Capítulo 6.

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27 de diciembre del 2018

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27 de diciembre del 2018.

La siguiente cita fue en la tienda de galletas... O algo así. Ya hacía quince minutos que había llegado y Sussie me informó que debía esperar a que terminara su turno. Estaba atareadísima de órdenes tras órdenes, incluso le propuse que nos reuniéramos mañana.

—¿Estás loco? Jethro, pon tu trasero gruñón de nuevo en la silla. Ya vuelvo.

Era la primera vez que veía a Sussie sin su traje de elfo. Al parecer Santa ya tenía que volver al original Polo norte junto a sus elfos. Ahora los empleados, incluyendo al dueño de la tienda, portaban coloridas camisas y pantalones y en sus cabezas se posaba un fino cintillo con el número 2019, el próximo año que estaba a punto de llegar.

No entendía por qué tanto alboroto de celebrar el año nuevo. Como si todos tus problemas fueran a desaparecer y todas las facilidades llegarían a ti el primero de enero.

Mi experiencia era que enero era el mes más mortalmente aburrido, largo y con ajustes en mi cartera por todo lo que gastaba en mi viaje a Hawaii. La gente a veces se olvidaba en Diciembre que en Enero también tendrías que pagar todos los servicios. El ser humano no aprendía, solo le gustaba despilfarrar todo el dinero en fiestas absurdas como la navidad.

Aunque tal vez Sussie haya tocado un poco mi corazón ayer por la noche, no había sido suficiente para darle una oportunidad más a la navidad. ¿Galletas, amigos? ¿Que seguiría el día de hoy?

Solo esperaba que esta vez no tuviéramos que estar en la intemperie, si no me hubiese dado una ducha con agua caliente juraría que hoy me hubiese levantado con fiebre cuarenta y la típica gripe que rompe tus huesos.

—¡Volví! Ya estoy lista—Sussie se colocó un abrigo de tela aún más escandalosa que su ropa. ¿Esa era la barba de Santa a su espalda? Al ver que prestaba demasiada atención a su figura en la espalda ella se volteó para poder detallar el abrigo rojo y verde navidad—. Está genial, ¿verdad?

Mire horrorizado tal aberración. En el centro de su espalda una barba artificial y un sombrero sobresalían de la tela. El rostro color carne de Santa Claus era aún más horrible, incluso de su boca salía una nube de comic blanca que se posaba por encima del horrible muñeco y exclamaba ¡Ho, ho, ho!

—¿Que es...

—Mi mamá lo hizo para mí y si, tal vez sea un poco exagerado...

—¿Un poco?

—Pero a mí me encanta y eso es lo importante—finalizó sin prestar atención a mi comentario.

—Muy bonito discurso pero eso no significa que esa cosa no sea horrible.

Una sonrisa macabra se posó en sus labios. No me gustaba nada, nadita de nada, me espantaba.

—No usaré esa cosa ni hoy, ni mañana... Y ¡Ah! ¡Nunca!—le advertí al ver sus malévolas intenciones.

Milagro de navidad entre bolas de nieve | Festividades#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora