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Siempre existe oscuridad en la vida, aun si los días son soleados y todos son felices, siempre hay algo que aguarda por nosotros para hacernos caer en lo más bajo que se pueda. Hace días que no puedo dormir sin una luz encendida en mi propio hogar, no me puedo concentrar en mi trabajo y tampoco en mis círculos sociales, me siento aturdida. Cuando abro los ojos, no se si realmente es un sueño o es la vida real, solo temo volver a ver esos ojos cargados de locura y su risa burlesca que va especialmente dirigida hacia mi.

-¿Porque hago esto?, ya no tengo 15 años, por dios-

Me levanté de mi cama con intenciones de salir al mundo exterior y ver por mi misma que no era un sueño, estaba apunto de ir a bañarme cuando mi celular vibro repetidas veces. Dude por unos segundos en contestar, ¿pero y si era Andrea?, debe estar preocupada de mi al no saber nada desde hace dos días. Al revisar mis notificaciones me di cuenta que era Andrea, pero sobre todo amanda, no había hora en el que no me mandara a preguntar si estoy bien y si podría venir a mi casa, me sentí extrañamente molesta pero lo deje pasar. 

[...]

Caminaba por las calles de la parte central de mi pueblo que en este instante estaban casi vacías por el mal clima de hoy, quizás no fue una buena idea venir hoy a mi edificio. A lo lejos podía ver mi edificio y puedo asegurar ver patrullas de policía en la entrada, acelere mi paso al sentir el miedo de pensar que le pudo ocurrir algo a Andrea. Los policías habían acordonado el área de la entrada y el callejón al lado de mi edificio.

-¡Enrique!-

El guardia de seguridad más joven del lugar volteo a verme con un inmenso terror en sus ojos, estaba ligeramente pálido y una manta cubría sus hombros. Pase por abajo de la cinta de los policías para ir directamente hacia Enrique.

-¡Señorita no puede pasar!-

-Hey, tranquilo Ed, dejala ser-

Voltee incrédula, reconocería esa voz en cualquier parte.


-Siempre debo estar cuidándote el trasero, ¿no, jenn?-

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-Siempre debo estar cuidándote el trasero, ¿no, jenn?-

Baje mi mirada hacia su placa en su pecho, teniente Charlie Dixon.

-Así que, ¿charlie?- bufo al escuchar su nombre, sonreí inevitablemente- ¿Cuando pensabas decirme tu nombre?-

-Se supone siempre seria un misterio-

-Bueno, Charlie, me parece increíble seas un teniente y de pasada tengas una fábrica de chocolate, pero ¿podrías decirme qué carajos ocurre aquí?-

-Bueno, no es sencillo- Tomó mi brazo dirigiéndose hacia el callejón que parecía invadido de policías y forenses, estaban cuidando la zona ,alejando a la multitud curiosa. Entramos al callejón, lo primero que vi fue a dos hombres dándoles órdenes al resto y que apenas estuve en su campo de visión no pude volver a escaparme de esta.

-Teniente Dixon, ya era hora de que volviera -Charlie se acercó para darle un apretón de manos rápido, intercambiaron un par de palabras sobre el caso, pero aquel policía no demoró absolutamente nada en volver a fijar su dura mirada en mi persona - ¿quién es esta mujer?, no debería estar aquí-

Mire de reojo el cuerpo que yacía a un lado del policía a cargo de todo esto, era mi clienta michelle. Tenía brutales puñaladas por todo su cuerpo y donde debían estar sus ojos solo estaban cuencas vacías de la cual salía sangre a montones. 

-Jennifer Clarck, abogada de la fallecida Michelle Adams, un gusto-

-Jennifer Clarck, abogada de la fallecida Michelle Adams, un gusto-

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Oh, ShitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora