28 (Cásate conmigo)💜

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Hoy es la boda civil de Agatha y Tomás por lo que estoy muy feliz. Mi mejor amiga decidió que no quería un gran boda ya que nunca le han gustado las celebraciones de ese tipo así que sólo nos encontramos sus padres, suegros, mis padres, Adriano y yo por supuesto, ya que soy la testigo al igual que el italiano.

—Y los declaro marido y mujer —Habla el fiscal. Tomás besa a Agatha y luego coloca el anillo en su dedo al igual que mi mejor amiga.

—¿Te sientes bien? —Me pregunta el italiano al ver las lágrimas deslizarse por mis mejillas.

—Sí, es que estoy muy feliz por mi mejor amiga, espero que tengan un matrimonio feliz y estable.

—Lo tendrán, tú no te preocupes —Sostiene mi mano y la aprieta levemente regalándome una de sus hermosas sonrisas.

—¿Iremos a dormir a tu casa o a la mía? —Le pregunto al ver el cielo oscurecerse. La celebración de la boda decidieron que sería en la casa de los padres de Tomás.

—A la mía, Beatrice te extraña.

—Yo también la extraño.

—Y yo te extraño a ti —Me dice coqueto y se acerca para besarme.

—Yo también.

—¿Por qué no nos vamos a casa? Ya quiero tenerte a solas.

—Está bien —Acepto ya que los tacones me están matando y muero de hambre. Vamos hasta donde están los novios, nos despedimos de ellos y de mis padres, para luego irnos a la casa del italiano.  —Tengo hambre —Hago puchero mientras me quito los tacones ya que estamos en su habitación.

—¿Quieres que le diga a Camille que te prepare algo de comer?

—¿Por qué no preparo algo yo para los dos?

—¿En serio? No es necesario.

—Ven —Lo tomo de la mano y bajamos a la cocina. Todos los empleados que se encuentran allí nos miran extrañados.

—¿Qué necesitan, señor? —Pregunta Camille.

—Que se tomen la noche libre. Yo prepararé algo de comer para nosotros —Les ordeno. —¿Dónde está Beatrice?

—La niña llegó muy cansada del parque de diversiones con la señorita Alessia así que subió a descansar inmediatamente.

—Bien, pueden retirarse —Aún no muy convencidos todos se marchan dejándonos solos. Miro la cara del italiano y su rostro lo revela todo, ha pasado mucho tiempo desde la última vez que entró a una cocina. —¿Qué quieres de cenar? ¿Pasta?

—Lo que sea está bien —Habla abrazándome por la espalda. Saco la pasta de uno de los gabinetes y la pongo a hervir en una olla con agua. Me siento junto a Adriano para conversar hasta que la pasta este lista.

—Me puedo acostumbrar a esto —Dice el italiano mientras sirvo la pasta frente a él.

—¿A qué?

—A ti cocinando para mí.

—Y para Beatrice —Le corrijo. —Me encantaría que lo hicieras —Me siento frente a él y comenzamos a comer.

.

Estoy recostada en la gran cama del italiano cuando unos pequeños toquecitos en la puerta hacen que deje de ver la pantalla de mi teléfono.

—¡Adelante! —Grito y veo a la pequeña rubia entrar en la habitación. —Hola, cariño. ¿Cómo estás? —Ella sube a la cama y noto que aún sigue en pijama.

—Bien. ¿Gala, puedo preguntarte algo? —Pregunta con aquellos ojitos llenos de inocencia.

—Claro que sí, mi niña. ¿Qué pasa?

Eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora