Capítulo 8.

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29 de diciembre del 2018

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29 de diciembre del 2018.

Decir que ayer había sido uno de los mejores días de mi vida era la total y completa verdad. Podría haber estado entre las tres mejores cosas que había hecho en los últimos nueve años. Lo más impresionante de todo es que había sido con una completa desconocida. Si, así de triste vivía esta vida.

Podría haber conocido a Sussie hace unos días pero seguía siendo una desconocida. Aunque lo que era seguro es que yo sabía muchísimo más de ella, por su parte no podría decir lo mismo. Desde que tengo memoria siempre había sido muy reservado y contar cosas de mí a la ligera no era mi tarea favorita.

Sussie envolvía un libro de cuentos con papel de regalo de manera experta, dejando a muchas personas—entre esas yo—, en ridículo por el don que poseía. La manera precisa en la que doblaba el papel de regalo era impresionante. Envolver un regalo podría considerarse una de las tareas más sencillas pero no todos tenía el don como Sussie y algunos simplemente hacían un desastre.

Ella levantó su vista y se fijó en la caja que forzosamente trataba de envolver, rio un poco al ver el desastre que había hecho.

—Ya sé que es horrible.

—No iba a decir eso.

—Tal vez, pero igual lo estás pensando—suspiré dejando la caja y el papel de lado—. Recuérdame porque estamos aquí.

—Porque mi quinta razón de amar la navidad son los regalos—recordó volviendo a su tarea de envolver.

—Es cierto, es bueno recibir regalos de personas que te conozcan. Una vez recibí gelatina para el cabello.

—Es un buen regalo.

—Tenia brillitos y se llamaba Gelygirl—Nuevamente dejó de lado el regalo e hizo una O con sus labios—. La persona que me lo regaló pensaba que era gay. Cosa ridícula, si fuera gay también sería lo último que le pondría a mi cabello.

—Tienes razón, regalarle a alguien que no conozcas también puede ser una tarea difícil.

Sus palabras me tocaron un poco, de alguna manera quise contarle un poco de mí. Tal vez no era de esas que querían inmiscuirse en la vida de los otros—Cosa que no creía—, pero si sabía que le contaba quién era Jethro Cavanagh tal vez haría más preguntas.

Lo que no entendía realmente era el por qué quería que Sussie husmeara en mi vida cuando más buen odiaba que las personas lo hicieran.

—Mi apellido es Cavanagh—mascullé volviendo a la tarea de envolver el regalo—. Lo menciono porque sé que no te he contado casi nada de mí.

Sussie sonrió, dejó de lado el regalo y en posición de indio aún sobre el suelo de la cocina de la tienda de galletas me observó con curiosidad.

—Continúa.

—¿Qué más te puedo decir?—pregunté poniéndome un poco nervioso.

—¿Qué tal si jugamos a las siete preguntas?

Milagro de navidad entre bolas de nieve | Festividades#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora