“Ahora se quien soy cuando no estas, no puedo existir, soy como un muñeco sin alma.”
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Joy Rossi
Cuando eres joven, a veces no comprendes el porqué de las acciones, y como estas te hicieron llegar a lo que eres actualmente. Creo que esa es la parte divertida de crecer, ya que solo uno mismo puede aprender de sus acciones y reconocer sus errores.
Aunque algunas veces, puedes pisar demás y no encuentras salida, de aquel alto acantilado, tal vez pude terminar siendo alguien más, alguien sin futuro y esperanza en el mundo de la oscuridad, llevada de la mano en los trabajos placenteros de la noche.
Afortunadamente no fue así, hubo alguien que me salvo, quien me dio luz, quien me tendió la mano, cuando no pudia sostenerme bien en aquel acantilado. Bruno Bucciarati, me dio la oportunidad de cambiar.
Era joven, torpe, sin futuro o esperanza alguna, aún así, fue la única persona que confío en mí, y no se arrepintió jamás de hacerlo.
—Tú debiste tener un final diferente. - susurró
En mis memorias, el recuerdo de mi amado permanece. Más allá de ser solo un simple capo, este fue la persona que me mostró, lo que significa amar y a la vez, sufrir.
En vida Bruno, me dio todo el amor del cual yo pude carecer, pero una vez que el se fue, mi corazón se rompió, y algo dentro, ya no es igual.
El jamás me aceptó como una subordinada, simplemente me abrió las puertas de su casa junto a su entera confianza.
—Los recuerdos de una adolescente, son demasiado poderosos. - miro a la nada —. Y más cuando se trata de la persona que ama.
Me rechazo, sí.
Y fue así, más de una vez.
Sólo que mi insistencia, por demostrarle lo que siento, llego en más de un momento, a provocar incomodidad entre nosotros.
No me importaba, yo era feliz, mirándolo sonrojado. Debido a que yo era, la causante de eso.
En algún momento, comencé de cierta manera a dejar de hostigarlo. Tal vez era por mi convivencia, con sus subordinados. Todos conviviamos en una misma casa, así que era demasiado común toparme con estos, a todas horas.
Bruno, jamás me prohibió hablarles.
Solía convivir demasiado tiempo con Mista y Fugo.
Aunque con Leone, era otro caso, teníamos platicas largas, algunas veces me aconsejaba o inclusive me daba uno que otro regaño pero no al nivel de Fugo. Tal vez en algun momento mi corazón, sintió algo por más de uno.
Aunque, una adolescente de dieciséis rodeada de hombres, es imposible que esta actúe normal. Debido a que la incomodidad, existe en todo momento, no puedes dejar ninguna puerta sin seguro, colocar tu ropa en cualquier lugar, ni mucho menos compartir un baño con ellos.
Todos me dieron mi espacio y mi lugar.
Sobre todo Bruno, el se molesto demasiado en prestarme atención y atender mis necesidades primordiales. Además de ayudarme con mis problemas, como si de un hermano se tratará.
Yo jamás lo vi como uno.
Y el tampoco me vio como solo una hermana.
—¿Qué sentido tiene saber tus sentimientos cuando tu ya no estás aquí? - mi voz se rompe
