MAYO.
No estaba celoso, era lo que me repetía una y otra vez mientras veía fijamente a Sussie sonreírle a un tipo totalmente encantada. Su sonrisa brillante no se la estaba dando a él, sino a alguien más.
Igual no estaba celoso.
Aun cuando Sussie colocaba sus manos bajo la barbilla completamente interesada de lo que el hombre le decía. Incluso podía ver cómo le hacía ojitos al tipo del otro lado de la barra.
No, olvídalo, no estaba celoso.
Pero Sussie se veía tan increíblemente encantada, como si el hombre que estaba frente a ella fuera la última coca cola del desierto. A ella le gustaba o esa era mi impresión.
Si, tal vez estaba un poco celoso.
Mi ritual de siempre antes de entrar a la tienda de Charlie era mirar a escondidas a Sussie desde el otro lado del cristal principal. Sussie siempre estaba ahí, con su cabello castaño cubriéndole los hombros y la espalda, con su sonrisa especial en su rostro y atendiendo a uno que otro cliente como ella sola sabía hacerlo. Me gustaba verla igual que un acosador, solo que no con la mente morbosa de ellos, solo... me sentía en paz con solo verla ahí, feliz y tranquila.
Las cosas fueron diferentes esta tarde, apenas me detuve frente a la tienda. Sussie atendía a un cliente, pero no era uno más. Podría jurar que ambos tenían historia y eso no me gustaba.
Un poco no, estaba muy celoso porque la verdad era que Sussie me gustaba cada día más.
Al parecer Sussie sintió mi mirada porque desvió sus ojos del tipo hacia el ventanal. Una sonrisa más brillante se dibujó en sus labios y con gestos—para nada discretos—, me pidió que entrara a la tienda.
Lo cual hice con la sonrisa más falsa que pude haber formado en toda mi vida. Trataba de hacer el esfuerzo pero el tipo en cuestión no era de mi mayor agrado y quería demostrarlo. Cualquier cosa tendría mí siempre excusa de que no me gustaba conocer a personas nuevas.
—¡Grinch, viniste!—saludó ella con su particular manera de ser—. ¡Hoy hice unas galletas bue-ni-si-mas, te chuparas los dedos!
—Si son de chocolate me llevaré tres docenas de ellas.
—¡Adivinaste! Hice muchas de chocolate solo para ti—una verdadera sonrisa se dibujó en mis labios, realmente Sussie tenía aquel don—. Las guardé en la cocina, solo dame un momento.
—Dime que tienes algunas para mí también, necesito un poco de chocolate en mi sistema—De inmediato, el tipo me quita los pocos ánimos que Sussie me había dado. Esas eran mis galletas. El tipo se dio cuenta de que le observando y se encogió de hombros sonriéndome un poco apenado—. Lo siento amigo, solo que las galletas de Sussie son impresionantes.
—Tampoco es para tanto—Sussie se sonrojó mientras mordía su labio inferior algo nerviosa—. Solo hay que hornearlas con mucho amor.
—Y a ti te sobra el amor para dar, ¿Verdad?
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Milagro de navidad entre bolas de nieve | Festividades#1
Short StoryJhetro Cavanagh podría haberse convertido en el nuevo Grinch hace nueve años atrás, cuando perdió a su vida, su luz... a ella. Odiaba ver las luces, odiaba los pinos, odiaba los villancicos y odiaba ver a la gente irradiar de felicidad en esas época...