Capitulo 5:

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La mente de Alicia daba vueltas en busca de pistas o indicios. Ya era pasada la tarde y para su suerte o desgracia Sebastian ya se había marchado hacía más de dos horas, el la había dejado sola con sus pensamientos.

Muchas dudas surgían en su mente pero solo una verdad parecía aflorar en esta. Era real, el asesinato había sido real y ella de alguna forma lo había presenciado.

Con cuidado y atención comenzó a anotar en diversos papelitos palabras, las mismas que su amigo le había asegurado que ella dijo la noche anterior.

Paloma blanca

Oveja sin lana

Estaban en el bosque.

Lo único lógico de todo eso parecía esa palabra final, estaban en el bosque, teniendo en cuenta que a la pobre mujer la habían hallado en ese lugar caía de maduro ella estaba intentando advertir a su amigo sobre el asesinato.

Sebastian, el único que había creído en ella y en sus palabras. Aún le daba vueltas en la cabeza las palabras de la maldita psicóloga y el estúpido detective.

Alicia anoto el nombre de la Psicóloga, el del detective, el de su amigo y el suyo propio. Era su seguro, cuando era niña solía anotar las cosas para saber que era real y que no lo era.

De forma rápida y con el mayor detalle posible recreo su sueño, tambien recreo lo ocurrido en la comisaría; necesitaba saber qué había pasado y lo que sospechaban los policías respecto a lo ocurrido, ella tenía que llegar al fondo de todo y descubrir la identidad del asesino primero por un simple motivo.

Podría ser ella misma.

La idea no dejaba de rondar su mente, por eso se lo había tomado tan a pecho la idea de descubrir que había pasado esa noche. Si bien ella recordaba lo que sucedía durante sus ataques, al parecer no lograba recordar nada de la noche anterior y eso era lo que más la aterraba.

¿Que pasaria si ella la había matado? La idea de ser capaz de arrebatar una vida la aterraba y horrorizaba, pero durante sus ataques ella era capaz de hacer cualquier cosa.

"Loca" susurro una voz a lo lejos dentro de su cabeza.

"Los demonios", recordó de repente Alicia sentada en el suelo de su cocina. Aún no había tomado el maldito medicamento.

Ella hizo el ademán para incorporarse pero algo pinchó su trasero, algo no muy filoso más bien algo de papel duro se dio cuenta ella al meter su mano en el bolsillo trasero y retirar una pequeña tarjeta.

"Dra. Beatriz Loch. Psicóloga y psicoterapeuta". Decía la tarjeta muy sofisticada y al voltear la tarjeta se apreciaba un numero de contacto.

Ella arrojó la tarjeta por el piso, lo último que necesitaba era hablar con una maldita psicóloga. Pero luego de pensarlo durante un momento se dio cuenta que era justo lo que necesitaba.

La perra falsa era la maldita consultora de la policía y al parecer lo que ella pensara o dijera era considerada una maldita palabra sagrada para el detective, quizás podría utilizar una maldita sesión con ella para conseguir información sobre el caso.

Alicia se estiró por el piso de la pequeña cocina y tomó la tarjeta, se incorporó y buscó su celular en un costado de la mesa. Luego de pensarlo por última vez marcó el número que allí figuraba y espero.

-Hola buenas tardes consultorio de la Dra Loch ¿En que te puedo ayudar?.-Dijo la voz de una amable mujer al otro lado del celular luego de un momento.

-Hola buenas tardes, queria arreglar una cita con la Dra.-Dijo Alicia aun con un poco de inquietud.

-Muy bien, ¿Es usted un nuevo paciente?.-Preguntó la extraña al otro extremo.

-Si.-Se limitó a decir Alicia arrepintiéndose, pero ya no podía echarse atrás, no si quería averiguar la identidad del asesino.

-Muy bien. Te puedo dar un turno para el próximo sábado a las tres de la tarde ¿Te parece?.-Dijo la mujer luego de unos momentos.

-Si está bien.-Contestó Alicia casi con un hilo de voz.

-Muy bien, ¿me podrias dar tu nombre?.-Dijo la amable mujer.

-Alicia Sela.-Le contestó Alicia al teléfono.

-Muy bien Alicia Sela, tu cita ya se a confirmado para el próximo sábado a las tres de la tarde.-Dijo la voz

-Muy bien, muchas gracias. Adiós.-Dijo Alicia aún con incertidumbre antes de cortar.

Durante un momento ella se quedó el centro de la cocina solo sujetando el celular, aun no podía creer que había aceptado una cita con una psicóloga por su cuenta. Era de esperar que a ella le desagradaran tanto, después de todo desde que tenía recuerdos sus citas con psicólogos siempre resultaban iguales. Las distantes conversaciones con una persona a la que le pagaba, la cara de falso entendimiento, siempre el mismo y estúpido consejo de "Ignorar lo que ella creía podría ser un ataque", pero cómo demonios podía ignorar la sensación de arañas sobre su cuerpo, de un monstruo a su lado o el de una mano fría recorriendo su espalda. No, simplemente había cosas que le resultaban imposibles ignorar y no le importaba que la llamaran loca o la miraran raro por ello, aunque si era evidente que le dolía en cada pedazo de su fuerte corazón.

Alicia hizo unos pasos en dirección al montos de hojas en el suelo, pero un rayo seguido de un fuerte trueno acortó su paso y de un momento a otro la luz se cortó dejándola sumida en una casi total oscuridad.

Ella respiró profundamente recordandose que tenía velas en el baño, solo tenía que caminar hasta ahí con la luz del celular y prenderlas.

Encendió la luz del celular, rebusco rápidamente en un cajón el encendedor y comenzó con pasos lentos y silenciosos su caminata por el pasillo rumbo a su baño. Un paso, otro paso, otro paso, Alicia lentamente se fue internado en la oscuridad del pasillo.

Paso, paso, paso, escucho ella a sus espaldas y durante un momento se quedo quieta hasta que volvió a escuchar el sonido de otro paso a sus espaldas lo que la hizo apurar sus pasos. El corazón le palpitaba con fuerza mientras imploraba en silencio que por favor parara, pero como si un Dios oscuro jugará con ella la luz de su celular se apagó en el mismo momento que algo rozó su piel haciéndola sobresaltar y comenzar a correr por el oscuro pasillo.

Rápidamente se metió en el baño e intentó cerrar la puerta con fuerza pero algo obstruyo su cierre, en la perpetua oscuridad ella no logro diferenciar qué era aquella cosa monstruosa que intentaba colarse por su puerta; pero ella no se lo permitiria y apoyando con todas sus fuerzas la espalda contra la puerta hizo toda la presion posible hasta lograr que esta se cerrara luego de escucharse un fuerte crak.

Aun con el corazon palpitante y desvovado en su pecho se estiro por el piso del baño hasta tomar las velas en el pequeño armario, aun con miedo de hacer ruido encendio la vela y con pavor observo la puerta.

El horror, la culpa y la tristeza desvordaron su corazón al ver que la cabeza cercenada de su gato se encontraba en el borde del marco de la puerta. Ella lo habia hecho, lo habia matado.

Sus ojos se inundaron en lagrimas mientras se inclinaba y vomitaba en el hinodoro a su lado.

Psicosis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora