Despierto a la misma hora de siempre, me meto al baño para hacer mis necesidades y al terminar me visto con un traje oscuro, una camisa blanca y una corbata roja.
Salgo de mi habitación y decido ver como está la desconocida que durmió bajo mi techo así que voy hasta la habitación donde está durmiendo, se ve más relajada que la noche anterior y su rostro se ve más iluminado, me siento en un pequeño sofá junto a la cama para poder verla mejor.
De un momento a otro comienza a moverse suavemente, frotando su cuerpo contra el edredón e inevitablemente el kimono se sube un poco dándome mejor vista de su cuerpo.
Sus largas pestañas comienzan a moverse para darle paso a sus ojos almendrados que se abren levemente tratando de acostumbrarse a la luz solar que logra colarse por la ventana. De un brinco se pone de pie, alejándose de mí, al parecer se recordó de lo que vio anoche.
—Tranquila, no te haré daño —Me levanto para acercarme, pero al ver sus ojos cristalizarse me quedo inmóvil en mi lugar. —No temas, no te haré daño.
—Anoche asesinaste a un hombre frente a mí y te atreves a decir que no me harás daño.
—Él te quería hacer daño y no lo permitiría.
—¿Y por eso lo asesinaste?
—¿Preferías que lo dejara para ver que te hacía?
—No, pero... —La primera lágrima se escapa de sus ojos y por inconsciencia quiero acercarme, pero me retengo.
—¿Por qué ese hombre te seguía?
—Quiero irme a casa —Se limpia las mejillas.
—Me contarás porque ese hombre te seguía y luego te llevaré a tu casa, si allí estás segura claro está. Báñate, en el armario hay algo de ropa, te espero en el comedor para desayunar.
Asiente en silencio y salgo de la habitación para darle privacidad.
—Disculpe, señor. —Habla Camille llegando a mi lado.
—¿Qué pasa?
—Su madre está abajo.
—Ok —Bajo las escaleras hasta llegar a la sala de estar donde me espera la rubia de ojos verdes. —Buongiorno mamma —[Buenos días, madre].
—Buongiorno, ragazzo mio. Come stai? —[Buenas días, mi niño. ¿Cómo estás?].
—Bene e tu? —[Bien ¿Y tú?].
—Bene —Responde con una sonrisa, sentándose en el sofá.
—Cosa ti porta qui? —[¿Qué te trae por aquí?]. Pregunto sentándome frente a ella.
—Non posso visitare il mio amato figlio? —[¿No puedo visitar a mi amado hijo?].
—Madre, no finjas, no conmigo. Sé bien que no vienes a visitarme de forma caritativa. ¿Qué quieres?
—Vine a informarte personalmente que Anna se encuentran en el país y que está muy emocionada por verte.
—Pero yo no. No vuelvas a mencionarme el mismo tema de querer casarme con esa muchacha, no me interesó hace dos años, no me interesó hace tres meses y no me interesará ahora. No quiero casarme ni con ella ni con ninguna otra mujer —Me levanto ya cabreado por la misma situación.
—¿Por qué?
—Buenos días —Escucho la voz angelical de la castaña proveniente de la escalera, miro a su dirección y nuestros ojos se encuentran, por primera vez.
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Eres tú
Genç KurguLa vida le había quitado a Adriano lo que más quería, su padre y hermano. Sin embargo, una noche aparece la pequeña Gala quien derrumbar todos los muros de su alrededor y lo convierte en un hombre diferente, sin mencionar que es la única capaz de ha...