Capitulo 4

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Nos dirigimos a un precioso auto negro, estaba tan perfectamente limpio que daba pena hasta apoyar un dedo en el.

-Sube. - Dijo Hoseok abriendo la puerta trasera. En un estado cuerdo jamás hubiera aceptado esa invitación, jamás hubiera hecho muchas cosas, pero realmente no estaba en mi estado indicado para tomar decisiones que normalmente tomaría.

Luego de meterme, me recosté ocupando toda la superficie de los asientos traseros, estaba tan a gusto. Se sentía silencioso y un hermoso aroma a pinos inundaba el auto, el cual tenía calefacción, ideal para mi, que creía que mis dedos desaparecerían en cualquier momento.

Hoseok se sentó en el asiento del conductor y encendió el auto.

-¿En dónde es tu casa?

-¿Mi que? ¿No estarás intentando hacer cosas prohibidas conmigo? Se que mi cuerpo escultural te tienta, pero debes controlar tus impulsos pubertos - Lo mas penoso de todo, es que no lo dije en tono de broma, estaba ebria y realmente lo decía en serio. Logré escuchar como ahogaba una risa. - Dios, creo que moriré, me siento fatal. – susurré mientras me acomodaba en el asiento trasero, en donde estaba recostada. Comencé a reír sin razón alguna, tal como una loca mientras movía mis piernas enérgicamente.

-Joy, en serio, debo llevarte a tu casa pero no se en donde vives. – Dijo Hoseok en tono serio. Apenas terminé de escuchar sus palabras me quedé dormida. Desperté por el ruido que emitió la puerta trasera del auto abrirse, el joven me tomó colocando una mano en mi espalda y la otra debajo de mis rodillas. Me tenía cargada en sus brazos. Comencé a balbucear estupideces sin sentido, pero por suerte el las ignoro y siguió cargándome. Su pecho era tan fuerte como sus brazos y me sentía protegida, volví a dormirme...

-Joy.. lo siento. – Susurró en mi oído despertándome. Al segundo sentí un baldazo de agua fría... Literal. Había metido mi cabeza bajo la lluvia de la ducha.

-¿Estás loco? - Dije intentando golpearlo, pero mi intento fue en vano ya que mis reflejos, equilibrio y coordinación motriz eran nulos.

Hoseok me sacó de la bañera cargándome y me colocó en el piso del sanitario. Se sentó frente a mi, tomó una toalla blanca y comenzó a secar mi cabello y rostro, esta tenía un agradable aroma a lavanda, cerré los ojos mientras me secaba, al abrirlos noté que estábamos a centímetros de distancia. Sus hermosos ojos rasgados me miraban tan serenamente. El silencio, sus ojos, el aroma, su cercanía, la calidez del lugar, todo me hacía sentirme tan tranquila. Me puso una holgada sudadera negra de algodón, supuse que era suya, porque conservaba ese delicioso aroma a incienso.

-Vamos. - dijo tomándome de las manos ayudándome a levantarme. Salimos del sanitario y nos dirigimos a la sala, aún estaba mareada y confundida ¿Que hacía allí? Faltaban un par de minutos para que amanezca y aún tenía ganas de volver a la fiesta y seguir divirtiéndome, pero por momentos me sentía fatal.

La sala era cálida, las paredes eran color beige, había un gran sillón blanco con almohadas cuadradas color arena clara, una baja mesa de café hecha con madera oscura estaba en el centro, sobre esta se encontraba un libro amarillento, una taza blanca con una franja marrón en el medio y un termo plateado. Frente al gran sillón y su mesa de café noté la presencia de la chimenea, hace mucho no veía una, el fuego de esta estaba encendido e irradiaba un hermoso calor, sinceramente había tomado el peor de los fríos en aquella fiesta. A los costados de la chimenea, justo en cada punta de la mesa de café, había dos sillones color beige.

Me sentía a gusto frente a la mesa de café, observando la chimenea, sintiendo su calor, sentada en la confortante alfombra, también beige, que contrastaba perfecto con el piso de madera.

Los opuestos se atraen, las almas gemelas se unen | BTS J-HOPE / SUGA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora