🔸 d i e c i n u e v e🔸

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—Enciendan la calefacción, me muero de frío —se quejo Third Reich, mientras se envolvía en una cobija con un tigre estampado.

—Hace tan solo cinco minutos te estabas quejando porque te sentías en un horno —le dijo Alemania, en respuesta, sin siquiera volverá a ver al mayor. No le iba a estar cumpliendo todos sus caprichos solo por ser un anciano decrépito.

—¡Esta bien! ¡Deja morir a tu anciano padre de una pulmonía, niño ingrato! —soltó el nazi, ganándose una mirada molesta por parte de su hijo.

—Creí que en tu intento de invadir a URSS casi te dio una pulmonía.

—Pueden arreglar esto como en mis hermosos tiempos —hablo Finlandia, quitando la mirada del camino sin dejar de conducir—. Hay que detenernos para que ustedes arreglen sus problemas a golpes. De una vez informó que si Alemania empieza a perder; tendré que detener la pelea.

—No le des idea, Finlandia —le contestó Alemania, con una molestia que no estaba dirigida hacia él—. Solo quiere estar llamando la atención.

—¡¿Yo soy el que quiere llamar la atención?! Tu lloraste como loco esa vez que accidentalmente eche tus dibujos a la chimenea —hablo Third Reich, en su defensa.

—Tenía tres año, estaba en todo mi derecho de llorar por mis dibujos —contesto el alemán, alzando un poco más la voz.

Para Finlandia, ver al alemán molesto era algo nuevo. Nunca lo había visto así, ni siquiera cuando entro a su casa ilegalmente y metió a varios animales callejeros, es más, esos animales ahora los acompañaban a sus vacaciones.

Parecía ser que la única persona capaz de hacer enojar al alemán: era su padre.

—No griten, que despertarán a los niños —solto Finlandia, refiriéndose a Herpes, Artritis y Osteoporosis, quienes dormían cómodamente al lado de su abuelo.

—Dices amar a los animales pero haces un escándalo que amenaza el sueño de tres de ellos, en fin, la hipocresía —comentó Alemania, frunciendo el ceño.

—Si se siguen peleando; pondré un montón de carteles con cosas no permitidas, como si este fuera un auto para discapacitados mentales —amenazó Finlandia, volviendo a despegar la vista del camino para poder ver las caras de resignación que tenían ese par.

El viaje continuo en completo silencio, más que nada fue gracias a que Third Reich se quedó dormido. Justo ahí pudieron empezar a disfrutar del agradable clima frío y el hermoso paisaje.

—Quiero pedir disculpas por mi comportamiento de hace una hora —se atrevió a decir Alemania, después de pensar muy bien sus palabras por más de treinta minutos, en los que estuvo dibujando.

—¿Alguna vez te dije lo atractivo que te vez a la mitad de un viaje en carretera? —pregunto el finlandés.

Finlandia sabía perfectamente lo incómodo que era para Alemania hablar sobre los problemas que tenía con su padre, así que no lo dejaría conversar sobre el tema.

—Tu te ves muy bien conduciendo un coche en un viaje por carretera —respondio, mientras le mostraba el dibujo que iba haciendo: Era Finlandia sentado al lado de un río mientras abrazaba una cabrita—. ¿Que tal me quedo?

—¿Me dejas besarte para que esté momento sea muy romántico y lo recordemos el resto de nuestras vidas? —dijo casi en una suplica. Alemania solo río.

—Mejor regresa la vista al camino —contestó con una sonrisa pintada en el rostro.

—¡Pero que asco! Huele a romanticismo. Sus malditas feromonas no me dejan ni dormir —hablo Third Reich, despertando de su siesta.

"Unicornio de los fetiches" ⏬Alemania x Finlandia⏫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora