Día viernes. Lara estaba muy melancólica, devolví las cervezas que había pedido a cambio de agua.
Se había puesto furiosa lanzando algunos insultos, pero la entendí, estaba triste al ser su último día de trabajo.—¿Como piensas brindar? ¿¡Con agua!?— sus gritos podían escucharse a la otra habitación
Milagrosamente yo estaba anestesiada y nada podía alterarme.— No hay nada para brindar, estamos rendidas— me encogí de hombros
— No, ese es tu pensamiento— me señalo
—¿Ves la hora? — dije señalando el reloj de pared— tienes que volar
Lara refunfuño y con cara de Bulldog Frances desapareció por la puerta.
Eran las diez en punto, en el reloj de pared. Mientras se estaba cambiando, adelante una hora para no escuchar sus berrinches y así fingir que llegaba tarde.
Me reí sola al saber que mi trampa había funcionado.
Buenos días, hermosa
Una leve sonrisa hizo que brotara al leer el mensaje de los buenos días. Fingí estar dormida
Me despertaste, señor Garner
Oh, que pena, porque no te creo
No escribí nada, espere que siga con el mensaje
Hoy no trabajamos, hoy día libre
Marque su número y espere a que respondiera
— Ay, Sofia— suspiro— sé que extrañas mi voz tan seductora
— Por el amor de Dios, no te lo creas.
Se escucho su risa e imagine su hermosa expresión
— Esta bien, voy a pensar que llamaste para saber cuál será tu destino el día de hoy
— estas en lo correcto— admití
—¿Qué quieres? — pregunto
— Quiero que estés cerca mío, siempre
Hubo silencio del otro lado y un suspiro dio comienzo a los pensamientos
— Bueno... ¿conoces el patio de mi casa?
Había pasado por mi después de veinte minutos donde me dio lugar para decidir que ponerme, al verlo todos los días ya no tenía ropa para estrenar.
Él estaba vestido lo más simple posible, era obvio estaba en su casa, pero curiosamente todo le quedaba lindo.
Pasamos por detrás, había una puerta que nos dirigía a su patio. Era enorme, el verde jugaba muy fuerte en tanto espacio.
Los árboles, por su parte, nos regalaban la sombra necesaria para pasar el día. Caminé detrás de él y vi como algo a lo lejos estaba preparado para un picnic.
—¿Esto fue sin ayuda? — pregunte sorprendida
— Sinceramente, sí.— Es... muy perfecto.
Nos sentamos como indios, el dejo a un lado sus ojotas y yo con vergüenza me quite las Converse.
Había una cantidad innecesaria de cosas dulces, como para quince personas, sin exagerar.
Medialunas, masitas dulces, cupcakes, brownies, galletitas oreo de todos los sabores, jugos, te y hasta un café de Starbucks. Me llevo unos minutos digerir con la mirada tanta variedad.
— Guau— murmuré
El me miro y se encogió de hombros
— Todo para nosotros dos.
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A un beso de distancia
Ficțiune adolescenți¿Qué harías al encontrar una foto de la infancia y recordar ese amor inocente que sentías por tu mejor amigo? Sofía no buscaba enamorarse. Sofía quería desafíos, pero no imaginaba algo tan grande.