No me gustaba nada montar en el coche de Cage. Especialmente si estaba embutida al lado de la estúpida de Anabelle, que no paraba de charlar con él, pestañeando los ojos y tocándole el hombro cada vez que podía. Menuda furcia.
Miré por la ventana esperando que llegáramos pronto a casa y pudiera dejar de ver como la furcia se intentaba colar en los pantalones de Cage. Todo el mundo se intentaba colar en los pantalones de Cage, incluso Erin, que era pràcticamente una monja de clausura, coqueteaba con el hermano de su amiga. En parte, sabía que Dany me quería tanto porque era la única amiga que tenía que no se pasaba el día sacudiendo su trasero en la falda de Cage.
Menudas cerdas.
Miré aburrida por el retrovisor, para encontrarme con los ojos de Cage que me observaban fijamente. Por unos segundos me quedé atrapada por esos ojos marrones, justo antes de sonrojarme y bajar la vista. Oí como Cage soltaba una risita. Lo que me faltaba.
-Te acabas de saltar la salida que lleva a mi casa -dije fijándome en la carretera.
-No nos lleva a casa -señaló Anabelle sonriente-. Esta tarde vamos al club de los Jinetes del Infierno.
Fántastico, simplemente fantástico.
-Peró yo no quiero ir al club -me quejé-. Yo quiero irme a casa.
-Oh vamos, Livy -se quejó Dany-. Hace mucho que no te pasas por el club y quiero pasar la tarde contigo.
No era tonta, pero Dany tampoco. Sabía que ella estaba preocupada por los chicos que estaban con Jonh en el aparcamiento y no quería que estuviera sola en casa. Mis padres no llegaban de trabajar hasta tarde, y mi hermano se pasaba todo el día en casa de los vecinos, jugando. Suspiré, concediéndole al menos esto, pero tenía que encontrar la manera de evitar a Cage a toda costa.
Nuestro encuentro de la otra noche me había.... perturbado. Que un chico cómo Cage me atrajera era un mierda y más teniendo que ocultárselo a mi mejor amiga, pero peor era aún que el me acariciara de ese modo. No había podido olvidar como se sentían sus dedos sobre mi piel. Y no podía mirarle a los ojos desde entonces. El modo en que dije su nombre... debió de reírse de mi por horas. Además, estaba enfadada con él por hacerme pasar por esto. Por lanzarse sobre mí e irse sin decir una palabra.
-Por cierto, Cage -Anabelle volvió a intervenir-. Dany me ha contado que tienes una lampara nueva en tu habitación del club ¿Te importaría enseñarmela?
Por poco no la golpeo por sacar una excusa tan pobre para follar.
Ví cómo Erin giraba los ojos y oí el suspiro resignado de Dany. Yo simplemente fruncí el ceño en respuesta a la estupidez de Anabelle. Mi ojos se volvieron a cruzar con los de Cage, que pareció haber visto mi reacción y sonreía levemente. Por un segundo, me pareció que iba a declinar la propuesta, pero en cambio soltó un:
-Claro, me encantaría.
Mi giré para que no viera mi cara de desagrado y decepción, mientras a mi lado Anabelle empezaba a dar saltitos emocionada. De qué modo se regalaba...
Era cuestión de dignidad, y no precisamente de celos que me alegrara de que Cage se encerrara inmediatamente en el despacho de su padre tan solo llegar a la base. Fué una delicia ver cómo la ilusión de Anabelle para mantener relaciones era completamente destruida en el mismo segundo en que entrabamos en el club. Cage y la joven ya se estaban dando cariñitos cuando pasamos por loa cocina y nos encontramos a Deauce, el padre de Dany, y Eva, su esposa haciendo... Cosas indebidas en un lugar donde sus hijos podrían verles.
A ver, que con el tiempo me había acostumbrado a ver gente desnuda por el club, o viviendo un "aquí te pillo, aquí te mato" (cómo lo llamaban los jinetes) constante. Pero si nunca, jamás, me encontraba a mis padres perpetuando la especie en la cocina... Haría rico a un psicòlogo.
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Cycling my world
Teen FictionLivy no es tipo de chica que Cage West miraría más de dos veces. La mejor amiga de su hermana no le ha despertado nunca ningún tipo de interés en el guapo motorista, o eso es lo que él intenta creer. Livy es inocente, tímida y tiene su propio mundo...