IV: Un corazón en cenizas.

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Asahi irrumpió en la habitación con un portazo, aun cuando Shimizu le suplicó que no lo hiciera.

"¡Dímelo a la cara, Noya!" dijo, más que molesto, caminando hasta donde estaba su compañero leyendo un libro. Ni se inmutó, ni se sorprendió. Parecía verlo venir. "¡Yuu!"

"Cállate." Respondió, en un tono de voz tan tranquilo que lo molestó. "Estoy leyendo, Asahi-san. ¿Puedes darme espacio?"

Asahi apretó los puños.

"Nishinoya." Repitió, en un tono más suave, pero aún tenso.

"¿Sí? ¿Puedes decirme qué necesitas e irte?" Noya dejó su libro a un lado antes de mirar a Azumane.

"Yuu, lo siento."

Azumane no se había disculpado ni una sola vez desde lo sucedido. Nishinoya se inmutó.

"¿Qué dices?" preguntó, incrédulo.

"Lo siento. Debí darte la libertad de elegir qué querías hacer con ese bastardo y no debí decir lo que dije. Lo siento mucho."

Las palabras de Azumane le atravesaron el pecho como balas. Habló un rato más hasta que se dio cuenta de que Yuu no lo oía, y salió de la habitación.

Nishinoya seguía aturdido.







"¡Noya!" Daichi le había tocado el hombro, y él se había encogido en el momento que lo hizo. "¿Noya? ¿Estás bien?"

"Sí, lo estoy." Mintió, como de costumbre. "Es un rasguño."

Nishinoya estaba tan acostumbrado a mentir que Daichi sonrió y empezó a contarle la razón de que lo buscase, dejándolo segundos después para su horrible tarea semanal.

El hombre que había estado abusando física y sexualmente de él estaba esperándolo como de costumbre en la parte de atrás del instituto.

Aún recordaba el momento en que todo empezó. Cómo lo había seguido y había puesto un cuchillo en su garganta, cómo lo había amenazado tantas veces, las fotos que le llegó a entregar en sobres como prueba de que seguía a sus amigos.

Llevaba dos años haciéndolo.

Hasta que Asahi, por primera vez, lo detuvo en el camino.

"¿Noya? Es tarde. ¿Qué haces?" Dijo, trotando hacia él con las manos en los bolsillos de la sudadera. La noche era fría, el invierno caía sobre ellos y los cubría en una niebla espesa.

"Asahi-san." Respondió, nervioso. "Voy a fumar."

Asahi alzó una ceja.

"Odias fumar solo." Le dijo, confuso.

"Quiero pensar. Ve a dormir, estaré en la habitación pronto." Le sonrió a medias, y Asahi lo hizo de vuelta.

Y era por eso, por esa sonrisa, que Yuu había seguido todas las reglas de Akiyama y había aguantado tantos abusos. Asahi tenía un maldito corazón de oro, que Nishinoya aseguraba que no merecía, y protegería a toda costa.

Akiyama, un hombre despreciable y frívolo, era un mafioso de alto rango que lo había estado amenazando con asesinar a Azumane si le contaba algo a alguien.

Pero esa noche Akiyama fue brutal contra el joven pequeño y de tez blanca. Le desgarró la playera, e incapaz de ponerse la sudadera que llevaba en un principio por el dolor en sus extremidades, en camino a la habitación, se encontró con Asahi quien había salido preocupado por su compañero.

『 fighters ; haikyuu 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora