Capítulo 22.

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24 de diciembre de 2019

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24 de diciembre de 2019.

MAÑANA.

—Nosotros no colocamos árboles artificiales en la casa, ¿están dementes?

—Las cintas son horribles.

—Umm, ¿luces de colores? ¿En dónde estamos? ¿En un carnaval?!

—¡¿Qué?! ¿Ustedes colocan estrellas en la punta?

Mala idea, una muy mala idea invitar a adornar el árbol de navidad junto a los Ralston. Nunca pensé que la mamá de Sussie y mi mamá chocarían tanto. En realidad, ambas mujeres estuvieron encantadas de conocer a la otra la semana anterior, tanto así que mi madre invitó a los Ralston para nochebuena y Navidad. Era la primera vez después de tantos años que pasaba Navidad con mi familia, finalmente había accedido a pedido de mi madre y Sussie.

Pensaba que sería una grandiosa idea hasta que Liz vio el pino natural del salón con horror. Recordaba que los Ralston desde que Sussie era un bebé, montaban un pino artificial en su casa para así preservar la vida de los árboles. Por parte de mi familia, un pino artificial era un sacrilegio para la navidad por lo que todos los años se adquiría uno nuevo completamente natural.

Esa crisis se superó rápido, Sussie habló con su madre y le dijo que esa no era su casa, yo hablé con la mía y le dije que debía respetar los pensamientos de los demás. Todo iba a bien, hasta que Liz sacó unas cintas de su cartera para colocarlas en el árbol, como muestra de gratitud por invitarlos y además para que estuvieran presentes en el árbol de los Cavanagh.

Mamá odio las cintas, otra discusión se formó y Sussie y yo tuvimos que intervenir. Mamá finalmente puso las cintas.

Sobre las luces de colores, Liz las odiaba, pero Sussie jaló la oreja de su madre y ésta tuvo que aceptar encantada las luces de mi madre.

¿Y la estrella en la punta del árbol?

Ambas mujeres se reconciliaron al estar de acuerdo en que las estrellas eran mejor que colocar un ángel en la punta. Ahí paró la discusión entre Liz Ralston y Sophia Cavanagh.

—Fue una mala idea—le mencioné a mi chica quien estaba sobre mi regazo, ambos en el porche de la casa de mis padres observando como la nieve caía del cielo—. Lamento que mi mamá se comportara de esa manera.

—No hay problema, lamento que mi mamá dijera esas cosas del árbol de tu familia.

Nos quedamos en silencio, nos miramos y ambos rompemos en carcajadas.

—Es la cosa más divertida que he presenciado en años—le confesé aún entre risas.

—¿Viste cómo se reconciliaron apenas vieron la estrella dorada? ¡Dios mío! Esas mujeres están locas.

Reímos hasta el cansancio hasta que nuestro abdomen dolía.

De un momento a otro le dimos paso a la seriedad, aún en silencio observábamos con atención los finos copos de nieve caer del cielo. Era increíble pensar en dónde me encontraba ahora y dónde me encontraba años atrás. No podía mentirles, extrañaba las playas de Hawaii solo por el siempre hecho de que allá no me congelaba el trasero, pero ahora estando aquí, con Sussie en mi regazo, con mi familia dentro de casa preparando la cena, creo que extrañaba aún más el hecho de no ser un Grinch y compartir con alguien más en navidad.

Milagro de navidad entre bolas de nieve | Festividades#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora