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-Aquí huele a pis de gato-dijo Maxon de brazos cruzados 

-Bueno-respondió suspirando el pelirrojo-esta taberna está en un callejón sin salida que cientos de borrachos usan como retrete, no puedes esperar que huela a rosas.

Antes de poder responder, la puerta de madera de la posada estalló en miles de astillas que volaron en todas las direcciones. Los tres chicos se habían tapado la cara a tiempo, pero algunas de las astillas se habían clavado en sus brazos. Cuando abrieron los ojos, estaban confundidos, pero Will empezó a reír al darse cuenta de la situación.

Un hombre bastante frondoso y sin camiseta había salido volando desde dentro del bar, rompiendo la puerta en el acto, y ahora yacía en el maloliente callejón todavía con la cerveza en la mano.

-¿Qué mierda...?-Ron fue interrumpido

-¡Levántate, sucio saco de mierda! ¿Eres un hombre o una rata?

Will paró de reírse en ese momento, y junto a los otros dos, observó con la boca abierta a la enorme mujer que había gritado aquello.

Era casi tan alta como Hagrid, tenía una figura musculada y un gran tatuaje en el bíceps derecho de un barco pirata, que se veía gracias a que llevaba las mangas de su camisa remangadas. Tenía el pelo gris recogido en un grasiento e imperfecto moño, lo que dejaba completamente a la vista su moreno rostro. Tenía arrugas, un montón de pequeñas manchas que parecían pecas, pero que eran más grandes. Por último, un brillante ojo de cristal que mandó escalofríos a los tres jóvenes.

-Creo que no quiero buscar aquí información-murmuró Ron haciendo el amago de darse la vuelta-volvamos con Hermione

-¿Pero qué tenemos aquí?-dijo la mujer-¡Unos nuevos bribones! ¡Konan, Jessie, a ellos!

Dos grandes hombres aparecieron delante de los tres chicos, que miraban a todos lados en busca de alguna ruta de escape.

-¿Por qué siempre soy yo?-murmuraba Ron con el ceño fruncido-seguro que Herms y Harry están bailando o ya han terminado, soy gafe

-¡Silencio bribones!-dijo la mujer poniéndose entre los dos armarios empotrados a los que había llamado Konan y Jessie-¿Qué os trae por mis aguas?

-¿Dices aguas porque este sitio está lleno de charcos de pis?-preguntó Will con la voz temblorosa

La mujer frunció las cejas y se agachó hasta quedar a la altura del de heterocromía, que intentaba disimular el tic nervioso que había aparecido en su ceja derecha. Ella le miró fijamente, pero entonces y, tomando a todos por sorpresa, empezó a reír y a darse palmadas en la pierna.

-¿Habéis oído a este principito?-le decía ella a sus dos amigotes todavía riendo-¿Cómo te llamas, chico?

-William Shelby, mi señora-respondió él haciendo una especie de reverencia.

-Vaya, un bonito nombre, digno de alguien de mar, no de un príncipe delicado como tú

Los dos hombres empezaron a reír, lo que hizo que la normal tranquilidad de Will se esfumara en un instante.

-Perdone por no tener más pelo en el pecho que en la cabeza, señora-dijo él cruzándose de brazos-Ah, y no me pienso disculpar por ser guapo, lo siento pero no.

La mujer volvió a reír y le puso una mano en el hombro a Will, que intentaba mantener la compostura y parecer valiente.

-¡Escuchad a este mozo! Al final tiene un poco de agallas-miró de nuevo al moreno y se abrió los brazos-¡Me has caído bien, así que os dejaré pasar a mi navío! No hagáis que me arrepienta, mocosos.

Monachopsis // HarcoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora