“Me siento como en el paraíso en este momento.”
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Sus mirada se encontraba enfocada en la ventana del auto, se encontraba aburrida y definitivamente Fugo no haría nada por animar el ambiente. Así que no pudo evitar soltar la pregunta que desde hace mucho tiempo rondaba su cabeza.
—¿Por qué no usas tú stand? - cuestionó repentinamente la chica se mechones morados
—Deberías enfocarte en la misión en vez de hacer preguntas tontas. - le responde
Si tan sólo el Fugo de las mañanas fuera comparado con el Fugo en misiones, la diferencia sería demasiada. Pero aún así Joy adoraba ambas facetas de dulces y tiernas a serio y relajado pero a la vez tan distante con ella.
—Dímelo. - suplico habiendo un puchero cerca de este
—Ya te dije que dejes de pensar en eso.
Colocó la mano en la cara de la fémina y la empujó a devolverla a su asiento. Fugo Pannacota y Joy Belmondon, eran dos cosas distintas. Aunque a pesar de que sus personalidades solían chocar, su relación se encontrá más estable que el peinado de faraona de Bucciarati.
—Fugo. - lo llamó en voz baja
—Dime. - contestó sin apartar la vista del frente
—¿Por qué no quieres decirme?
—Simplemente, no quiero y ya. - soltó
Esta suspiró derrotada para hacer nuevamente un puchero. Si en la relación, Joy es demasiado inmadura sólo que a Fugo le encanta esa inmadurez tan natural de su querida pelinegra.
—Eres malo.
—Actuas como una niña, Joy. - dice sin inmutarse
Oh sí, para ser Fugo el estaba teniendo demasiada paciencia.
—Sólo tengo curiosidad. - hizo una pausa —. Así como cuando uso lencería negra y tú tienes curiosidad de como me vería sin ella.
Su comentario causó que el pelinaranja frenará de golpe. Provocando que la fémina riera ante su reacción.
...
Una vez terminada la misión que les fue asignada, no tardaron en volver a casa donde la primera en entrar fue la chica de mechones morados para sentarse cerca de la mesa de centro y leer una revista que se encontraba arriba de esta.
Elevó la mirada de su lectura para enfocarla en su novio quien no tardo en sentarse a su lado.
—Que misión tan cansada hemos tenido. - sienta este recargando su cabeza en el hombre de la chica
—¿Disculpa? - cuestionó —. Si la que hizo todo el trabajo fui yo.
—Da igual Joy, yo golpee a esos idiotas que intentaron poner sus manos encima de ti.
—Debiste usar a Purple Haze.
—¿No me vas a dejar hasta saberlo, cierto? - cuestino mirándola
