25 de diciembre de 2018
Luego de haber colgado el teléfono podría jurar que las orejas puntiagudas del elfo estaban caídas, pero al notar como la observaba el elfo embozo una gran sonrisa y convocó la energía y felicidad que obviamente no tenía para mostrármela.
—¡Gracias! Ahora, ¿me sigues?
¿La sigo? Era una loca y no sabía de lo que era capaz. ¿Seguro era lo más sensato?
Encogiéndome mentalmente de hombros le asiento, de igual manera, ¿Qué otra cosa iba a hacer? ¿Hundirme de la miseria en mi apartamento? Ya lo hacía todos los años, una loca tal vez podría ser una buena y extraña distracción.
—Seguro.
A medida de que caminaba podría haberme arrepentido un poco de seguirla. El elfo no paraba de hablar, su manera de expresarse me causaba tanta gracia como esta situación, incluso algunas personas a nuestro alrededor se nos quedaban mirando extrañados.
No era una normal que la chica saltara tanto por cada cosa que observaba.
—¡Mira esas luces! ¡Son geniales!
Podría darme unos mini infartos cada vez que se sobresaltaba en sus patines. Esas cosas podrían ser mortales y la herida en su pierna me lo confirmaba.
—¿Por qué saliste en patines y no en tus zapatos de elfo?
—Santa quiere que seamos productivos en el polo... ¡Ah, mira esa corona! ¡Está taaaan bonita!—exclamó señalándome dicho objeto como si de un Lamborghini se tratara.
—Pues Santa es un imbécil—dije de mala gana e ignorando su comentario—. Ahora por su culpa estás herida.
—¡Hey, Santa no es un imbécil! Cuida tu bocota porque si no tendrás que entrar en la lista de los niños malos—sonrió pícaramente y patinó más rápidamente hacia la tienda navideña.
Solo nos llevó quince minutos llegar a la tienda, al parecer estaban a punto de cerrar, pero el encanto de elfo enamoró al encargado y nos dejó entrar para escoger el obsequio de la señora Claus.
Dentro de la tienda había de todo un poco, podría jurar que hasta un Santa con lentes de sol y camisa Hawaiana nos observaba al otro lado de la tienda.
Hawaii, joder, como te extraño. En estos momentos estaría a orillas de la playa tomándome una botella de vodka y sumergiéndome en la miseria como siempre lo hacía... Solo cambiaba el ambiente, ya saben, miseria en la playa con Jethro Cavanagh.
Distraído con mis pensamientos sigo al elfo hasta un largo pasillo repleto de bolas de nieve, por un momento mi respiración se aceleró. Era el objeto navideño que más me recordaba a Luna. ¿En qué estaba pensando cuando decidí venir? Dando media vuelta estaba a punto de salir de la tienda cuando un abrazo hacia mi espalda me detuvo, fue ahí que estuve consiente de que el elfo me estaba llamando a gritos desesperados.
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Milagro de navidad entre bolas de nieve | Festividades#1
Short StoryJhetro Cavanagh podría haberse convertido en el nuevo Grinch hace nueve años atrás, cuando perdió a su vida, su luz... a ella. Odiaba ver las luces, odiaba los pinos, odiaba los villancicos y odiaba ver a la gente irradiar de felicidad en esas época...