“Me encantara confundirte, te voy a disfrutar.”
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Joy Joestar la prima hermana de Jonathan quien solía visitarlo en verano hizo su aparición aunque sus pensamientos positivistas acabaron cuando Dio Brando apareció en aquella casa.No había cosa que no la fastidiada de Dio, el era todo lo que Joy detestaba en un hombre.
Fingía caballerosidad pero en realidad era un verdadero monstruo.
Aunque lo juzgará así Joy no era un ángel, cada vez que están podía iba con su tío ya que su familia había caído en la banca rota y cuando la oportunidad se daba, robaba algo de dinero o cosas de valor para que su familia pudiera salir de sus deudas o poder comer por lo menos una noche de manera descente.
Y para su mala suerte aquel rubio había presenciado todas esas veces en las que tomó el dinero. Ahora la había llamado a su habitación seguramente para chantajearla.
No tocó ni nada, sólo entró y cerró la puerta detrás de ella encontrándose con Dio leyendo un libro.
—Colocá el seguro. - ordeno sin despegar la mirada de su libro
Esta se giro nuevamente para hacer lo que le dijo.
—Ven a acá. - apuntó a una de las sillas a su lado
Esta camino hasta la silla y sin más soltó si pregunta.
—¿Qué demonios quieres?
—Que lenguaje tan vulgar. - dejo su libro en la mesa —. Aunque se espera de una ladrona.
—No tengo todo el día.
La relación entre Dio y Joy es demasiado tensa, ellos se odiaban o es lo que creía la rubia. Ya que desde que se miraron todo fue mal. Ella defiende a Jonathan normalmente de las amenazas de Dio y sus amigos. Pero no puede hacerlo todo el tiempo debido a que todas las humillaciones eran frente a su tío. En pocas palabras eran el fosforo y la caja y quien iniciaba el fuego es Jonathan.
—Pues que lastima. - la miró —. Ya que yo si. - sonrió
—¿Con qué vas a chantajearme? - elevó su ceja sentándose frente a él —. Si quieres la combinación puedo dartela, aunque el dinero es puesto ahí cada fi...
—No quiero algo que en un futuro voy a tener. - chasqueo la lengua —. En la calle una persona que es atrapada por alguien para mantener su secreto, tiene que convertirse en su perro ¿Me entiendes?
—Perfectamente. - responde la chica sin despegar el contacto
—¿Qué quieres que haga?
—Comenzamos a entendernos, Joy. - le sonríe con malicia tomando su mentón —. A partir de ahora eres mi perra y harás lo que yo digan ¿Entendido?
No le quedo más que asentir, aunque en el fondo sabia que ser el perro de Dio no sería sensillo.
—Si eso es todo. - se levantó de la silla —. Me voy.
Su andar fue impedido por el fuerte agarre de Dio en su muñeca, lo que hizo que se detuviera abruptamente para segundos después terminar en las piernas del rubio.
—Aún no he terminado contigo. - le susurra en su oído —. Mi perra debe satisfacerme.
—Estas loco. - suelta intentando levantarse
—Ya lo sé. - mordió el lóbulo de su oreja —. Pero te jodes y cooperas ladrona estúpida.
Sus manos recorrieron la cintura de la rubia quien tembló al sentir como se detuvieron en sus pechos estrujandolos con fuerza, causando que esta levemente se arqueara.
