III: La reina del bosque.

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Bokuto estaba tan jodidamente cansado que creyó que escupiría los pulmones en vez de sangre. Sentía que su pecho era una herida abierta a la que le estaban echando alcohol, la sangre de sus venas corriendo como fuego líquido.

"¡Bokuto-san!" Akaashi estaba apuntándole a Lev. No podía. No podía hacerlo. Pero Yaku estaba apuntándole a Bokuto.

"¡Maldita sea, Keiji!" maldijo Kuroo, apuntándole al azabache. "¡No te atrevas!"

"¡Quítale el arma de la sien a Bokuto, Yaku, ahora!" Gritó Akaashi, sosteniendo como podía a Lev, apuntándole en la sien igual.

"¡No tengo opción, Akaashi, lo sabes!" Yaku sentía sus mejillas llenarse de lágrimas. Tomó una bocanada de aire, y la tensión se intensificó cuando, en un movimiento rápido, Kanoha le disparó a Yaku en la cabeza.

"¡Yaku!" Lev se apartó de Akaashi con tanta facilidad que lo molestó. Lagrimeaba, sus ojos se desbordaron como una presa que acababa de romperse. Lev caminaba hacia Kanoha, vaciando el cartucho de su nueve milímetros contra él. Y aun cuando estaba en el suelo, siguió disparando, hasta que su arma se quedó sin balas. "¡Una maldita bala por la espalda!" gritó, desgarrándose la garganta al hacerlo. "¡Eso es bajo, incluso para ustedes, maldición!"

Tetsuro estaba estático en su lugar. Akaashi se había reunido con Bokuto y estaban a la espera de que atacasen, cuando Tatsuki le disparó a Lev.

"Una maldita bala por la espalda." Volvió a maldecir, quedándose sin aliento y cayendo de rodillas. "Es bajo... incluso para ustedes... malditos búhos callejeros."

Kenma fue el que sorprendentemente acabó la pelea, disparándole a Tatsuki por la espalda también.

"¡Kozume!" exclamó Kuroo, corriendo hasta él. En un movimiento rápido, lo puso tras su espalda, y le apuntó a Kotaro, quien había puesto de igual manera a su compañero detrás de él. "Se acabó, lo sabes. Lo sabes, Bokuto."

El nombrado sólo reafirmó el agarre en su arma. Akaashi también lo apuntó detrás de él.

"Suelta el arma, Kuroo." Dijo Kotaro, con la voz rota. 

"¿Por qué no lo haces tú?" intervino Kozume, apuntándole al contrario con la misma seguridad.

Akaashi junto con Bokuto apuntaban a Kuroo. Kuroo y Kenma apuntaban a Bokuto.

La situación estaba tan jodida que, cuando escucharon pasos aproximarse, los cuatro agradecieron que no tenían que seguir apuntándose. Apuntaron a los causantes del ruido, en una cadena que intimidaría a cualquiera.

"Bajen esa mierda. Se acabó." Habló tajante Osamu, guardando sus cuchillos en los bolsillos de su cinturón.

Osamu y Atsumu se quedaron de pie frente a los cuatro.

"Tsumu..." La voz de Kuroo luchaba por no temblar. "¿Kita? ¿Suna?"

Atsumu negó con la cabeza, con la mirada gacha. No quería responder, temía que su voz temblara.

"Se acabó." Repitió Osamu, dándoles la espalda.

Las luces se encendieron, y una mujer alta, blanca y de cabello rojo entró sonriente.

"Me impresionan. Joder que lo hacen." Rió, alzando una copa con lo que presumieron era champán en su dirección, antes de darle un trago. "¡Han de estar cansados! Vayan a ducharse y descansar. Son mi nuevo equipo." La mujer caminaba hacia ellos haciendo sonar sus tacones negros en el suelo. Se acercó a ellos lo suficiente como para ver sus expresiones llenas de dolor. "Oh, vamos, ya basta de caras largas."

"¿Te había dicho lo maldita que eres, Runa?" habló Kuroo, molesto, guardándose el arma en el mango de la correa.

"Oh, Tetsuro, no me digas que les tenías afecto."

『 fighters ; haikyuu 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora