Día 29. Lugar:Akihabara

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  Lan estaba maravillado recorriendo las calles del distrito de Akihabara. A pesar de no ser la primera vez que lo visitaba, la versatilidad del lugar siempre lo sorprendía. Las destellantes luces, la cantidad de productos y cosas que hacer lo maravillaban y agobiaban a la vez.

—Ohh ¡No se ni por dónde empezar!

—Quizás por el videojuego que me prometiste? —La voz del pequeño guardián salió desde la parte interna de la chaqueta del peliazul quien lo miró con gracia. Con Sakura estudiando historia mágica todo el día, Kero se sentía aburrido y había acosado al joven Qiang todo el día para que hicieran algo divertido.

—Iré a comprar primero los dispositivos que ocupo para mi ordenador y te prometo que luego iremos al arcade, ¿de acuerdo?

—¡Y postres! —reclamó el guardián por lo que  Lan  solo asintió.

El peliazul camino un rato por el lugar admirando la cantidad de mangas y artículos promocionales, también los maid café que le robaron un par de sonrojos y suspiros hasta que finalmente encontró lo que andaba buscando. Finalizada la tarea emprendió, su misión para complacer al pequeño guardián que lo miraba impaciente.

Ahora era Kero el maravillado por el lugar, Lan había encontrado un local de videojuegos donde podía alquilar un salón estilo karaoke. De esa forma el pequeño guardián podía movilizarse con completa libertad y para su completa alegría, el hechicero había comprado una enorme cantidad de postres que ambos compartían mientras se divertían con sus videojuegos favoritos.

Llegada la noche y habiendo disfrutado a plenitud, ambos se dirigían a la estación de tren para regresar donde Sakura.

—Llamaré a Suppy y le presumiré mi día —decía Kero con emoción.

—Podríamos invitarlo algún día —agregó Lan entre sonrisas.

Abruptamente el peliazul dejó de caminar alarmando un poco a Kero quien sintió una presencia en ese momento.

—¡Viene de ese parque! —Señaló el guardián volando  en esa dirección seguido del peliazul.

Varias arboledas adentro, en una zona bastante alejada de la calle principal, encontraron frondosos árboles de Sakura envueltos en feroces llamas azules, lo cual alertó al mago y  guardián. Kero volvió a su forma original mientras Lan tomó el dije de su pecho.

—Dudo que quieran otro incendio en este lugar —sonrió el peliazul mientras estiraba su mano—.  "Espada de la forja, tú que contienes mis poderes… los poderes de la oscuridad ¡Revela tu verdadero poder!"

La espada de Lan se desplegó mientras Kero veía el espectáculo mágico de su compañero.

 —¿Tienes algún hechizo de agua?

—Podría usar algo parecido pero creo que se extendería más —contestó el joven—, maestro no logro detectar el punto clave.

—¿Maestro? —preguntó Kero pero Lan solo lo miró de reojo sin responder.

“Concéntrate y busca el punto de origen”. La voz resonó solo en la mente de Lan

El peliazul cerró sus ojos y se concentró en encontrar el punto de origen de aquel incendio. Un punto azul luminoso sobresalió entre las llamas.

—¡Lo encontré! Creo que está herido.

—¿¡Lan a quién rayos le hablas!?

*Ya sabes que hacer

El peliazul asintió a las palabras de la voz que sólo él escuchaba. Tomó su espada y la clavó al suelo, juntó sus manos y se concentró de nuevo, destellos verdes y azules se concentraron en sus palmas.

—¡Sanae! —gritó mientras dirigía aquella energía al punto azul luminoso entre las llamas. Una explosión y luego un silencio. Kero aun no entendía nada de lo que pasaba pero el incendio al menos se había extinguido.

—¿Me vas a decir que está pasando? —inquirió de nuevo el guardián a lo que Lan solo suspiró.

—Mi maestro es… Adalius… —dijo el chico mientras miraba a su derecha. La imagen del rubio se materializó frente a un atónito Kero quien no pudo decir nada. Seguida de una reverencia, el hechicero más prometedor de otros tiempos desapareció de nuevo.

—Así que fuiste tú el del alboroto —dijo Lan divertido mientras veía salir entre las ramas un pequeño ente azul con hermosas llamas del mismo color. Este buscó las manos del hechicero y se acunó en ellas en forma de agradecimiento. —Espero poder haber sanado tus heridas pequeño —dijo Lan mientras el ente lo miraba y asentía. Y así como la pequeña llama azul llegó, se fue poco después perdiéndose entre los árboles.

—Es una llama de los bosques de fuego —dijo Lan a señal de explicación a su compañero quien volvía a su forma falsa y le dedicaba una mirada solemne.

—Lan, ¿Sakura o el mocoso saben lo de Adalius? 

—No lo saben —suspiró—. Y no quiero que lo sepan, Adalius ha tenido suficiente como para que el concilio lo quiera seguir molestando. ¿Me guardas el secreto?

—Te costará algunos dulces.

—¡Hecho! —contestó el peliazul con una sonrisa.

—¡Hecho! —contestó el peliazul con una sonrisa

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Fictober 2020: Reader's  edition Donde viven las historias. Descúbrelo ahora