Todo por amor

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Habíamos tomado la iniciativa con Lara para ir al centro comercial y abastecernos de alimentos para menos de una semana en el hotel, ya no quería comer sola o literalmente andar sola por la vida.

Su preocupación por mi llego tan alto que ese día falto a su trabajo, pidiendo disculpas por todos lados, incluso mintiendo que estaba enferma.

Con mucho cuidado nos vestimos como famosas ocultándonos de los paparazzi.

Yo fiel con mi única campera roja con capucha y ella con su buzo negro holgado, los anteojos de sol y una pequeña riñonera.

El taxi nos dejó en la puerta de Walmart ubicado en South Gate a veinte minutos del hotel. No pudimos dirigir una
sola palabra en el auto porque todos te escuchan, si, en todos lados hay gente chusma.

Elegir ese centro comercial no era mala idea ya que su inmensidad hacía que entraran más personas que en una tienda de barrio.

Entramos como dos gatitos mojados y sin saber que comprar. Fuimos directo a las góndolas de los snacks. Yo manejaba el changuito y Lara se encargaba de llenarlo

—¿No piensas hablarle? — pregunto agarrando unas Lay's gigantes

— Esta muy enojado y herido... al igual que yo

—¿Y cómo piensan solucionar ese dolor?

Frené el chango lleno de calorías y me dirigí hacia ella

— La mejor solución es esperar a que llegue el domingo y luego olvidamos todo. — mire adentro del carro— y esto no es manera de olvidarme

Caminé más rápido y me dirigí al sector de aguas. Extrañaba correr más de media hora, lo que me hacía sentir más aliviada.

Lara era mala compañía en cuanto a comidas, siempre quería comer puras cosas llenas de grasas.

Resople al ver tantas personas en el
sector, era de extrañar que se juntaran más de tres personas en una misma góndola para hidratarse con agua.

Tome ligeramente el botellón de arriba y en puntitas de pie alcance uno, quería los tres bidones.

Respire hondo y estire el brazo lo más que pude, pero estaba a un dedo de tocarlo.

Mire a mis costados para notar alguna mirada en busca de ayuda, pero parecía invisible a los demás.

Hice el segundo intento cuando aparece un brazo mucho más largo que el mío con una camisa blanca haciendo amague en darme los bidones.

Corrí la mirada y era increíble lo que podía hacer un mundo tan pequeño.

Estaba vestido formalmente, camisa, jean y zapatos negros. Realmente le quedaba muy sexy.

—¿Me estas siguiendo?

Sonrió tímidamente y negó con la cabeza

—¿Me crees capaz? Solo vine por agua— tomo su botellita, la más pequeña y la coloco debajo de su brazo

— Hay más de veinte Walmart en California y te vengo a encontrar en el mismo, no lo creo.

—Créelo, siempre recurro a South Gate, es el más cercano a mi trabajo— su mirada dulce hizo que me calmara cinco decibeles

— Vaya coincidencia, tengo que irme.

—¿Tan rápido con papas fritas y agua? — hizo un gesto de asco con la boca

— Son para Lara— lance una mirada fulminante— y gracias por ayudarme

— Las alcanzo, tengo...— miro su reloj— una hora más de descanso

A un beso de distancia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora