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SE HALLABAN EN EL EXTREMO DE UNA SALA MUY GRANDE, apenas iluminada

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SE HALLABAN EN EL EXTREMO DE UNA SALA MUY GRANDE, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando largas sombras negras sobre la extraña penumbra verdosa que reinaba en la estancia. 

Eider estaba preocupada, habían dejado a Ronald con el tonto profesor ya que, este último había hecho que grandes trozos de techo que se desplomaran contra el suelo, obstruyendo el paso para que avanzaran.

Con el corazón latiendo muy rápido, Harry escuchó aquel silencio de ultratumba. ¿Estaría el basilisco acechando en algún rincón oscuro, detrás de una columna? ¿Y dónde estarían sus amigos?

Sacaron sus varitas y avanzaron por entre las columnas decoradas con serpientes. Sus pasos resonaban en los muros sombríos. Iban con los ojos entornados, dispuestos a cerrarlos completamente al menor indicio de movimiento. Les parecía que las serpientes de piedra los vigilaban desde las cuencas vacías de sus ojos. Más de una vez, sus corazones le dieron un vuelco al creer que alguna se movía. 

—¡Ginny, Hydrus! —susurró Eider, corriendo hacia ellos e hincándose de rodillas—. ¡Que no estén muertos! —Dejó la varita a un lado, cogió a Ginny por los hombros y le dio la vuelta. Tenía la cara tan blanca y fría como el mármol, aunque los ojos estaban cerrados, así que no estaba petrificada. Pero entonces tenía que estar...— Ginny, por favor, despierta —susurró sin esperanza, agitándola. La cabeza de Ginny se movió, inanimada, de un lado a otro.

—No despertará —dijo una voz suave.

Harry, que estaba al lado de Eider se enderezó de un salto.

Un muchacho alto, de pelo negro, estaba apoyado contra la columna más cercana, mirándolos. Tenía los contornos borrosos.

Santo padre de las gallinas, Ah —pensó Eider, al verlo.

—Tom... ¿Tom Riddle?

Riddle asintió con la cabeza, sin apartar los ojos del rostro de Harry

—¿Qué quieres decir? ¿Por qué no despertarán? —dijo Harry desesperado—. ¿Ellos no están... no están...? 

—Todavía están vivos —contestó Riddle—, pero por muy poco tiempo. 

Eider lo miró detenidamente. Tom Riddle había estudiado en Hogwarts hacía cincuenta años, y sin embargo allí, bajo aquella luz rara, neblinosa y brillante, aparentaba tener dieciséis años, ni un día más.  

—¿Eres un fantasma? —preguntó Harry dubitativo.

—Soy un recuerdo —respondió Riddle tranquilamente— guardado en un diario durante cincuenta años. 

—Escucha —dijo Harry con impaciencia—. ¡Tenemos que huir! Si aparece el basilisco... 

Eider lo miró como si hubiera perdido los cables, con razón no fue seleccionado para Ravenclaw. ¿Acaso le estaba diciendo a su enemigo que huyera con él?

²EIDER Y LA CÁMARA SECRETA, golden trio era ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora