Capítulo 8:

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Alicia gritó y gritó tan fuerte que sintió cómo su garganta comenzaba a rasgarse y como los gritos se volvian asperos. Pero la silueta oscura se mantuvo entre las sombras con su completa atencion puesta en ella; igual que un tigre acechando, esperando el momento justo para saltar sobre su presa; mientras tanto la mujer a su lado en el suelo intentaba desesperadamente respirar sujetando su garganta con fuerza, intentando aferrarse a la vida.

La silueta parecia ignorar a la mujer a su lado, Alicia podria jurar incluso que esa persona oculta bajo la capucha no pestañaba y permanecia expectante quizá pensando como la asesinaria a ella.

Pero fué entonces cuando un milagro ocurrió, la luz de la casa de enfrente se encendió, luego la contigua a esa y luego la otra, así hasta que más de la mitad de las casas de la cuadra habían encendido sus luces y aunque su intencidad no era suficiente para iluminar el oscuro pasaje, éstas pusieron en alerta a la persona bajo la capucha quien tras mantener su mirada durante un instante más, decidio escapar por el otro extremo del lugar.

Fué entonces cuándo Alicia dejó de gritar y se quedó estática en su lugar observando la zona por dónde sé había desvanecido el asesino. Sólo el gorgoteo de la mujer en ese oscuro lugar logro acaparar de nuevo su atención y sin dudarlo, ella dió largas zancadas hasta llegar a la mujer.

Se arrodilló velozmente frente a ella y colocó su mano sobre las de ella para hacer presión sobre la herida. La mujer ahora con los ojos llenos de lágrimas puestos sobre ella intentó decir algo, pero de su boca sólo salió un rio de sangre.

Iba a morir, esa mujer iba a morir en ese oscuro y frío lugar con una extraña como compañía. Ese pensamiento arrastró una lágrima fuera del ojo de Alicia.

" no era justo, no era para nada justo."-Penso ella mientras intentaba  hacer más presión en la herida, cómo intentando detener el drenaje de la vida por esa herida.

Pero fue en vano, siete minutos después, cuándo las sirenas de la policía se detuvieron en el lugar y un grupo de policías se deslizaron con cautela dentro del pasillo, Alicia aún se encontraba sobre de la mujer presionando su cuello, pero la mujer hacía ya seis minutos que había dejado de respirar.

No supo bien en que momento ni como pero la separaron del cuerpo sin vida y la llevaron fuera del lugar, para cuándo ella volvió a reaccionar se encontraba sentada en la parte trasera de una ambulancia mientras el detective Monch, la psicóloga Beatriz Loch y una amable enfermera la observaban hablando por lo bajo.

- Está en shock debido al evento traumático por el que acaba de pasar, puede tardar varias horas en recuperarse.- Decía la enfermera mientras la observaba con ojos apenados.

- Dudo mucho qué nos podamos fiar de las palabras de una mujer... con sus características y shockeada.- Decía la desagradable psicóloga mirando con aires de grandeza al detective.

- Debo seguir el protocolo, ella es una testigo y por desgracia la única que hay, si no la interrogo la prensa y mis superiores me harán trizas.-Dijo algo molesto el detective.

- Sebastian, quiero que venga Sebastian.- Dijo Alicia observando al detective, pero el hombre entendió lo que quería. Ella los habia escuchado y no los ayudaría hasta que no viera a su amigo, la única persona que no la vería con lástima o cómo una loca.

- Lo llamaremos de camino a la estación.- Dijo el detective luego de observarla un momento mientras le extendía una mano.

-Lo lamento pero la señorita debe ser trasladada al hospital para ser observada.- Dijo la enfermera intentando cortar el paso de detective poniéndose delante.

- Hay un asesino en série suelto qué conoce la identidad de la única testigo qué existe, yo me encargaré de su seguridad física.- Dijo el detective apartando el cuerpo de la enfermera casi de un empujón.

Psicosis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora