- ¿Estás tratando de regañarme por amor a tu hermana? ¿o solo estás aquí por cortesía?
El vizconde Sven no tuvo como responder.
- Yo...
Si él amara y se preocupara de verdad por su hermana, no vendría aquí para regañarme, si no para ver la condición de su hermana menor que recién se había recuperado de una etapa alta de fiebre.
Aún así, no era cierto que trataba de corregir los modales de su hermana para la familia, ya que los de la madrastra tampoco eran buenos.
"Es frustrante"
Tenía como hábito de mi vida pasa la de fumar y por instinto, mi mano trataba de buscar la caja de cigarrillos, fallando en ello. Fruncí el ceño.
- De todas maneras, tus acciones no fueron correctas. Pídele disculpas a tu madre.
Crucé mis brazos.
Él no entendía mis palabras. Oh, esto estaba destinado a ser muy frustrante.
Intenté refutar sus disculpas.
Pero no era la princesa Luvia y ya estaba cansada de desperdiciar mi energía en la relación de amor y odio de esta familia que es una completa molestia.
- Pido perdón*
- ¿Qué...?
- Me disculpo*, así que ya cálmese y en su camino a la salida busque y come muchas manzanas ya que parece que le gusta demasiado.
El silencio hizo presencia en aquel momento.
Pasó un rato antes de que mi madrastra temblara de ira.
- ¡Eso es...!
- ¿Usted odia las manzanas? Creí que era de su gusto. Si no le gusta, solo no los coma.
Mi madrastra se encontraba aún más furiosa que hace unos momentos. Ella ya estaba dispuesta a pegarme algo que me hizo sentir emocionada al ser algo que tenía planeado, pero el vizconde Sven se adelantó para detenerla.
- Luvia ¿Qué te está pasando?
Me dio una terrible mirada.
Le respondí mirándolo a los ojos.
- ¿Qué pasa? Las manzanas son muy buenas para la salud. Comer una vez al día una reduciría varias enfermedades. Gracias a lo que padecí, lo entendí. La salud es muy importante.
- ¡Tú...!
El vizconde Sven que se encontraba por regañarme paró en el acto y cerró su boca. La madrastra, quien esperaba un regaño, le dio una mirada perpleja.
- ...Es mejor que paremos, madre.
- ¿Qué?
El vizconde Sven fue firme, pero suave al sacudir su cabeza y mi madrastra no tuvo más que retroceder. Al ser sucesor del principiado, ni siquiera la madrastra no podía poder para contradecirlo.