X: Interrogantes

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Osamu estaba haciendo flexiones, con Atsumu a un lado. Su hermano gemelo estaba leyendo mientras él ya había perdido la cuenta de cuántas flexiones había hecho. Sus brazos empezaban a pedirle perdón, fácilmente ya había pasado las doscientas.

Era hastiante. El insomnio iba a matarlo, pero sabía que Tsumu estaba cayéndose del sueño. ¿Por qué mierda no se iba a dormir? Oh, cierto, ya lo recordaba. El terror de que Runa fuese por él mientras Osamu no estaba.

Maldijo.

¿Por qué era tan difícil? Ya se había acostumbrado a sus horrendas tareas, a su horario y a ese gimnasio maloliente con goteras. Ya había aceptado su terrible suerte, y se había adaptado a ella. Cuando Runa lo llamaba para un encargo, ya no suspiraba. Ya no se quejaba, y ya no rodaba los ojos. Simplemente acataba órdenes y se iba lo más rápido posible, antes de que esa fiera se pusiera creativa.

Era el diablo. Osamu lo sabía.

"¿Escuchaste?" murmuró su hermano, en su dirección. Se detuvo.

"¿Qué?" preguntó, levantándose del suelo con facilidad.

"Pasos. Pero no son tacones. No lo sé."

Se quedaron en silencio. Los pasos sonaban cada vez más cerca, se estaban tensando, sus pulsaciones a mil por hora.

"¿Qué demonios hacen aquí?" preguntó Sakusa, asomando la cabeza en la puerta del gimnasio. "¿Saben qué hora es?"

Suspiraron de alivio al mismo tiempo.

Habían convivido apenas unos días. Osamu era callado, pero Atsumu era más parlanchín y ya había hecho buenas migas con todos, especialmente con Bokuto y Sakusa.

"¡Kiyoomi! Osamu no puede dormir, estoy acompañándolo." Sonrió Atsumu, en su dirección.

"¿Por qué no le dices que ya estaba preparado para volarle la cabeza de una patada?" comentó Osamu, de espaldas a los otros dos. Su hermano le golpeó la cabeza.

"¡No seas tan maleducado!" lo regañó su hermano gemelo, y volteó nuevamente a Sakusa. "¿Puedo irme contigo? Está de un humor pésimo." Se quejó.

"Pensé que era su estado natural." Se encogió de hombros Kiyoomi, sarcástico. "Vamos. Sachiro se quedó en la habitación de Kuroo y Kenma, de nuevo."

"El bagre no se rinde." Negó Atsumu con la cabeza, tomó su libro y antes de irse le dirigió una mirada a su hermano. "Voy a estar bien."

"Más te vale." Respondió Osamu, sin mirarlo aún. Estaba terminando de secarse el sudor para tirarse una camiseta encima e ir a la oficina de Runa.

Puede que fuese un egoísta. Puede que se hubiese dejado llevar por su interés personal y que eso fuese terriblemente malo. Pero nadie, absolutamente nadie, iba a entender o iba a llegar a saber cuánto dolor le había causado ser el favorito de esa mujer. Cuántos encargos, cuántas vidas arrebatadas. Tal vez nadie iba a entenderlo, tal vez su hermano iba a odiarlo cuando se enterara. Pero le daba igual.

Mientras caminaba hasta el elevador, se convencía a sí mismo de que no era una mala persona. No tenía preferencia, era un simple humano. Un simple humano que cometía errores y que tenía esqueletos en el clóset, cuyos fantasmas lo atormentaban a diario.

Era sólo chico.

Uno de los hombres de Runa lo esperaba cuando entró al elevador. El silencio, tan familiar como lo conocía, iba a matarlo. Joder que iba a hacerlo. Sentía el corazón a mil por hora, pero su respiración estaba tranquila. En su mente, seguía convenciéndose a sí mismo de que estaba bien. Había hecho tantas cosas. Era hora de sacarle algo a esa mujer, ¿no?

『 fighters ; haikyuu 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora