entre manos.

Estaba un poquitin nerviosa, pero siempre era así. Esperaba que así siguiera.

Nadie dijo nada en todo el viaje y solo se escuchaba el ruido del carro y nuestras respiraciones hasta una esquina antes del bar donde iría. No sabía que los bares también estaban abiertos de día, y lo note en cuanto el auto paró y todos me miraron de distintas formas.

—No seas tan... efusiva y alegre—me aconsejo Kim antes de que me baje.

—¿Como le sacas el brillo a los ojos del tigre?—me baje y cerré la puerta en segundos. Camine lo que faltaba y antes de entrar al bar me percate de tener la navaja que siempre llevaba conmigo. Un regalo de la madre de Evan.

Como toda encubierta tenia mi camara, microfono, audifono y rastreador. Y debía jurar que no los rompería ni perdería. Esto ya no era Los Angeles y eso se notaba.

Al entrar en aquel parque de diversiones con viajes al más allá a montones sentí mucha presión. ¿Cuántas vidas dependían ahora de que yo consiga completar esto con perfección? 

Era increíble la cantidad de personas y luces que podía haber en este lugar. El oxígeno y espacio libre ya ni existan aquí. Todos bailaban (o eso quise pensar) salvajemente moviéndose para todos lados y desestabilizandote.

Todo este lugar se sentía como buscar algo en medio del mar. Te zambulles hasta perderte y ahogarte en lo profundo. Todos son extraños a tu alrededor pero te sonríen como si los conocieras, y es que en su mente, luego de tantas vueltas, creen conocerte. Mientras más deseabas salir, mas adentro estabas. Entre la música que no tenia limites y que hacia vibrar casa vena en tu cuerpo, y las luces que se encendían y se apagaban con distintos colores te hacen sentir que también tomaste un largo viaje. El suelo vibraba sin descuido y el murmullo se mezclaba con los latidos de mi corazón en mis oídos.

NADINE 1 (Divertida pero peligrosa) CHICAGO PDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora