Dos años después.
—¡Adrienna, deja de correr, obedece! —Grita mi esposa a mi pequeña hija quien corre junto a sus primos Dean y Loana, los hijos mellizos de Calvin quienes tienen dos años; Ajax, hijo de Aetos y Aileen de un año; Xavier, hijo de Xandro y Amanda de dos años; y Alex, hijo de Agatha y Tomás de un año. Sí, mis amigos al igual que yo se convirtieron en padres y son unos increíbles padres por no decir menos.
—¡Hija, deja de correr! —Le grito, pero me ignora. Hoy estamos en el cumpleaños número dos de mi hija menor por lo que toda la familia está reunida.
—¡Beatrice, basta! —Le grita su madre quien está tratando de servir los jugos, pero los niños no se quedan quietos.
Me levanto de la silla en la que estoy sentado y voy hasta ella para ayudarla.
—¿Necesitas ayuda? —Le pregunto al oído mientras tomo la bandeja de sus manos.
—Gracias, cariño —Me agradece y vuelve al interior de la casa, cuando termino entro también.
—Amor, he estado pensando algo —Le digo cuando llego a la cocina. Claudine, Agatha y Aileen también están aquí, pero nos tenemos mucha confianza.
—¿El qué? —Pregunta dándome la espalda debido a que está sirviendo más vasos de jugos.
—Creo que Adrienna ya está grande, podemos darle un hermanito.
—No —Responde directamente.
—Pero...
—Lyubov', con dos niñas basta —Se da la vuelta y me entrega la bandeja de jugos. —Amo los niños, pero es muy complicado cuidar un bebé recién nacido mientras tenemos dos pequeñas, una de dos y otra de nueve años —Me da un corto beso y literalmente me saca de la cocina. Gala se ha esmerado en criar a nuestras hijas ya que no ha permitido que contrate ninguna niñera.
Desde que Adrienna cumplió seis meses, reducimos el personal de la mansión ya que ella se hizo cargo de la cocina. Por suerte, nos cambiamos de casa sino sería un trabajo súper difícil. Nuestra nueva casa tiene siete habitaciones, cinco menos que la casa anterior. Un gran jardín con piscina y área de juegos para las niñas, establo, oficina, casa de empleados, estacionamiento, etc.
Termino de entregarle los jugos a los niños y me acerco a mis amigos. Tomo una cerveza y me siento junto a ellos.
—¡Papá, papá! —Gritan mis dos hijas llegado a mí.
—¿Qué pasa, niñas?
—Bea me quito mi helado —Solloza Adrienna y frota sus grandes ojos informándome que está a punto de llorar.
—¿Beatrice, por qué hiciste eso? —Le pregunto.
—Papá, no se lo quité, ella lo dejó.
—Está bien, vallan con su madre y pídanle un nuevo helado. Nada de pelear —Les ordeno. Veo como se alejan y a la distancia se unen con su madre.
—¿Quién lo diría? —Escucho la voz de mi amigo francés.
—¿De qué hablas? —Pregunto sin entender.
—De ser los narcotraficantes más temidos a estar en un patio lleno de unicornios y niños corriendo por doquier.
—Ni lo digas —Habla el griego.
—Nunca creí vernos así, pero creo que ahora somos más felices y estamos más completos que antes —Hablo.
—Exactamente —Nuestras pequeñas familias se unen a nosotros. Gala se sienta a mi lado con Adrienna sentada en su regazo y Beatrice se sienta en el mío.
—¿Sabes qué? —Le hablo al oído.
—¿Qué?
—Eres lo mejor que me ha pasado y no me canso de decirlo —Beso su mejilla haciendo que se sonroje. A pesar de llevar casi tres años casados sigo provocando eso en ella, y ella sigue despertando miles de sentimientos en mí.
Gala, la chica inocente e inofensiva que conocí por aparente coincidencia, quien hizo justicia por mi padre cuando yo no pude hacerlo, quien se ganó a los miembros de mi pequeña familia y no le importó el daño que le hizo uno de ellos, quien hizo que mi corazón volviera a latir, quien me ayudó a dejar atrás el pasado, quien amó, protegió y cuidó a Beatrice en todo momento, quien aceptó a mi hija como suya convirtiéndose en una madre, quien creó un hogar para mí y nuestra hija, quien me convirtió en padre por segunda vez, quien me volvió un hombre. Ella es mi esposa desde el primer momento en el que la tuve en mis brazos, desde la primera noche en la que se desmayó, desde que aguantó un disparo por mi culpa y aun así no se marchó, desde que me desafió, desde que me dejó sin palabras, desde que me hizo ser romántico.
Muchos dudaron de que un hombre como yo podría amar y enamorar a una mujer como ella, pero aquí estamos. Con dos bellas hijas, una familia gigante y un hogar. Un hogar en el que mis hijas podrán crecer con todo el amor, porque su madre y yo haremos todo lo posible porque sea así.
Gala Pov's.
Miro a mi alrededor y no puedo creer lo mucho que ha cambiado mi vida en tres años, tengo un esposo y dos hermosas hijas que amo con mi vida.
—Mamá, tengo hambre —Habla Beatrice apareciendo en la cocina. A los pocos minutos aparece Adriano ya cambiado con Adrienna en brazos, pone a la pequeña en su sillita y se sienta en su lugar. Adriano va vestido con unos jeans y una camiseta blanca, hoy fue un día muy estresante luego de la fiesta de cumpleaños de Adrienna.
Sirvo la cena y, mi esposo e hija mayor comienzan a cenar en silencio mientras yo le doy a Adri. Al terminar, Adriano decide lavar los platos mientras yo duermo a Adrienna. La pequeña castaña en mis brazos es tan hermosa, tiene los grandes y azulados ojos de su padre, tiene su mal humor, su sonrisa y en cierta parte es igual de caprichosa que su padre.
Depósito un beso en la frente de mi pequeña hija, la dejo dormida en su habitación y voy a la habitación de Beatrice donde la encuentro durmiendo. La cubro con el edredón y beso su frente para después ir a la habitación que comparto con mi esposo.
—¿Y las niñas? —Pregunta este quitándose el suéter.
—Durmiendo, están muy cansadas.
—Me imagino. ¿Vamos al balcón?
—Sí —Salgo detrás de Adriano y nos sentamos en un pequeño sofá del balcón, mirando las estrellas con nuestras manos entrelazadas.
Nunca imaginé que la persona que me iba a proteger y mantener segura durante un mes se convertiría en mi esposo y que me daría la oportunidad de ser madre, pero aquí estaba, tres años después, con dos hijas y en brazos del hombre que amo. El italiano que se robó mi corazón desde el primer momento con su voz ronca, sus anchos hombros y figura perfecta, su cabello oscuro y sus labios perfectos. ¿Quién diría que me enamoraría del idiota que sólo sabía dar órdenes?
—¿Qué tanto piensas? —Pregunta el italiano haciendo que mi mirada se encuentre con la suya. Sus hermosos ojos azules que me recuerdan el mar, salvaje e incontrolable chocando contra la orilla.
—En cuanto te amo —Beso sus suaves y cálidos besos dejando salir todos los sentimientos que no soy capaz de expresar con palabras. Adriano, el italiano de ojos azules como el mar, me enamoro y lo seguirá haciendo por toda la vida. Él no creía en el amor para siempre y terminó pidiéndome matrimonio, dándome dos hijas y regalándome un hogar.
"Te amo, Adriano Fontana, te amo más que a mí misma y, sería capaz de todo por ti y nuestras hijas".
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Eres tú
Novela JuvenilLa vida le había quitado a Adriano lo que más quería, su padre y hermano. Sin embargo, una noche aparece la pequeña Gala quien derrumbar todos los muros de su alrededor y lo convierte en un hombre diferente, sin mencionar que es la única capaz de ha...