Capítulo 14:

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Cuando Alicia salió del consultorio, sentía su cabeza a punto de estallar. La maldita perra psicóloga había intentado meterse dentro de su cabeza a la fuerza durante casi una hora, tiempo que duró la sesión.

Tiempo en el que Alicia había logrado obtener solo el dato de la bota de hombre y una increíble migraña.

De mal humor se dispuso a emprender su marcha de regreso a casa, con suerte el tiempo le permitiría hacer al menos la mitad del viaje para lograr abaratar gastos. Cuando llegó a una calle diagonal se quedó quieta y sacó de su bolsillo un cigarrillo, pero nunca llegó a prenderlo. Algo llamó su atención.

Algo no, más bien un lugar muy familiar. Alicia entorno sus ojos enfocando el callejón de aquella calle diagonal y lo reconoció de inmediato.

Era el callejón donde se había encontrado con el asesino.

Como si fuera atraída por una fuerza mayor, ella entró dentro del callejón por el mismo lugar donde el asesino había escapado aquella noche.

El lugar iluminado por la luz tenue del sol que lograban atravesar las nubes no resultaba tan intimidante como aquella noche, los contenedores de basura y las paredes descascaradas daban el toque de decadencia que contrastaba un opuesto total del lugar del que acababa de salir.

Cómo era posible que no se había dado cuenta antes de la proximidad entre ambos lugares, si alguien habría visto el rostro del asesino era aquella psicóloga y su asistente.

Alicia observó el lugar y la zona por la que acababa de entrar; no había posibilidades de que se ocultara un asesino o lograra llegar muy lejos antes de ser atrapado por la policía, ambas calles paralelas no tenían escondrijo alguno más que aquel callejón.

A menos que el asesino conociera la zona.

Fue entonces cuando un destello cegador cruzó su mente con forma de paloma metálica, brillando bajo un destello blanco.

El cuerpo de Alicia se tensó, sintiendo como cada músculo de su cuerpo se ponía en alerta mientras las piezas comenzaban a encajar en su mente lentamente.

Con el corazón latiendo ensordecedoramente en su pecho, Alicia salió del callejón y sin poder contenerse miró hacia la puerta del consultorio.

En la entrada se encontraba Beatriz Loch observándola con ojos fríos y calculadores, pero de una psicología, más bien de un ser malvado y perverso.

Cuando las dos miradas se encontraron, los bellos en el cuerpo de Alicia se encresparon mientras recibía una brillante sonrisa por parte de aquella mujer; Alicia imitó aquel gesto pero no llegó a ser más que solo dientes expuestos en algo similar a una mueca.

El cruce de miradas duró solo unos segundos, luego Beatriz volvió a refugiarse en su madriguera y Alicia se apresuró a irse del lugar. Corrió dos cuadras antes de tomarse el primer taxi que encontró.

Alicia suplicaba que la maldita perra no fuera la culpable y fuera todo un mal entendido, un desvarío de su mente. Pero muy profundo sabía que no era así, desde el momento en que la conoció la mujer le dio mala espina y no solo por su profesión.

¿Quién demonios era aquella mujer?

Alicia se apresuró a entrar en su edificio y subir hasta su piso, una vez dentro trabó la puerta y comenzó a escribir, analizando minuciosamente cada maldito detalle. Buscando un error, una falla de su mente.

Pero cuanto más escribía, más se daba cuenta de lo bien encaminada que estaba.

Beatriz Loch, una psicóloga asistente de la policía con información y poder sobre los casos. Una mujer completamente falsa, fría y manipuladora quien desestimó su declaración desde el principio.

Mierda.

Fue entonces que Alicia dejó de escribir y se detuvo a pensar, ¿cómo demonios había sabido desde el principio que ella tenía psicosis?. Muchos psicólogos, psiquiatras y médicos habían tardado meses en definir su enfermedad, pero aquella mujer solo necesito de un vistazo para confirmarlo.

Algo estaba mal. Muy mal.

Alicia siguió y siguió escribiendo, anotando detalles que en aquel momento le habían parecido estúpidos e innecesarios. No atendió las llamadas de Sebastian, luego le explicaría el motivo. Solo se detuvo cuando la noche chayo y fuertes golpes sonaron en la puerta de su casa.

-¿Quien es?.-Dijo Alicia con voz temblorosa temiendo lo peor.

-Hola querida soy yo Beatriz Loch tu psicóloga, ¿me podrias abrir? Tenemos algo que discutir.-Dijo la psicóloga al otro lado de la puerta con voz dulce, casi angelical.

-¡Como el demonio te voy a abrir asesina!.-Gritó Alicia con los nervios de punta mientras comenzaba a sentir a los demonios en su cabeza abrir un ojo.

El silencio detrás de la puerta emanaba y avanzaba más y más, generando más nervios en Alicia quien hacía un fuerte esfuerzo por detener el temblor de sus piernas.

-Alis soy yo Bas, por favor abreme estoy preocupado. No atendiste ninguna de mis llamadas.-Dijo la voz de Sebastian con genuina preocupación.

El corazón de Alicia se quebró ante su voz, dudo durante largos minutos mientras el lugar se mantuvo en silencio, pero finalmente abrió la puerta.

Lo primero que encontró al otro lado fue la cara de la psicóloga, pero Sebastian la hizo a un lado para avanzar hacia ella y abrazarla.

Tardó unos segundos en notar que detrás de la asesina se encontraban dos hombres vestidos de blanco con dimensiones considerables; Alicia se alejó de su amigo y observó a las tres personas al otro lado de la entrada.

-¿Qué está ocurriendo?.-Dijo Alicia temiendo la respuesta que ya conocía.

-Querida, tomamos la decisión de transferirte a un centro especial donde podrán ayudarte y ocuparse de ti. Ya que consideramos que eres una persona incapaz, la cita de hoy fue la gota que colmó el vaso. Lo lamento.-Dijo la psicóloga con aires de bondad y amor, enmascarando su verdadera naturaleza.

No, no, no. Comenzó a pensar Alicia mientras intentaba alejarse de todos, pero aquellos hombres la sujetaron con fuerza de los brazos inmovilizandola, antes de inyectarle un tranquilizante.

Lo último que vio antes de que sus ojos se cerraran fue el rostro de Bas humedecido por las lágrimas, y una sonrisa brillante cargada de maldad.

Lo último que vio antes de que sus ojos se cerraran fue el rostro de Bas humedecido por las lágrimas, y una sonrisa brillante cargada de maldad

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Hola queridos lectores y lectoras, ¿Cómo están? ¿Que les pareció el capítulo? Espero que lo hayan disfrutado.
Quiero contarles que la historia ganó en segundo lugar el concurso de maestros del espanto, si les agrada el terror no duden en ir a conocer las historias ganadoras.
Gracias infinitas por todo su apoyo a lo largo de la historia, desde sus mensajes, comentarios, votos e incluso con simplemente leer la historia me ayudan inmensamente, me motivan a seguir sacando cosas raras de mi mente algo torcida.
Poco a poco, lentamente nos acercamos al tan esperado final. Hagan sus últimas apuestas y digan quién creen que es el/la asesin@. No olviden escribir su justificación.
Un beso enorme y un abrazo de oso meloso, nos encontraremos en el próximo capítulo.

Pd: Si van a ir con un/a psicólogo/a no olviden pedir sus antecedentes, quizás alguien más demente que tú se esconde tras la máscara.

Psicosis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora