XVI

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YA HABÍA PASADO UNA SEMANA DESDE QUE HARRY, RON, EIDER E HYDRUS FUERON A LA CABAÑA DE HAGRID

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YA HABÍA PASADO UNA SEMANA DESDE QUE HARRY, RON, EIDER E HYDRUS FUERON A LA CABAÑA DE HAGRID. Ahora estábamos camino al bosque, donde nos encontraríamos con un amigo de Hagrid, de esta forma penetramos en el bosque, con Fang correteando a mi lado, olfateando las hojas y las raíces de los árboles. A la luz de la varita mágica de Harry, seguimos la hilera ininterrumpida de arañas que circulaban por el camino. Caminamos unos veinte minutos, sin hablar, con el oído atento a otros ruidos que no fueran los de ramas al romperse o el susurro de las hojas. Más adelante, cuando el bosque se volvió tan espeso que ya no se veían las estrellas del cielo y la única luz provenía de la varita de Harry, vimos que las arañas se salían del camino. 

Asco, eso era lo que sentía al mirar las feas arañas. Ron, que estaba a mi lado, se agarró como garrapata a mi brazo, temblando como un ciervo recién nacido. Harry se detuvo y miró hacia donde se dirigían las arañas, pero, fuera del pequeño círculo de luz de la varita, todo era oscuridad impenetrable. Nunca me había internado tanto en el bosque. Podía recordar vívidamente que Hagrid, una vez que había entrado conmigo, me advirtió que no se saliera del camino.

—¿Qué te parece? —nos preguntó Harry, de quien sólo se veía los ojos, que reflejaban la luz de la varita mágica. 

—Ya que hemos llegado hasta aquí... —dijo Ron.

Seguimos a las arañas que se internaban en la espesura. No podíamos avanzar muy rápido, porque había tocones y raíces de árboles en suruta, apenas visibles en la oscuridad. Hydrus, que estaba un poco más adelante que nosotros, nos miró de reojo y se detuvo para esperarnos. Tuvieron que detenerse más de una vez para que, en cuclillas, a la luz de la varita, Harry pudiera volver a encontrar el rastro de las arañas. 

Caminamos durante una media hora por lo menos. De repente, Fang dejó escapar un ladrido potente, dándonos unsusto tremendo.

—¿Qué pasa? —preguntó Ron en voz alta, poniéndose delante de mí.

—Algo se mueve por ahí —musitó Hydrus—. Escucha... Parece de grantamaño. 

a nuestra derecha, aquella cosa de gran tamaño se abría camino entre los árboles quebrando las ramas a su paso. 

Santo sea Salazar, lléveme con usted.

—¡Ah no! —exclamó Ron—, ¡ah no, no, no...! 

—Calla —dijo Hydrus, desesperado—. Te oirá.

—¿Oírme? —dijo Ron en un tono elevado y poco natural—. Yo sí lo heoído. ¡Fang! 

Harry ni siquiera tuvo tiempo de volverse hacia nosotros. Se oyó un fuerte chasquido, y derepente sentí que algo largo y peludo me agarraba por la cintura y me levantaba en el aire, de cara al suelo. Mientras forcejeaba, aterrorizada, oi más chasquidos, y vio que las piernas de Ron se despegaban del suelo.

—¡AYUDA, AYUDA!

levante la cabeza como pude, vi que la bestia que me sujetaba caminaba sobre seis patas inmensamente largas y peludas, y que encima delas dos delanteras que lo aferraban, tenía unas pinzas también negras. 

Nunca supe cuánto tiempo pasamos en las garras de aquellos animales, sólo que derepente hubo la suficiente claridad para ver que el suelo, antes cubierto de hojas, estaba infestado de arañas. Estaban en el borde de una vasta hondonada en la que los árboles habían sido talados y las estrellas brillaban iluminando el paisaje más terrorífico que se pueda imaginar.

Arañas. No arañas diminutas como aquellas a las que habíamos seguido porel camino de hojarasca, sino arañas del tamaño de caballos, con ocho ojos y ocho patas negras, peludas y gigantescas. El ejemplar que transportaba a Harry se abría camino, bajando por la brusca pendiente, hacia una telaraña nebulosa en forma de cúpula que había en el centro de la hondonada, mientras sus compañeras se acercaban por todas partes chasqueando sus pinzas,emocionadas a la vista de su presa.

—¡Aragog! —llamaba Harry—, ¡Aragog!

Y del medio de la gran tela de araña salió, muy despacio, una araña del tamaño de un elefante pequeño. El negro de su cuerpo y sus piernas estabamanchado de gris, y los ocho ojos que tenía en su cabeza horrenda y llena depinzas eran de un blanco lechoso.

Casi me desmayo al ver esa monstruosidad. 

—¿Qué hay? —dijo, chascando muy deprisa sus pinzas. 

—Niños —dijo la araña que había llevado a Hydrus. 

—¿qué? —Aragog se acercó, moviendo vagamente sus múltiplesojos lechosos. 

—Desconocidos —respondió la araña que había llevado a Ron.

—Matenlos —ordenó Aragog con fastidio—. Estaba durmiendo...

—Uy, pero qué gentil —Hable intentando ganar tiempo, gandome su atención—. Somos amigos de Hagrid —grite. Sentí como si mi corazón se hubiera escapado del pecho y estuviera retumbando en mi garganta.

—Clic, clic, clic —hicieron las pinzas de todas las arañas en la hondonada.

Aragog se detuvo.

—Hagrid nunca ha enviado hombres a nuestra hondonada —dijo despacio.

—Hagrid está metido en un grave problema —dijo Harry, respirando muydeprisa—. Por eso hemos venido nosotros.  

—En el colegio piensan que Hagrid se ha metido en... en... algo con losestudiantes. Se lo han llevado a Azkaban.

Aragog chascó sus pinzas enojado, y el resto de las arañas de lahondonada hizo lo mismo.

—Pero aquello fue hace años —dijo Aragog con fastidio—. Hace un montón de años. Lo recuerdo bien. Por eso lo echaron del colegio. Creyeron que yo era el monstruo que vivía en lo que ellos llaman la Cámara de los secretos. Creyeron que Hagrid había abierto la cámara y me había liberado. 

—Y tú... ¿Tú no saliste de la Cámara de los Secretos? —pregunté, notando un sudor frío en mi frente. 

—¡Yo! —dijo Aragog, chascando de enfado—. Yo no nací en el castillo.Vine de una tierra lejana. Un viajero me regaló a Hagrid cuando yo estaba en el huevo. Hagrid sólo era un niño, pero me cuidó, me escondió en un armario del castillo, me alimentó con sobras de la mesa. Hagrid es un gran amigo mío, y un gran hombre. Cuando me descubrieron y me culparon de la muerte de una muchacha, él me protegió. Desde entonces, he vivido siempre en el bosque, donde Hagrid aún viene a verme. Hasta me encontró una esposa, Mosag, y ya ven cómo ha crecido mi familia, gracias a la bondad de Hagrid... 

—¿Así que tú nunca... Nunca atacaste a nadie?

—Nunca —dijo la vieja araña con voz ronca—. Mi instinto me habría empujado a ello, pero, por consideración a Hagrid, nunca hice daño a un ser humano. El cuerpo de la muchacha asesinada fue descubierto en los aseos. Yo nunca vi nada del castillo salvo el armario en que crecí. A nuestra especie legusta la oscuridad y el silencio. 

—Pero entonces... ¿Sabes qué es lo que mató a la chica? —preguntó Harry —. Porque, sea lo que sea, ha vuelto a atacar a la gente... 

—Lo que habita en el castillo —dijo Aragog— es una antigua criatura a laque las arañas tememos más que a ninguna otra cosa. Recuerdo bien que lerogué a Hagrid que me dejara marchar cuando me di cuenta de que la bestiarondaba por el castillo.

—¿Qué es? —dijo Harry enseguida.

—¡No hablamos de eso! —dijo con furia Aragog—. ¡No lo nombramos! Ni siquiera a Hagrid le dije nunca el nombre de esa horrible criatura, aunque mepreguntó varias veces.

—En ese caso, ya nos vamos —dijo Harry.

—¿Irse? —dijo Aragog despacio—. Creo que no...

Mierda.

²EIDER Y LA CÁMARA SECRETA, golden trio era ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora