Sótano

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Al salir del baño, vi que Меч estaba sentado en el sillón acariciando a su perro

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Al salir del baño, vi que Меч estaba sentado en el sillón acariciando a su perro.

—¿Qué? ¿Ya le reclamaste a tu papá? —inquirió él.

—Sí.

—¿Y qué? ¿Cómo te fue?

Solo me quedé en silencio, sin comentar nada sobre el asunto.

—Tú tranquilo, seguro tuvo un buen motivo para no decirte la verdad. Siempre hay algún motivo.

Entonces Ben, el perro de Меч, se percató de mi presencia y empezó a correr hacia mí, cuando ya estaba en frente mío, comenzó a olfatearme por todos lados, tan solo me le quedé viendo.

Cuando terminó de olerme, Ben empezó a correr alrededor de mí, dándome a entender que quería jugar conmigo.

—Creo que le agradas —admitió Меч.

—Sí, eso parece —me agaché para estar más cerca del canino—. Oye amigo, me encantaría jugar contigo, pero estoy muy lastimado y me encantaría descansar —le dije al perro.

—Pts. Ben, ¿no quieres que juguemos nosotros? —le planteó Меч a su perro.

Ben observó fijamente a Меч, pero enseguida volteó la mirada y solo lo ignoró.

—Eso significa que no —dijo Меч riendo.

En eso, Меч se acercó a mí, tomó de regreso su celular, y comentó:

—Supongo que puedes quedarte a pasar la noche aquí, solo tengo una cama, así que tendrás que dormir en el sillón —dijo, para después ir a su habitación y traerme unas almohadas y una sábana—. Ten. Y si tienes hambre, hay comida suficiente en la cocina, toma lo que necesites.

—Está bien, te lo agradezco.

—Te dejo dormir aquí no porque me agrades, lo hago porque no soy mala persona; pero eres un egocéntrico. Si no estuvieras lastimado te dejaría a tu suerte.

—No es la primera vez que me dicen algo así, creo que debería empezar a cambiar un poco.

—¡¿Crees?! —preguntó sarcásticamente Меч.

Ignoré su comentario y me acerqué al sofá.

—Mañana nada más despierte, me voy. La zorra: White Shadow, aún me las debe —dije.

—Bien, que descanses.

—Igual.

Luego de decir acomodé las almohadas y la sabana en el sillón, e intenté dormir.

Estuve un buen rato con los ojos cerrados tratando de descansar, pero no dejaba de pensar en Estuart, ¿Y si le hacía daño a alguien que me importa? ¿A mi papá? ¿A mi mamá? ¿A Jeremy? Recordé que Estuart también estaba enojado con Jeremy, así que supuse que a él también intentaría matarlo.

Entonces recordé aquella compuerta que había visto antes de entrar al baño, ¿Qué podría haber allí? ¿Un sótano?

Con tal de matar mi curiosidad y distraerme, decidí levantarme e ir hacia ese cuarto.

Me acerqué a la habitación con la compuerta: estaba cerrada. Entonces la abrí y me quedé viendo hacia dentro por unos segundos.

Entré al cuarto, y me puse enfrente de la compuerta, me agaché y lentamente la abrí.

Había unas escaleras, las cuales bajé con cuidado, ya que estaba bastante oscuro, éstas me llevaron a un cuarto, en el cual no se veía absolutamente nada; así que busqué algún tipo de interruptor en la pared, tras buscarlo por unos dos minutos, lo hallé, lo presioné y se encendió un gran foco en el techo. La habitación era enorme, de unos diez metros de largo, y de seis de ancho.

La pared de la derecha, una de las más largas, estaba llena de espadas, de todos los tamaños y colores posibles, pero la que más resaltaba era la que justo estaba en el centro de todas; era una espada con la empuñadura de color negro, uno de los extremos del mismo mango era color rojo; una mitad de la hoja era color negro, y la otra mitad era un color rojo carmesí. La mitad de la pared del fondo estaba repleta de lentes de sol, una fila entera, en la otra mitad de la pared había un maniquí, el cual llevaba un tipo de pañuelo en la boca, botas, una funda de espada en la espalda, y puesto traía algo parecido a un abrigo, toda la ropa era de color azul, con bordes dorados. La pared de la izquierda, tenía un mapa bastante grande pegado de Ciudad Heelterm, y había un gran mural lleno de fotos de varias personas, la mayoría de fotografías tienen una gran equis dibujada con marcador, pero algunas pocas no, arriba del mural decía: El clan del tiburón.

Me acerqué para poder observar mejor todo, pero entonces se escuchó a alguien bajar por las mismas escaleras por las que bajé yo.

—Pensé que estabas muy cansado, Omega —dijo Меч.

—Lo siento, vi la escotilla antes de entrar al baño y me llamó la atención.

—Vamos, no tendrías por qué estar aquí.

—¿No me dirás porque tienes como 30 espadas, un traje ninja, y un mural con tantas fotos tachadas?

—No.

—Venga Mech, yo ya te conté mi historia de origen, ahora te toca a ti.

—No.

—Mech...

Éste se quedó en silencio, aun negándose a hablar.

—Meeeeeeeech... —le supliqué.

—Está bien, si tantas ganas tienes, te contaré.

𝗢𝗺𝗲𝗴𝗮 𝟮: 𝘚𝘩𝘢𝘥𝘰𝘸𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora