Capítulo 29: Descuido Peligroso

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Alanna y Owen continuaron su camino hacia la Gran Biblioteca. Pero esta vez, no estaban sobre el lobo azul. De hecho, el feroz lobo ya había sido devuelto a su estado original de maná puro.

Una invocación no podría ser mantenida por infinito tiempo, ni siquiera por un Gran Mago. Y, además, ya no era necesario; porque ahora, cada uno de ellos montaba en un veloz caballo de pura sangre, que anteriormente habían pertenecido a los jinetes de la Compañía de la Rosa Blanca.

"¿Como es posible que puedas sacas objetos de la nada?", preguntó Alanna, algo confundida, luego de montar un rato a la par de Owen. Había visto a este Gran Mago sacar sogas para atar a los mercenarios de antes, literalmente de la nada. Y no eran construcciones hechas con maná, sino, objetos físicos reales.

Owen Shan, extendió una de sus manos y, con total naturalidad, declaró:

"No es nada extraño, solo tengo un anillo interdimensional."

Alanna no tenía idea sobre que era esto. Probablemente, en el Imperio Andrasin no existían tales cosas. Al menos, en lo que ella sabía. Pero no quiso indagar más, para no parecer ser alguien ignorante en frente de este hombre; que ahora admiraba mucho.

Para ella, Owen Shan era alguien fuerte y decidido, que la había salvado en varias ocasiones y en un corto periodo de tiempo. Sin duda, ya estaría perdida sin su ayuda.

"¿Qué pasó después de que la familia real de Arcia se enterase de que tu madre fue asesinada?", preguntó Owen, intentando retomar la historia que le había contado Alanna antes; cuando fueron interrumpidos por los mercenarios.

El Gran Mago no era un experto iniciando una conversación casual con una chica y preguntó, básicamente, lo primero que le vino a la mente.

"Este asunto... fue bastante duro para mí. Ahora me siento un poco cansada y prefiero no recordar sobre eso, ya que, pude huir de sus garras, solo gracias al valiente sacrificio de quienes me acompañaban. Pero, te prometo que te contaré sobre este asunto más adelante", explicó Alanna, con notable tristeza en su rostro. Owen asintió con la cabeza y se enfocó en llegar lo más pronto posible a su destino. Realmente sentía que daba asco para hablar con cualquier criatura, que luego no pudiera ser golpeada también.

Ahora que montaban sobre veloces corceles, con cómodas sillas de montar de cuero, el dúo no tardó demasiado en llegar hasta la Gran Biblioteca.

Alanna no era una experta en equitación, pero tenía un conocimiento básico; que se les daba a todas las jóvenes nobles del Imperio Andrasin. Por esta razón, no tuvo inconvenientes en seguir al Gran Mago a un ritmo estable.

Owen Shan prácticamente saltó del caballo, y luego, ayudó a Alanna a descender.

Simultáneamente, miró hacia los costados; solo para notar que había algunos aprendices de mago que estaban al asecho en la cercanía, escondidos detrás de unos arbustos. Probablemente estaban esperando por alguna presa débil, a la cual pudieran robarles todas sus pertenencias.

Owen frunció el ceño y agito su túnica negra, mientras dejó que una ráfaga de su maná se deslizara hacia los sujetos ocultos a la distancia.

Los arbustos se agitaron y los sujetos se escaparon a gran velocidad. Claramente nadie sería tan estúpido, para querer tener problemas con un Gran Mago de la academia.

Owen ingresó a la Gran Biblioteca; mientras que los jóvenes aprendices, que moraban por el lugar, le cedían el paso con enorme respeto y algo de temor. Alanna lo siguió de cerca, mientras miraba todo a su alrededor con gran curiosidad.

El lugar podría llamarse Gran Biblioteca, pero no tenía nada que ver con lo que la princesa imperial imaginó en su mente. Era un complejo enorme, que tenía todo tipo de distintas áreas y había cientos de personas merodeando por doquier.

«Hasta tiene una gran arena de duelos y varios salones enormes, que podrían rivalizar con el salón principal del palacio imperial». Alanna estaba genuinamente impresionada.

Aquí no estaba presente el glamur de la nobleza al cual ella estaba acostumbrada desde niña. Pero, el tamaño de esta colosal infraestructura, y sus distintas áreas internas, era simplemente impresionante en sí mismo.

"Maestro Shan, finalmente ha llegado". Kendall Jernigan, con su cabello rebelde y su túnica de color gris, se acercó al ver Owen.

"Hubo algunos pequeños contratiempos, pero nada importante. ¿Han podido dar aviso al archimago?", preguntó, mientras se dirigía hacia los salones que solían utilizar los Magos Oficiales de la Academia Celestine, para dar clases avanzadas a los alumnos que pudieran pagar, con suficientes Puntos de Reconocimiento, por las mismas.

"Su excelencia ya ha sido informada, y Briana se encuentra esperando por él en el salón principal del pabellón. De hecho, es probable que el archimago ya haya llegado", explicó Kendall, devolviéndole el medallón de plata a su legítimo dueño.

Owen frunció el ceño hasta al máximo al escuchar esto, mientras pensaba en algo, y buscó confirmación:

"¿Ella se quedó sola en el salón principal para esperar al archimago?"

Kendall asintió con la cabeza, preguntándose que podría estar mal con este asunto.

Al momento de enviar a estos niños a hacer esta misión, Owen Shan se había olvidado de un pequeño detalle. Un detalle que podría convertirse en un desastre total ahora.

"¡Vamos rápido!", soltó con urgencia, Owen. Y salió disparado hacia el lugar de la reunión.

Al llegar al salón, el Gran Mago vio una escena que le hizo tragar saliva con fuerza.

La joven e ingenua Briana, se encontraba charlando con un anciano, lleno de arrugas, que parecía tener más de cien años de edad.

El viejo lucía como una momia seca, pero con vida. En su rostro, había una mirada gentil; pero cansada. Cualquier mago experimentado sabría que alguien tan arrugado y anciano, como este sujeto, se podría mantener con vida solo gracias a su refinado maná.

Briana jugaba con su rubio cabello, mientras le contaba al anciano todo lo que había sucedido en las últimas horas, de forma suave y amistosa. El viejo escuchaba con atención sus palabras, mientras le regalaba una mirada gentil en su rostro. Parecían como un abuelo con su nieta, teniendo una conversación amigable en casa.

«¡Que descuidado fui! Probablemente, este es el final de mi labor como pilar de la Academia Celestine. Si todo marcha bien, solo seré expulsado y deberé volver a la Torre de Rignos. Pero, si las cosas van mal... ¡Maldición! Pase lo que pase, no permitiré que la tenga a ella». Owen Shan, se maldijo en su mente por haber cometido semejante descuido; mientras estabilizaba su maná, ajustaba su frecuencia vibratoria y sostenía con fuerza su gran báculo mágico.

En cuestión de algunos pocos segundos, quizás se vería obligado a entrar en combate en contra de su excelencia arcana, el mismísimo archimago de la Academia Celestine.

El Mago y la Princesa Imperial ✔️ Libro 0 ✔️ Deidades Arcanas saga ✔️ PrecuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora