Capítulo 1

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Esa rubia de ojos claros, sentada en su escritorio, estaba que soltaba chispas.  Lo que más la enfurecía en este mundo era que las cosas no salieran a su manera, como ella lo planeaba.  Todo siempre tenía que estar en orden, todo controlado.

Emma: ¿Como puede ser que aún no llegue la nueva profesora de arte? (Preguntó irritada alzando la voz). Las clases comienzan la próxima semana y aún no recibe su capacitación. ¡Aish! Que falta de profesionalismo, debió estar aquí hace horas, solo me hizo perder el tiempo esperándola.

La secretaria parada enfrente del escritorio no sabía que hacer. Cuando la directora estaba de mal humor no había quien se escapara de su ira.

Mary: ¿Quiere que me trate de comunicar con ella de nuevo? (Preguntó nerviosa).

Emma: Si, as eso por favor. Infórmale que si no está aquí en mi oficina para mañana mismo a primera hora que se vaya olvidando del puesto.

Mary: Si, claro, con permiso (salió huyendo de la oficina).

Emma respiro profundo, tratando de calmarse, y sacó su celular para llamar a su esposo.

Emma: Hola, Fernando. Ya voy de salida de la universidad ¿nos vemos para cenar juntos?

Fernando: [Lo siento Emma, pero salí a jugar cartas con unos amigos, no se a que horas llegue esta noche, no me esperes]

Emma: ¿De nuevo Fernando? Ugh, sabes que, haz lo que se te pegue la gana.

Colgó el celular y terminó aún más irritada que antes.

Emma: No puede ser, todo me sale mal este día.

Esa noche no quería ir directo a su casa como casi siempre lo hacía.  Ahora que sus hijos se habían mudado para vivir sus propias vidas la casa se encontraba vacía y fría.  Con su marido no podía contar, cada día se distanciaban más.

Tomó su bolsa y decidió salir a tomarse un trago en el bar cercas de la universidad. Salió hecha una furia, envuelta en su propio mundo, que no se dio cuenta que alguien más venía caminando rápidamente hacia su oficina. Chocaron las dos en el pasillo, Emma cayendo encima de esa mujer de pelo largo obscuro, sus rostros a centímetros de distancia.

Emma: Ayy niña, por que no te fijas por donde caminas (Dijo irritada, apoyándose en sus antebrazos)

Sofia: Perdón.. umm (Los ojos verdes de esa mujer la hipnotizaron, y no supo que decir)

Emma:  Me sueltas por favor, para poder levantarme (alzó la ceja)

Sofia:  Ahh, si claro, disculpe (dijo sonrojándose)

Sin pensarlo las manos de Sofia se habían ido a las caderas de Emma, sosteniéndola cuando cayeron, y no la había soltado aún.  Retiró sus manos de inmediato apenada y las dos se pusieron de pie.

Emma no pudo conteste y soltó una carcajada ante la situación, Sofia sonreía y la miraba encantada, esa mujer era una diosa.  Su risa iluminaba su rostro, dándole un brillo especial a esos ojos claros.

Emma:  Bueno, y se puede saber a donde ibas con tanta prisa. 

Sofia:  A ver a la directora, solo espero encontrarla aún, se que ya es tarde.

Emma:  Hmm, las clases no empiezan hasta la próxima semana  (Dijo Emma suponiendo que era una estudiante más)

Sofia: Si, lo se.  Soy la nueva profesora de arte.

Emma:  No me digas eso.  Te estuve esperando varias horas, sabes.  Odio la impuntualidad.

Sofia:  ¿Usted es la directora? Ay no, que vergüenza.  Ah de pensar lo peor de mi.  Pero le juro que tengo una buena explicación por mi tardanza.

Emma se le quedó viendo por unos momentos, y no pudo evitar sonreír, se veía tan preocupada que le dio ternura.  Decidió darle una oportunidad.

Emma: Por hoy ya termine mi trabajo y voy de salida.  Si quieres puedes acompañarme y me explicas que paso.

Sofia le dio una gran sonrisa, acomodando su pelo largo.

Sofia: Por su puesto, ¿A donde vamos?

Emma: A un bar aquí cercas.  Tuve un día estresante y me quiero relajar un poco.  Vamos.

Llegaron al bar y no era como ningún bar que Sofia había frecuentado antes.  El lugar era tranquilo, elegante, se escuchaba música de jazz, y las areas para sentarse ofrecían privacidad.  Emma las dirigió a su mesa favorita, y pidió vino tinto para las dos.

Emma:  Ahh, mucho mejor (suspiró cerrando los ojos después de tomar un trago)

Sofia tomó lentamente de su copa mientras la observaba, no podía despegar sus ojos de ella.

Emma:  Ahora si, Sofia (abrió los ojos mirándola fijamente) ¿Me explicas que pasó?

Sofia: Ahh, si.  Es que hubo un mal entendido con los boletos de mi vuelo, y llegue a la cuidad más tarde de lo previsto.   Me vine directo a la universidad desde el aeropuerto.  Espero no haber arruinado esta oportunidad, realmente quiero trabajar con usted.

Emma: Me hubieras llamado Sofia, lo habría entendido.  Puedo tener mal carácter, pero no quiere decir que no sea comprensiva.  Y no me hables de usted, me haces sentir más vieja.  Me puedes llamar Emma.

Sofia:  Muchas gracias, Emma.  Juro que no te arrepentirás de darme esta oportunidad.  Y discúlpame de nuevo por cómo chocamos en el pasillo.

Emma soltó una carcajada.

Emma:  No te preocupes, yo tampoco me fije por donde iba.  Aunque debo decirte que esa primera impresión es inolvidable.  Nunca había recibido a una nueva profesora de esa manera.

Sofia se sonrojó de nuevo al recordar el rostro de Emma a centímetros del suyo, de su peso encima, y sus manos en su cadera.  Tomó un trago largo, mirando a su alrededor para disimular.  Sin duda alguna, este trabajo nuevo sería más interesante de lo que se había imaginado.

𝓣𝓸𝓭𝓸 𝓜𝓲 𝓢𝓮𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora