Capítulo 8

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Con el amanecer llego un nuevo día, un nuevo comienzo. Uno lleno de esperanzas, sueños, de un futuro al lado de esa persona que había despertado un amor distinto, un amor desmedido.

Emma despertó primero esa mañana, y sonrió al ver a Sofia aún dormida a su lado. La suave luz de la mañana que se colaba por las cortinas iluminaba su cuerpo. Ella estaba boca abajo, desnuda, su largo pelo negro suelto, y la sábana solo cubría su cadera. Emma acarició su pelo, corriendo sus dedos entre el.

Esa niña había llegado a su vida como un torbellino. Regresándole la felicidad que pensaba perdida, despertando sentimientos que nunca se imaginó que existían, mostrándole un amor tan diferente pero tan inmenso que la aterraba, uno que había decidido vivirlo y luchar por el.

Emma besó su hombro suavemente, su mano bajando a acariciar su espalda, haciendo círculos con su dedo índice, la piel de Sofia erizándose. Ella abrió los ojos y volteó a mirar a Emma, regalándole una tierna sonrisa que le derritió el corazón.

Emma: Buenos días, mi amor.

Sofia: Buenos días, hermosa.

Mordiéndose el labio la mano de Emma fue peligrosamente bajando más, hasta llegar al trasero de Sofia, apretándolo fuertemente. Sofia soltó un pequeño gemido.

Emma: Sabes, yo también tenia ganas de hacer esto. Desde que te vi desnuda la primera vez.

Sofia: La primera vez.. ¿Cuando fue eso? (Preguntó confundida)

Emma: Ese día que me pediste toallas. Abrí mis ojos y te vi desnuda de atrás.

Sofia: Ay no, Emma. Y me llamas atrevida a mi.

Emma: (soltó una carcajada) Desde ese día no te podía sacar de mi mente. Siempre que te veía me imaginaba tu lindo trasero desnudo.

Emma acarició su trasero, apretando de nuevo, y le dio una pequeña nalgada, Sofia soltó un gemido al oído de Emma que la hizo estremecer. Sofia se volteo a su lado, quedando frente a Emma, y tomándola de la nuca se unieron en un beso lleno de deseo, sus lenguas entrelazándose, la respiración agitada. El roce de sus senos una sensación inigualable. Llena de deseo la mano de Emma bajo sobre el abdomen de Sofia hasta su intimidad, acariciando suavemente. Sofia hizo lo mismo con Emma, y entre besos, caricias, y el dulce tormento de esos dedos, las dos no paraban de gemir. Movían sus caderas al mismo ritmo, y los movimientos de esos dedos se hacían más y más rápidos hasta que las dos estallaron de placer.

Emma recargó su cabeza en el pecho de Sofia, y Sofia acariciaba su pelo, las dos tratando de controlar su respiración agitada.

Emma: Eres increíble Sofi, me encantas.

Sofia: Y tú me fascinas, todo de ti, mi hermosa.

Se dieron un largo beso tierno, y Emma se sentó, cubriéndose hasta el pecho con la sábana.

Sofia: ¿Te puedo preguntar algo? (Con una sonrisa divertida)

Emma: Lo que quieras, mi amor.

Sofia: ¿En que pensabas anoche durante la película? Cuando Jack pintaba a Rose. Te me quedaste viendo largo rato, y tus mejillas estaban súper coloradas.

Emma: Ayy, no. Sofi, no me preguntes eso. Se me habían subido las copas.

Sofia: Ándale, dime (haciendo pucheros)

Emma: ¡Esta bien! Chantajista (riéndose) Me imaginaba cómo sería si me pintaras tu a mi.. desnuda.

Sofia: ¿Enserio? ¿Te dejarías pintar por mi?

Emma: Nada me gustaría más, pero no creo que desnuda.. (sonrió pícara) Dibújame como una de tus chicas francesas.

Sofia se río, y luego se le quedó viendo por largo rato, poniendo de nervios a Emma.

Emma: ¿Que tanto piensas?

Sofia: Quédate así como estás, no te muevas.

Emma: Ok..

Sofia se vistió rápidamente, salió de la recámara y minutos después regresó con un caballete, cuadro en blanco, y sus pinturas.

Emma: ¿Ahorita me vas a pintar? ¡Estoy toda despeinada!

Sofia: Así te ves hermosa, quiero capturar este momento. No te muevas.

Los minutos pasaban, las dos en silencio. Sofia concentrada en la pintura, Emma llena de nervios al sentir su mirada incesante sobre su cuerpo, pero al mismo tiempo sentía como una electricidad corriendo por dentro.

Tiempo después Sofia le dio una gran sonrisa. Ya lo había terminado.

Sofia: Listo, ven a ver ¿que te parece?

Sofia la abrazó por atrás mientras Emma admiraba el cuadro

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Sofia la abrazó por atrás mientras Emma admiraba el cuadro. Todos sus sentimientos que no podía expresar con palabras los vertía en su pintura.

Emma: Me encanta, mi vida. Es hermoso. (Giró dándole un beso en los labios) Tendrás que pintar uno después con nosotras dos, eh (sonriendo)

Después de una larga ducha donde se amaron una vez más, las dos bajaron a desayunar. Cocinar juntas se había convertido en una costumbre que les encantaba a ambas. Pero esta mañana fue diferente. Esta vez besos, caricias, y palabras de amor reinaban el ambiente.

Las dos estaban en el comedor, tomando café y riéndose sobre una anécdota de la niñez de Sofia, cuando sonó el timbre de la entrada.

Sofia: ¿Esperábamos a alguien?

Emma: Que yo sepa, no..

Las dos fueron hacia la puerta, y al abrirla Sofia reconoció a ese joven de inmediato. Se encontraba en muchas de las fotografías que había por la casa, era uno de los hijos de Emma.

Emma: ¡Daniel! (Lo abrazó fuertemente) Hijo, ¿Que haces aquí?

Daniel: Hola mama. Mi papá me habló y me contó que se divorciaron. Eso no puede suceder mamá, tienes que regresar con el.

Emma volteo hacia Sofia y las dos se quedaron mirando sin saber que decir, sus corazones latiendo rápidamente.

𝓣𝓸𝓭𝓸 𝓜𝓲 𝓢𝓮𝓻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora