Fue tan simple como hacer un clic.
Después de 96 horas de constante agonía, Brandon dio una señal.
Lo más emocionante no fue una notificación, el mensaje fue lo mejor.
Hablamos durante tres horas seguidas, hasta que mi celular dijo basta porque no tenía batería. En casa se enteraron todos que me hablaba con un chico, hasta papá quiso que lo presentara, pero desgraciadamente no estaba tan cerca.
Se había mudado cuando cumplió los doce, su padre había fallecido en un accidente automovilístico y su madre no tuvo otra opción que empezar de cero con una propuesta de trabajo muy interesante. Viajaron a California Brandon, Lili su madre y su hermano menor, Max.
No iba a mentir, lo veía mucho más lindo.
En su foto de perfil, emanaba luz con su sonrisa. Me tome el atrevimiento de pasar más de dos horas revisando su perfil.
Mas que nada buscando las pistas de la muerte: si tendría dueña. ¿Se habrá dado cuenta que me sigue gustando? Sofia cálmate que no sabes si su corazón ya tiene dueña. Siempre decía que enamorarse era para tontos que les gustaba sufrir, a Emma siempre se lo repetía cada vez que cortaba con sus novios.
No lo decía de mala persona, quería ocultar cierta envidia al no saber lo que era amar. Nunca me arriesgué, siempre fui cobarde.
Cobarde al pensar que el amor no lleva sufrimiento, pero así es el juego, así es el océano infinito del amor.
De tanto fantasear los cupcakes que estaban en el horno, pasaron de un chocolate a negro mota. Quedaron en malas manos, mamá corrió al negocio por más dulce de leche, las ventas crecían de manera incalculable.
Estaba tratando de arreglar semejante lio hasta que Tronchatoro toco timbre. Puse la mejor cara de víctima y abrí la puerta.
— No digas nada, Sofia. Se te quemaron los cupcakes.
— Es que yo...
— El olor a quemado se siente hasta en el ascensor, que ilusa soy dejándote a cargo— Su voz sonaba cansada, cansada de mi forma de ser.
A veces hacemos lo que podemos, pero nuestro mal genio puede más.
Tuvo tiempo de volver a hacer todo de nuevo, y yo, con mi cara de víctima decidí hacer una salida para mí.
Di unas vueltas por la cuadra del departamento y lo vi a Felipe en la tienda de vitaminas y suplementos.
Precia feliz, Emma lo tenía enamorado. Ella también lo estaba, porque lo presumía por todos lados. Solo faltaba una foto pegada en el espejo del ascensor para que todos se enteraran de la parejita feliz.
Ella cambio mucho, pero para bien. Nuestro trato ahora era más trasparente y no había secretos. Cuando quise adelantar mis pasos para no saludarlo, se había cruzado de vereda.
— ¡Sofí! Me alegra verte— dice en un tono alegre
— ¿Como estas? — Fue lo único que pude decir.
— ¡Bien! Hoy no voy a visitarlos porque Emma vuelve tarde, pero el viernes nos vemos
— Si, ¡Claro! — mi sonrisa irónica lo espantó.
Fue todo un caos. Siempre actuaba así de patética delante de él, solo por ser introvertida. Jamás me llamo la atención, los chicos fitness no son de mi estilo. Se fue como atleta y desapareció de mi vista.
La vergüenza me aplaudía de pie.
Camine insultándome todo el camino, hasta llegar por la cuadra donde papa trabajaba, en una esquina que, con solo verla los años de trayectoria hablan por sí solos.
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A un beso de distancia
Fiksi Remaja¿Qué harías al encontrar una foto de la infancia y recordar ese amor inocente que sentías por tu mejor amigo? Sofía no buscaba enamorarse. Sofía quería desafíos, pero no imaginaba algo tan grande.