Habilidad

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  Amaris y Gustavo se detuvieron al llegar a su destino. El cuarto frente a ellos, era muy parecido a la sala del gremio donde hizo su examen, con unas pequeñas diferencias en el color de las paredes y, en sus dimensiones, pero nada más. El joven tenía la duda si también en esta habitación se podrían cambiar los paisajes y enviarlos a otra localidad, pero rápidamente desechó esa idea, pues no creía que este mundo poseyera demasiadas de esas habitaciones, o al menos eso quería creer por el bien de su cordura.

  —Vamos al centro y, no te preocupes por los daños que puedas causar, yo misma hice los encantamientos protectores. —Dijo con un rostro orgulloso. Gustavo asintió con una ligera sonrisa, colocando su libro y la identificación en un lugar seguro para evitar un daño irreversible. Respiró profundo, acompañando a la señorita al centro de la sala.

  —¿Podría guiarme, por favor? Debo decir que ignoro las prácticas sobrenaturales. —Amaris lo miró por un breve momento, al principio sintió que el joven bromeaba, pero después pensó que, al ser un guerrero, siempre se había enfocado en el arte del combate cuerpo a cuerpo y, nunca había tenido la oportunidad de practicar las artes mágicas.

  —Por supuesto —Asintió—. Coloca tu mano en el orbe —Extendió el objeto esférico y se lo colocó en la palma. Gustavo colocó su mano en el orbe—. Ahora debes sujetarlo con la otra mano —El joven asintió y lo agarró. Amaris retrocedió un par de pasos, su expresión se volvió solemne, mientras conjuraba un par de hechizos de protección sobre su cuerpo, aunque había una mínima posibilidad de que algo saliera mal, ella, como buena maga, estaba preparada para ello—... Imagina que tú mente entra al orbe —Gustavo cerró los ojos e hizo lo que le instruía la dama—... ¿Supongo que todo es oscuro? —El joven asintió, pero no abrió los ojos—. Quiero que imagines una antorcha y alumbres tu camino. Cuando encuentres el cuerpo del devorador, tócalo.

  —Está vivo. —Dijo Gustavo repentinamente, Amaris abrió los ojos y sintió que algo iba mal, no tenía información sobre algo así y, eso que ella había leído casi todos los libros de magia existentes en el reino.

  —¡Espera! ¡No lo toques! —Gritó y se acercó con rapidez. Pero antes que logrará llegar al cuerpo de Gustavo, una extraña energía negra lo cubrió e impidió que pudiera acercarse—. ¡Señor Gustoc! ¡Señor Gustoc!

La extraña energía solo duró un par de minutos antes de desvanecerse. Gustavo cayó al suelo de rodillas, su tez era pálida, pero en su rostro se dibujaba una extraña sonrisa.

  —¿Señor Gustoc? —Amaris se colocó en guardia, no quería pensarlo, pero en el peor de los casos, el cuerpo del joven podía ser absorbido por el devorador.

  —Lo hice, dama Cuyu —Sonrió—, logré obtener una habilidad. —Gustavo no sabía cómo, pero en su mente tenía un proceso extraño que le permitía conjurar la energía oscura. Amaris sonrió aliviada al escuchar al joven, pues sabía nadie podía duplicar aquella forma de expresarse.

  —¿Podría mostrarme?

  —Por supuesto. —Asintió.

El joven cerró ambos ojos con calma, colocó su mano en forma de garra y apuntó al suelo con su brazo estirado. Sin hacer un solo cántico, la energía oscura comenzó a concentrarse alrededor de su cuerpo. La sala comenzó a vibrar y, los hechizos de protección comenzaron a fracturarse. Amaris rápidamente conjuró nuevos hechizos e intentó contener el mayor daño posible, pero no evitó que el joven activara su habilidad, pues ella también deseaba verla. Un extraño vórtice negro se creó a dos pasos del muchacho, a los pocos segundos, dos manos esqueléticas comenzaron a sobresalir de aquel agujero negro, después un cráneo blanco, con dos puntos rojos donde se suponía estaban sus ojos, a continuación, apareció un torso, protegido por una armadura negra, después sus piernas, las cuáles también poseían protectores negros. El esqueleto de la armadura se colocó de pie, imponente y con una presencia llena de intención de matar. El agujero desapareció, dejando atrás al esqueleto. Gustavo abrió los ojos al sentir que había terminado y, al notar el esqueleto enorme rápidamente se colocó en guardia, preparado para la batalla.

El hijo de DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora