Capítulo 34.💄

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Consigliere

El corazón le pertenece a la sonrisa que lo hace latir. -Anónimo.



Gianna

Lo noto en él, puedo notar que algo pasa por su mente y lo preocupa más de lo que ya está. Le he preguntado qué es lo que pasa por su cabeza. Lo único que me ha dicho es que está pensativo por todo lo que pasa. No pude creerle del todo, antes de salir de casa fue a ver a su padre, su ánimo cambió cuando salió del sótano.

Entiendo que cambie su humor después de hablar con ese hombre.

Pero me preocupa que esté tan callado, algo me dice que Fabrizio le ha dicho algo sobre mí y es por eso que no ha querido hablarme.

Debe ser más de media noche cuando llegamos a Palermo. Estoy cansada y con un dolor de cabeza horrible, de todas formas, me las arreglo para dirigirnos al centro y establecer a los nuevos empleados que están en Greco's House y las sucursales de Elypse, en los departamentos con los que cuento.

—¿El edificio donde se quedarán es tuyo? —pregunta Alessandro cuando salimos del aeropuerto delante de la furgoneta donde van los empleados. Es lo primero que dice después de todo el viaje.

—Lo compré cuando tomé mi puesto. Algunos de los empleados vivían en hoteles o casa de albergue. El sueldo que recibían antes era menos del básico, apenas tenían para comer. El edificio era una vieja sede de una empresa de turismo con muchas oficinas. Lo iban a derrumbar, pero compré el edificio he hice una remodelación con más de treinta departamentos distribuidos en cuatro pisos. Tiene seguridad las veinticuatro horas.

—¿Y todos viven ahí? —interroga una vez más.

—Claro que no, más de la mitad de los departamentos están vacíos. Hay quienes comparten departamento. Muchos viven con sus familias cerca del centro.

—Es muy lindo que hagas eso por tus empleados —sostiene mi mano. Sonrío por que al menos ya no siento esa frialdad hacia mí.

—No por tener menos dinero que yo merecen lo peor. Ellos han sido fieles a mí y a la Cosa Nostra, yo solo les doy una recompensa por todo el trabajo que han brindado.

No dice nada al respecto, su cabeza se recuesta en mi hombro dándome una señal de que él también está cansado. Me tomo el atrevimiento de acariciar su rostro y besar su cabeza. Es como un niño pequeño cuando se aferra a mí soltando un suspiro.

Ahora estoy más que segura que su padre le ha dicho algo. Algo que lo hecho aterrarse de mí destino o incluso le ha hecho dudar de todo.

El viaje desde el aeropuerto hasta el edificio nos toma poco más de quince minutos.

El pequeño autobús para justo enfrente del edificio de cuatro pisos. Diría que hay unos veinte empleados que decidieron seguir a las órdenes de Alessandro, otros tantos fueron llevados a AlItalia en Nápoles, Roma y Milán.

Me adelanto hasta la puerta principal donde está el guardia de seguridad mira algo extrañado el panorama, por lo general siempre le aviso cuando vendrán nuevos empleados a vivir aquí.

—Señorita... —me saluda el hombre.

—Señora —corrige Alessandro poniéndose detrás de mí. Pongo los ojos en blanco y tarto de no reírme.

—Doménico. Él es Alessandro Russo, mi esposo —y ahí está de nuevo ese tono de voz. Orgullosa y satisfecha por decirlo.

—Un gusto señor —le sonríe amable. Alessandro le devuelve el gesto.

Nella Mafia © | ITALIA 1|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora