“Espero que brilles tal y como eres, mantendré en mi memoria la imagen de tú sonrisa.”
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La chica reposo su cabeza sobre la aquella piedra llena de flores. Y suspiro con pesadez intentando aguantar las lágrimas. A pesar de que ella estuviera desecha, se juro todos aquellos meses de duelo no llorar sólo que no puedo evitar romper esa promesa que se hizo a sí misma y se la hizo a él.
Sólo que una traicionera y silenciosa lágrima se deslizó sobre su mejilla.
Ya no hay nadie que las seque por mi.
Tengo que hacerlo por mi misma.
Pensó pasando con sutileza su mano sobre la mejilla. Miró aquel lugar en donde grandes y hermosas flores crecían. Lo cual de cierta manera le alegró.
—Desde que te fuiste muchas cosas cambiaron. - dijo con un ligero nudo en su garganta —. Giorno es alguien importante en la mafia, Mista también y tenemos un nuevo amigo es francés sólo que extrañamente es una tortuga. - miro al cielo riendo —. Pero no es lo mismo sin ti... - mordió su labio —... Cuando me entere por el mismo Fugo sobre lo de Bruno, Narancia y de ti, me rompí, mi mundo en ese momento acabó...¿Por qué Leone? Debiste dejarme ir contigo... No sabes lo mucho que me odio por no intentar seguirte.
La azabache sonó su nariz con un pequeño pañuelo.
—Yo quería estar siempre a tú lado. - chilló —. Tú lo prometiste y a pesar de que al principio nunca nos llevamos bien, al final todo mi corazón lo abarcaste tú.
...
Colocó su mochila correctamente en su espalda y al salir de aquel edifino miro al auto que se encontraba en la otra cera, así que emprendió camino hacia el asiento delantero, donde al abrirlo termino siendo juzgada por la mirada del albino.
—Tú cara de amargado me deprime. - suelta cerrando la puerta
—Y tú manera de acertar las cosas me fastidia. - arranco el auto
La azabache le sonrió.
—El sentimiento es mutuo, Leonito.
—No me digas así. - gruño
—De acuerdo Leonito Abbacchio.
—No puedo esperar mucho de una mocosa como tú. - rodó los ojos
—Voy en el último año de universidad y soy una adolescente, también tengo a mi fabuloso Red Moon. - elevó sus hombros
—Vete a la mierda mocosa presumida. - soltó —. Bruno sólo está habiendo una guardería, primero tú y después ese nefasto idiota de Fugo...por lo menos tú eres útil.
—Más útil que tú por supuesto.
—No te pases de lista conmigo.
—Vamos, Leonito. - golpeó con suavidad su brazo —. Tú me agradas mucho.
...
Miró como las olas del mar se movían con suavidad y recargo su cara contra sus rodillas.
