30 de diciembre del 2018.
Sussie me citó hoy en la tarde a un sitio diferente, uno en el que nunca me había cruzado con ella, pero que afortunadamente quedaba cerca de mi apartamento. Estaba haciendo un jodido frío y necesitaba pronto llegar a la calidez.
Mientras caminaba recordé nuestra noche especial el día de ayer. Hablamos tanto mientras envolvimos regalos que luego fueron donados a alguna fundación de niños sin hogar que enviamos por correo. Podría decir que tenía un punto, los regalos en navidad podrían hacer felices a muchos, eran especiales y más si te lo daba alguien a quien apreciaras.
La ronda de preguntas estuvo interesante, aprendí mucho de ella; cuáles eran sus hobbies, como dividía su trabajo y como era compartir cumpleaños con su hermano. Cada vez que conocía un poco más a Sussie quedaba un poco más encantado. La chica elfo, la chiflada de nochebuena era más que eso, era una mujer interesante y poco a poco no podía evitar de pensar en ella.
Cuando me detuve frente a la casa más navideña que había visto en la historia, me quedé boquiabierto. ¿Quién rayos era tan extraño para hacer tal decoración? Cuando la puerta principal fue abierta obtuve mi respuesta.
La deslumbrante sonrisa de Sussie, alias la elfo, podría iluminar todo a su paso si no fuera por el horrible abrigo rojo de Santa Claus, esa cosa debía ser destrozada.
—¡Grinch, llegaste!
—Estoy aquí, Elfo.
—Y a tiempo, mamá ya va a sacar la lasaña del horno.
¿Dijo mamá?
Miré de ella a la casa horriblemente decorada de navidad una y otra vez. Uní los puntos y me asusté.
—¿Es tu casa?
—En realidad es la casa de mis padres—se encogió de hombros como si no fuera nada importante—. Vamos, mi familia te espera.
Okey, retiro lo dicho, Sussie si estaba loca.
—No puedo entrar a la casa de tus padres.
—¿Por qué no?—pregunto confundida.
—¡Ni siquiera traje un presente, Sussie! ¡Debiste decírmelo!
La chica sonrió, tomo mi mano y me arrastró hacia la entrada.
—No tenías que hacerlo. Además, si te decía que vendrías a la casa de mi familia te hubieses negado, ¿verdad?—Le di la razón cuando no respondí a su pregunta—. Hay una razón por la que estás aquí.
—¿Y esa es? Por favor dime qué no seré tu novio falso mientras esté ahí—dije espantado, Sussie solo rio.
—Para nada, tontito. Estás aquí por la razón número seis: pasar tiempo con la familia.
—¿Pasar tiempo con la familia?
Traspasamos el umbral y al instante pude sentir el delicioso olor de lasaña de la madre de Sussie.
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Milagro de navidad entre bolas de nieve | Festividades#1
Short StoryJhetro Cavanagh podría haberse convertido en el nuevo Grinch hace nueve años atrás, cuando perdió a su vida, su luz... a ella. Odiaba ver las luces, odiaba los pinos, odiaba los villancicos y odiaba ver a la gente irradiar de felicidad en esas época...