Epílogo

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Yibo miró a su esposo, que estaba en el borde de la piscina con los pies en el agua.
ZhanZhan y Yibo eran padres ya de tres niños. Todos habían sido niños adoptados llenos de energía y faltos de amor. A menudo, Zhan le decía que le habría gustado otra niña para no sentir a XiaWei una minoría frente a todos los primos que tenía, aunque no era la única niña de la familia.

De repente, Zhan saltó al agua salpicándolo y empezó a nadar hacía los niños. 

—¡Papi, ven! —suplicó el pequeño de tres años, KeXing, alzando los brazos por encima del flotador color rojo.

Xiao Zhan lo sacó del flotador y se lo puso a la espalda y volvió dando brazadas a la orilla, donde se sujetó al borde.

—Yo sé de alguien que no puede más —dijo inclinando la cabeza.

—¿Te refieres a papá? —preguntó KeXing.

El pelinegro le hizo una mueca.

—Toma, sujeta a este pequeño travieso. ¡Wow, cómo pesas ya!

Wang Yibo tomó a su hijo y lo balanceo en el agua unas cuantas veces. El niño gritaba divertido por las ocurrencias de su padre.

—Yo lo acostaré. Descuida.

KeXing empezó a poner carita triste, pero Yibo le lanzó una mirada de advertencia.

—No, amigo. La siesta antes que nada —dijo y miró a Zhan—. ¿Y los demás? 

—Dentro de un rato. Quiero jugar con ellos.

Wang rió para sí, se levantó y echó a andar hacía el interior de la gran casa distrayendo al pequeño de los Wang de su inevitable siesta haciéndolo pasar entre sus piernas y volviendo a tomarlo en brazos. El niño gritó pidiendo más.

Yibo gruñó y miró por encima del hombro. Zhan le puso cara de que ya se lo había avisado.

—¡Oye, papá! —dijo FaiHuang, acercándose a él—. Te echo una carrera.

Sus hijos a pesar de ser adoptados se habían mimetizado muy bien con los rasgos y carácter de Yibo. Tanto los niños como Xia Wei eran la viva imagen de su padre Yi. Sólo la niña se parecía algo más a él, por el color de su cabello y su sonrisa.

—¡Claro! Hasta la cuerda –le dijo Zhan señalando la soga que los más pequeños no podían atravesar para evitar algún accidente inesperado por la profundidad de esa gran piscina.

Fai ya de casi doce años se impulsó en el agua y braceó como si un tiburón le pisara los talones. Zhan no habría podido alcanzarlo, aunque hubiera querido. El pre-adolecente llegó rápidamente a la cuerda, y agitó un brazo entusiasmado.

Yibo salió de la casa sin KeXing. ZhanZhan frunció el ceño y nadó hacia el borde cerca de la escalera de la piscina.

—Llama a su papito —dijo haciendo una seña hacia la casa.

—Te ha aplacado, ¿eh? Lo que pasa es que no quieres enfrentarte a él. Esta mañana le has dado las donas y has dejado que se alimentará con una sobredosis de azúcar.

—Lo sé, pero me tiene a sus pies con esos pucheritos. Hace que me sienta como un monstruo.

Yibo se sentó y él apoyó los brazos en el borde de la piscina. Miró a su marido. FaiHuang les gritó para llamar su atención. Contemplaron cómo su hijo se daba impulso para salir de la piscina y volvía a dejarse caer al agua con un gran salto.

—¡Tiene fuertes brazos y piernas!

—Como tú, y a mí me gusta.

Yibo lo miró e intercambiaron una sonrisa secreta.

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