El club de duelo

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James leyó de reojo el título del siguiente capítulo y sonrió.

—Yo leo—se ofreció.

Lily le tendió el libro con notable desconfianza a lo que el chico sonrió.

—El club de duelo—leyó haciéndose el sorprendido.

Al despertar Harry y Emily en la mañana del domingo, hallaron el dormitorio resplandeciente con la luz del sol de invierno, y sus brazos otra vez articulados, aunque muy rígidos.

—¡Están bien!—dijo James, miró a Lunático—¿ven? No tenía que preocuparme.

Lunático negó con la cabeza.

—Dime que no es así en el futuro—pidió a Sirius.

—Pues yo no sé—respondió Sirius—, se nos murió antes de que pudiéramos descubrirlo.

Fue uno de los primeros chistes que hizo acerca de la muerte de su amigo.

James rió.

Se sentaron enseguida y miraron hacia la cama de Colin, pero estaba oculto tras las largas cortinas que Emily había corrido el día anterior. Al ver que se habían despertado, la señora Pomfrey se acercó afanosamente con la bandeja del desayuno, y se puso a flexionarle y estirarle a Harry el brazo y los dedos, después prosiguió con Emily.

—Todo va bien —les dijo, mientras ellos apuraba torpemente con su mano izquierda las gachas de avena—. Cuando terminen de comer, puedes irse.

Sirius y June se miraron inmediatamente y soltaron un suspiro aliviados a pesar de que ya sabían que no había sido grave. Les daba cierta tranquilidad escucharlo de nuevo.

—¡Si!—gritó Emily contenta.

Harry y Emily se vistieron lo más deprisa que pudieron y salieron precipitadamente hacia la torre de Gryffindor, deseosos de hablar con sus amigos sobre Colín y Dobby, pero no los encontraron allí.

—¡Pasar información!—dijeron ambos chicos antes de que pudieran decirles algo más.

—Información importante—dijo Harry.

—De vida o muerte—apoyó Emily.

Harry y Emily dejaron de buscarlos, preguntándose adónde podían haber ido.

Cuando pasaron por delante de la biblioteca, Percy Weasley precisamente salía de ella, y parecía estar de mucho mejor humor que la última vez que lo habían encontrado.

Ron lo miró y alzó las cejas varias veces divertido. Percy negó con la cabeza divertido.

—¡Ah, hola, Harry, Emily! —dijo—. Excelente jugada la de ayer, realmente excelente. Gryffindor acaba de ponerse a la cabeza de la copa de las casas: ¡ganaste cincuenta puntos!

James se detuvo un momento para sentirse orgulloso.

—Si no sigues leyendo te lo voy a quitar—advirtió Lily.

—Ay—se quejó James—, que abusivos.

Lily rió.

—¿No has visto a Ron ni a Hermione? —preguntó Harry.

—¿O a Luke y Alice?—completó Emily.

—No, no los he visto —contestó Percy, dejando de sonreír—. Espero que Ron no esté otra vez en el aseo de las chicas...

Los mellizos Potter y La Cámara SecretaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora