Capítulo 19

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Narra Lucrecia.

Por fin iba de regreso a casa, estaba muy cansada y sólo quería llegar a dormir, pero sabía que el príncipe seguramente tendría otros planes.

Una vez estuve frente a la puerta de mi casa a punto de poner mis llaves en la cerradura, escuché unas tiernas risas dentro y otras voces también.
Una vez que entre fui directo a la sala donde se escuchaban las risas y las voces ahí pude observar a mi príncipe escondido bajo una sabana en el sillón, mientras los demás fingía no encontrarlo.

Adam: Max, ¿Dónde estás?, No te vemos.

Nuevamente las risas de mi príncipe se escuchaban bajo esa sabana.

Álvaro: Bueno, si Max no aparece tendremos que comer helado sólo nosotros tres.

En ese mismo instante Max se quitó la sabana de encima mientras reía y se emocionaba al recibir los abrazos de los tres chicos.

Marcos: Bueno, parece que los cuatro comeremos helado.

Lu: Cinco.- respondí para hacerme notar lo cual funcionó ya que Max, salto del sillón y corrió hacia mi.

Max: Lu, ya llegaste.- Dijo abrazandome.- Te extrañe mucho.- Dijo con un puchero en su boquita.

Lu: Y yo a ti cariño, pero a ver, dime... ¿Cómo te portaste?

Max: Muy bien.- Dijo emocionado.

Álvaro: Eso es cierto, se porto muy bien.

Marcos: Así fue y es muy bueno jugando a las escondidas.

Max: No podían encontrarme, Lu.

Lu: No me extraña, eres muy bueno jugando.

Sonreí al ver esa hermosa sonrisa en su rostro.

Marcos: Estábamos por ver que hacer de comer antes de el helado.

Max: Pero yo quiero helado ahora.- Dijo con un puchero y el seño fruncido.

Espero que esto no signifique berrinche.

Narrador.

Lucrecia le sonrió a Max para después tomar sus manos.

Lu: Cariño, sabes que ya es hora de comer, ven, vamos a la cocina a cocinar algo sencillo y luego comeremos helado.

La sonrisa de Lucrecia se desapareció al instante, pues Max jalo sus manos para soltarse.

Max: NO QUIERO.

Al instante Max tapo su boquita, y sus ojos se cristalizaron cuando noto lo que había hecho.
La primera lágrima salió cuando vio como su amiga suspiraba y lo miraba seria.

Max: P~perdón Lu.- Dijo con lagrimas ya mojando su mejillas.

Lu: Sabes que no debes hacer berrinches ni contestar así, Max.

Para este punto el adolescente ya lloraba.

Max: L~lo s~sien~to.

Los chicos presentes solo miraban la escena y juraban morirían de ternura.

Lu: Sabes lo que viene, ¿verdad?

Max automáticamente movió sus manitas para cubrir su parte trasera mientras hacía un puchero y negaba con la cabeza mientras aún caían lágrimas de sus ojitos.

Max: N~no Lu, no quiero tas tas, perdón.- Lloraba el chico, rompiendo los corazones de los chicos presentes.

Lu: Ven aquí cariño.- Dijo con voz tranquila y una pequeña sonrisa, mientras estiraba sus brazos y pedía tomar las manos de Max.

Max a paso lento se acercó a Lucrecia y acercó sus manitas para que ella las tomará.

Lu: No abran nalgadas, cariño, sé que no querías portarte mal.- Mencionó con voz tranquila.- Pero sabes que lo que hiciste no está bien y por eso ya sabes a dónde ir.

Max: Rincon.- Dijo con un puchero.

Lu: Así es, príncipe, ve hasta que yo te diga qué es suficiente.

Max asintió con su cabecita baja y camino arrastrando los pies hasta llegar a rincon en el que se sentó frente a la pared.

Lucrecia fue a la cocina seguida por Adam, Álvaro y Marcos, los cuales estaban conmovidos con la tierna escena que su compañero de escuela acababa de montar.

Adam: Oye... sé que tú eres quién sabe cuidarlo.- Dijo algo nervioso.- Pero, ¿No crees que fuiste algo dura con el?

Álvaro: Si, el muy tierno, no lo hizo con mala intención.

Marcos: Vamos, terminó llorando.

Lu: Antes también creía que los castigos no eran necesarios, pensaba que tal vez debería dejar pasar ciertas cosas, no quería lastimarlo después de todo lo que pasó, pero lejos de mejorar, Max parecía cada vez atraparse más en esto, y no sólo eso sino que se volvía berrinchudo, grosero, irrespetuoso y no le importaba nada más que conseguir lo que quería, entendí que el psicólogo tenía mucha razón, tenía que volver a criarlo, enseñarle lo que estaba bien y lo que no porque nuevamente es un niño.

Los tres adolescentes entendieron y le dieron la razón a Lucrecia, no debía ser fácil tener un pequeño tu cargo, y menos si no es como los demás.

¿SOY UN NIÑO BUENO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora