Capítulo 18

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Narrador.

Finalmente era sábado, Lucrecia estaba sentada ya en el juzgado esperando a que todo iniciará.
Los últimos días habían sido muy difíciles, estaban muy frescos aún los recuerdos del entierro de sus padres.

Días antes.

Lucrecia se encontraba sentada en una silla, rodeada de sus amigas que le brindaban apoyo, mientras que frente a ella podía ver a Max sentado en el medio de los dos ataúdes contandoles a sus abuelos sus primeros días de clases.
Un momento después con un puchero Max acercó a ella.

Max: Mami.- Dijo con su voz triste.- ¿No los pueden sacar un ratito para que estén conmigo?

Los ojos de la chica cristalizaron al ver los ojitos suplicantes de su príncipe.

Lu: No, príncipe.- Dijo con voz suave.- no los pueden sacar de ahí.

El adolescente sólo asintió y regresó a la silla entre los ataúdes.

El resto del tiempo paso normal, hasta que llegó el momento de bajarlos.
Max al ver que bajaban las cajas dónde estaban sus abuelitos comenzó a llorar de forma desgarradora.

Max: No, mami, no.- decía con lágrimas saliendo de sus ojitos y mojando sus mejillas.- No quiero que se vayan.- Suplicaba.- No quiero que sean angelitos, quiero que se queden conmigo.

Ya todos los presentes lloraban al Ver y escuchar al adolescente.
Las amigas de Lucrecia no sabían que hacer, y Adam y sus amigos los cuales fueron invitados por Max, y aceptaron acompañar al chico que les había robado los corazones con un par de frases y acciones, estaban conmocionados por la triste escena.

Lu: No se puede príncipe, ellos ya son angelitos y deben bajar esas cajas para que puedan descansar.

Max al escuchar eso lloró aún más fuerte y fue a paso rápido a los ataúdes.
Adam rápidamente tomó a Max por la espalda, rodeando su cintura con su brazo izquierdo y con el derecho sus hombros.

Max: Sueltame, sueltame.- Decía llorando.- No quiero que se vayan.

Lucrecia llegó junto a ellos y en cuanto Max la vio se lanzó a sus brazos escondiendo su carita entre el hombro y cuello de la chica.
Los amigos de Adam le acercaron una silla, en la que se sentó con Max en su regazo.

Después de unos momentos cuando Max se calmó y sólo soltaba pequeño sollozos, Lucrecia asintió a los hombres que sostenían las cuerdas y estos comenzaron a bajar los ataúdes nuevamente.
Max al notar esto soltó un fuerte sollozo y volvió a esconder su rostro entre el cuello y hombro de su amiga, la cual aún sobaba su espalda.

Max: Ya los extraño.- Susurro en su cuello.

Lu: También yo.- Se limitó a decir.

               En la actualidad.

Una vez todos estaban en la sala en los sitios que les correspondía, la jueza comenzó a hablar.

Jueza: Muy bien, el día de hoy sólo presentaremos pruebas concretas de que la joven Lucrecia Ramos del Río, es  lo suficientemente capaz de hacerse cargo de si misma y de el joven Max Ricardo Montoya Flores.
Señorita Luisa, muestre sus resultados para el caso.

S.L: Claro, muchas gracias.- Se levanto pasando frente a todos con un portafolio y un apuntador láser.- Como ustedes ya sabrán soy la encargada de evaluar si la señorita Lucrecia Ramos es apta para cuidar de ella y el joven Max Montoya.

La señora Luisa mostró unas imágenes impresas en las que se mostraba unas copias del historial médico de ambos.

S.L: Como podrán observar, cada mes el joven Max visita el consultorio de su psicólogo.

La señora de servicio social continúa mostrando los avances que Max ha presentado a través de los años, entre ellos el testimonio de psicólogo de Max, el cual aseguró profesionalmente que Lucrecia es completamente capaz de cuidar de ambos, así como aseguró que ella es pieza clave para los avances de Max.

Una vez mostró el testimonio de maestros, compañeros de clase, amigos de Max y de Lucrecia y de compañeros y amigos cercanos de sus padres pudo demostrar qué es apta tanto para cuidar de ambos como para hacerse cargo de las empresas de su padre.

Jueza: Muy bien, con todo esto demostrado, el lunes tendremos la última reunión, donde se tomarán testimonios de todos los antes nombrados y se decidirá si pueden vivir por su cuenta o si serán llevados a una casa de acogida con padres sustitutos.

¿SOY UN NIÑO BUENO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora