Capítulo 1.

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24 de diciembre del 2018

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24 de diciembre del 2018.

Las luces, los adornos, las patéticas canciones y la gente irradiando felicidad, era lo único que podía observar mientras caminaba por las frías calles de Toronto. Era nochebuena y por más que quisiera estar alejado de todo lo que tuviera que ver con la Navidad no podía seguir encerrado en mi apartamento, sentía que me asfixiada allí dentro. No era un buen día.

Había sido hace nueve años que la había perdido, después de ese veinticuatro de diciembre todo cambió... para peor. Odiaba ver los árboles navideños, me fastidiaba escuchar los clásicos cantos navideños y me sentía estúpidamente celoso de que otros vieran lo especial de ese día, que sintieran felicidad, cuando yo solo me sentía como una horrible cucaracha.

Mamá llamó hace una hora, intentaba conseguir que fuera a casa para estas fiestas. No acepté, no quería arruinar la Navidad de mi familia, no era la mejor compañía. Sus padres llamaron también, la señora Charpentier era la más cercana a entenderme, pero ella no había renunciado, siempre decía que su hija amaba la Navidad, que seguir celebrando era la manera de sentirla cerca.

Yo por mi parte quería recordarla a mi manera... La primera cosa que hice las navidades siguientes fue arrojar todos los adornos a la basura. En mi tercera solo fui con mis padres; mala idea, un ataque de pánico me envolvió cuando mi madre me regaló una de esas bolas de nieve. Después de ese año no seguí intentándolo, cada año hacia una u otra cosa para distraerme, mi destino siempre había sido Hawái. Solo que este año no pudo pasar, al parecer era muy necesario en mi trabajo y sería imposible salir del país.

Y volvemos de nuevo al presente, el frío se colaba dentro de mi chaqueta provocándome escalofríos, el High Park se encontraba iluminado no sólo por las luces navideñas sino también por los grandes faroles a los que ella siempre tomaba fotografías diciendo lo hermosos que eran.

Mis pies se detuvieron cuando vi aquella banca, era nuestra favorita.

Desde pequeños Luna y yo veníamos a este parque, fue en ese lugar en donde le pedí que fuéramos novios. Era difícil querer escapar cuando casi todo en esa ciudad me recordaba a ella.

Pude haber seguido observando como tonto la banca pero un fuerte grito femenino se filtró en mis oídos para después sentir un fuerte impacto sobre mi costado. El sonido de un cristal estrellándose en el suelo me sobresaltó, este cayó a mi lado. Mis ojos no se posaron en la chica que estaba sobre mí, sino que voltearon al objeto estrellado en el piso. Mi rostro se desfiguró un poco, es otra de esas bolas de nieve.

Era una broma, ¿verdad?

—¡Lo siento! ¡Oh Dios, lo siento mucho!—La melodiosa voz perteneciente a mi atacante me hizo alejar la atención de la bola de nieve.

Mis ojos se posaron primero en sus orejas, puntiagudas, el gorro verde con rojo captaron mi atención después, por último me fijé en sus ojos, el color gris me abrumó. El elfo se veía arrepentido. Con mi ayuda logró levantarse y luego me tendió su mano, no la tomé, no creo que tenga la fuerza suficiente para poder conmigo. Me percaté que tenía patines y sus medias ralladas estaban rasgadas y llenas de sangre.

Milagro de navidad entre bolas de nieve | Festividades#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora