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Al salir por la puerta de La Academia, Ana Julieta rehuyó a Hugo. Bajó las escaleras corriendo provocando que él corriera detrás de ella. Cuando llegaron al final de estas, antes de entrar en la sala de producción, el chico rubio la cogió de la mano y tiró de ella para que tuviera que mirarlo a la cara.

- Ana Julieta, ¿vas a dejar de comportarte como una cría? - le reprochó él.

- ¿Una cría? ¿Yo? - rió ella irónica. - Vaya cojones más grandes tienes, Hugo.

- Ya estamos. Yo soy el crío egoísta y tu eres la súper madura. ¿Verdad? - la morena se liberó del agarre de Hugo y se le quedó mirando intensamente a los ojos sin decir nada. - Cojonudo.

La morena empezó a caminar por el pasillo dispuesta a seguir con su día porque, a decir verdad, tenía muchas cosas de las que ocuparse. Hugo se quedó allí plantado, una vez más, mientras ella caminaba. Negó con la cabeza y avanzó rápido para alcanzarla.

- ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido? La solución más madura es no hablar conmigo y enterrarse en el trabajo - rió él irónico mientras se pasaba la mano por el pelo. Ana Julieta levantó una ceja inquisitiva. - Un aplauso para la madurez. - añadió aplaudiendo un par de veces.

- Hugo, déjame, en serio. Tengo muchas cosas que hacer - respondió ella seca. El joven entendió que no había nada más que hacer, que ella se había vuelto a cerrar en banda y que la distancia entre ellos no era sólo física. Y sus labios ni se habían rozado.

- Vale, vale. Perdone, señora Directora - susurró con sorna. Ana Julieta pasó por su lado, manteniendo la cabeza alta, construyendo esa pared que la protegía. - ¡Han pasado diez años! ¡Las cosas cambian! - gritó Hugo en medio del pasillo y al no recibir respuesta, decidió coger el casco de su moto y marcharse.

Ana Julieta se paró en medio del pasillo y se giró para apreciar cómo Hugo Cobo caminaba en dirección opuesta a ella, camino a la puerta. Cuando lo vió salir del edificio, emprendió su marcha y llegó hasta la sala en la que todo el mundo trabajaba frenéticamente. Divisó a Iván hablando con un par de compañeros. Se acercó buscando la mirada cómplice de su amigo.

- ¿Eso que he escuchado era Hugo Cobo gritando? - preguntó el mayor riendo. La chica de la peca rodó los ojos. - Ya decía yo que estaba todo muy tranquilo.

- Lo mismo de siempre - suspiró ella mientras se acercaba y le daba un abrazo. - ¿Unas cervezas cuando salgamos de trabajar? - preguntó esperanzada.Necesitaba desahogarse e Iván era la persona que conocía todo lo que ambos habían pasado.

- Por supuesto.

*

Hugo llegó al piso en el que se alojaba con Samanta y la saludó sin mucho ánimo. Fue directamente a la que era su habitación y, tras dejar la guitarra apoyada en la pared y el casco de la moto en la cama, empezó a meter las cosas en su bolsa de deporte. Era el momento de volver a Córdoba. La rubia lo observaba desde el marco de la puerta, apoyada en él, con los brazos cruzados sobre el pecho.

- ¿Me vas a contar qué ha pasado? - preguntó. Hugo estaba de espaldas, rebuscando en el armario y tirando la ropa a la bolsa, intentando encestar la ropa, sin importarle demasiado si se quedaba echa una bola dentro de ésta. - ¿Hugo?

- No quiero hablar - susurró él.

La más mayor se acercó y empezó a doblar bien la ropa para dejarla con cuidado en la bolsa mientras el cordobés seguía tirándola sin ton ni son. Suspiró y calló. Sabía que debía dejarle espacio pero también sabía que estaba dolido y quería ayudarlo. Estuvieron unos diez minutos en silencio: Hugo tirando ropa y Sam doblandola hasta que el rubio decidió hablar:

La DirectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora