IX

31 7 0
                                    

Estaba de vuelta en casa muy temprano ya que nos sacaron de la fábrica textil en la que estábamos trabajando, dicen que es por la guerra que ha estado ocurriendo últimamente. Mis padres cada día prenden los voco transmisores para escuchar como avanza la guerra, dicen que es sangrienta y larga pero que las fuerzas planetarias junto con los "Gigantes Guerreros" se harán cargo en poco tiempo de los invasores, que solo tenemos que esperar un poco más y volveremos a nuestros trabajos como si nada hubiera pasado.

Los estruendos y gritos se escuchan cada vez más cerca y empiezan a ser más seguidos por lo que mi oído puede captar. A pesar de lo que predican los anunciadores el avance sigue con ya algunos pueblos y ciudades principales ya perdidas para nosotros, o evacuadas como nos dicen una y otra vez.

He salido a colgar la ropa cuando oí a un soldado planetario pidiendo que evacuaramos inmediatamente la zona, rápidamente cundió el pánico entre los vecinos que corrían a sus casas a buscar sus pertenencias o lo que quisieran tener antes que todo fuera reducido a polvo. Les avisé a mis padres que teníamos que irnos, pero mi papá se negó, "¡Moriré en esta casa aunque sea lleno de balas pero en mi casa! ¡Tardé años en construirla y tener mi familia aquí para que una guerra me la quite!" Decía mientras movía sus puños al aire. Al menos lo convencí para que fuéramos al subterráneo de la casa para estar más seguros, mi madre fue la primera en correr al sótano, tenía una cara de espanto terrible.

Por unos minutos no hubo más que silencio, se me vino a la mente la calma antes de las tormentas psíquicas que solemos tener en los pueblos al menos tres veces al año y afinando bien el oído después de 15 minutos o menos escuchamos el primer estruendo en la lejanía; venía de el norte acompañado de más estruendos y voces que no entendía el idioma, pero que sus voces se podían escuchar un poco desde nuestro sótano. Se fueron acercando al pasar los segundos, minutos, horas mientras mi mamá temblaba y dejaba escapar pequeños gritos cada vez que sentía que uno había pasado muy cerca. Mi papá trataba de mantener la compostura firme y decidida pero al tomarle la mano sentía como los pelos se le paraban con mi madre.
Estaba tan aterrada que solo podía mirar de la puerta del sótano a mis padres y a mi cuerpo. Me movía como una verdadera poseída al estar nerviosa, cantaba sola, hablaba sola o tratando de calmarlos hablando con mi madre. Todo era inútil, sabía que estarían en el pueblo dentro de unos segundos; y no podíamos hacer nada para evitarlo.

Ya estaban encima de nuestra casa, oí como los muebles se caían y voces hablaban en tonos que no creía que un ser humano podría llegar, sonaban robóticos y sin alma, no transmitían ni una pizca de humanidad. El sonido se volvió ensordecedor cuando máquinas gigantescas pisaban la tierra encima de nosotros y la hacían temblar ante su poder. Las armas que disparaban eran tan ruidosas y posiblemente poderosas que aunque no estuviéramos directamente al lado de ellas las escuchábamos perfectamente.

Los tablones de la puerta sonaron cuando escuchamos a dos de los "gigantes guerreros" peleando entre sí, al parecer uno se había quedado sin munición y ahora estaban peleando a puño limpio. Mis padres y yo dimos cuatro pasos hacia atrás y nos apoyabamos en las paredes mientras rezabamos al Dios Emperador que nos protegiera y no nos encontrasen. Para nuestra mala suerte escuchamos como la madera de la puerta se partía y los dos gigantes rodaban escaleras abajo.
Uno llevaba una armadura más distinguible con lo que aparecía ser un tono rojo claro en sus hombros y piernas, sus ojos verdes antinaturales estaban totalmente encima de su enemigo, al que no alcanzamos a ver mucho por la oscuridad en la que estábamos. Parecía que a ellos no le importaba la oscuridad ya que sabían exactamente donde estaba el otro, golpes se oyeron y maldiciones por lo bajo también; vi en el suelo a el de la armadura roja varias veces mientras se quedaba sin fuerzas. Una sombra se posó encima de él mientras lo golpeaba sin piedad, su cara comenzó a romperse hasta que cedió...al parecer no era su cabeza sino un casco, no tenía ni idea que tales cascos pudieran existir o quien los podría haber utilizado. En un momento dado dejó de moverse, estaba tendido en el suelo con la cabeza mirando hacia el techo.
Jadeando el vencedor se puso de pie, recogió algo que estaba en las escaleras y disparó tres veces a la cara de el muerto, con cada fogonazo dejándome ver como era. Su armadura era una combinación entre los colores amarillo apagado y verde pero su cara fue lo que más me sorprendió y aterrorizó por partes iguales. Mi mamá no se pudo contener y lanzó un grito de horror tan fuerte que el guerrero se volvió por instinto a nuestra dirección y subió el arma; fue de espaldas a las escaleras y encendió la luz que casi me deja ciega de lo fuerte que era y de el tiempo que no había recibido ni un rayo de luz.
Mi madre seguía aterrada y apuntando con un dedo muy pálido al rostro de el gigante: su parte derecha daba asco y miedo al unísono aún cuando no sabíamos porque nos daba esa sensación.
Mi padre cometió el error de agarrar el cuchillo que había en el suelo junto al muerto y sostenerlo apuntando a el guerrero

"¡No...te...acerques! ¡Si lo haces tendré que defender a mi familia!" Su mano tembló por un momento
"..." no respondió, pero clavó su mirada en el cuchillo
"¿Quien eres? ¿Que nos va a hacer? Por favor ¡Déjenos ir!" Mi madre lloraba
"Estarían muertos en menos de un minuto ahí afuera solos. ¿Por qué no obedecieron a los soldados y se marcharon de aquí?" Su voz era calmada y fría...me atraía por alguna razón
"Vete entonces...déjanos aquí hasta que pase todo" papá marcaba cada palabra mientras aún sostenía el cuchillo

De la nada otro hombre de la misma contextura de el guerrero se asomó por la puerta, pegó un grito y gran parte de él techo cayó sobre todos nosotros. El gigante solo se tapó la cara con sus manos y no tuvo tantos daños. Mis padres no llevaron la misma suerte, un bloque muy grande de piedra estaba encima de las piernas de mi papá, impidiendole moverse. Mi mamá gritaba y cuando fue a socorrerlo por poco muere aplastada de otro trozo de techo que cayó. El hombre que había gritado estaba a media carrera de matar al guerrero, no lo vi ni moverse, un parpadeo y ya estaba encima de él gigante.
Disparó a quemarropa y el estómago de el hombre se inundó de sangre, respondió también con su arma el enemigo pero un golpe en la muñeca le hizo fallar y disparar a la nada muy cerca de mí.

Oí un quejido y ahí estaba mi mamá, envuelta en sangre y orificios por donde salía la sangre en todo su cuerpo. Me tomó de la mano y con voz temblorosa me dijo
"S...sa..l...de...a.q...aqui" su respiración se volvió más pesada y pausada, no me habló más
"¿¡¿¡Mamá?!?!?! ¿¡¿¡MAMÁ LEVÁNTATE!?!?! ¡Mamá vamos, tienes que venir conmigo!" La agite varias veces, le puse mis manos en sus mejillas y las sentí frías. Su mirada estaba perdida en el horizonte
"Hija...¡Hija! ¡La puerta! Sal ahora" Mi padre aún hablaba entre quejidos de dolor
"No te puedo dejar aquí....¡ni a mamá!"
"Tu madre no va a poder acompañarte" su voz se quebró "¡Vete!"

No le di importancia a los dos guerreros que aún seguían peleando, solo subí las escaleras rápidamente mientras corría en cualquier dirección. Solo quería salir de ahí, de ese infierno.

Vi máquinas gigantescas con cabezas más pequeñas mover sus brazos mientras cientos de balas salían de donde se suponía que estaban sus manos, de repente sentí un gigante caer sobre mí, levantó una espada mientras gritaba en otro idioma, cerré los ojos pensando que iría a morir ahí cuando el guerrero de el sótano le tomó de el hombro, lo giró y le dio un disparo en toda la cabeza haciendo saltar sangre por toda mi cara.
Me miró con rabia y me agarró de la mano mientras gritaba "¡CORRE!"

No sé cuánto recorrí ese dia con ese gigante guerrero. Perdí la noción de el tiempo y el espacio, no sé a cuantos otros guerreros mató en el camino ni cuantos obstáculos atravesó agarrándome firmemente de la mano.

Cuando finalmente volví de el estado de shock en el que me encontraba me hallaba en una especie de campamento, el guerrero aún me tenía agarrada del brazo, que parecía minúsculo comparado con el suyo y mi cuerpo se veía como el de una niña comparado al de él.

"¿Quien es? ¿Cómo te la...?" Un hombre rubio y bastante esbelto le habló a quien me protegió
"Al parecer no huyó con el resto de los habitantes de ese pueblo...tuve que rescatarla de su sótano"
"¿Y sus padres? ¿Alguien con quien la podamos dejar?"
"Me haré cargo de ella por ahora, mandarla al espacio sería un suicidio considerando que le podrían disparar a su nave de transporte"
"Talrifel el protector de civiles. ¿Te queda mejor que "Roca Pensante" o no?" El rubio sonrió
"Cállate Ludo...sólo haz tu trabajo, ya te toca. ¡Y ten cuidado con los dreadnoughts enemigos! Vi bastantes mientras me devolvía" Mi salvador de nombre Talrifel le apuntó con el dedo al rubio, que se subió a una moto y se puso un casco
"¿Que...está...pasando? ¿Y mis padres?" Le sacudi la enorme mano
"Muertos niña" me respondió fríamente mientras me soltaba la mano
"Pero ¿y que va a pasar conmigo? ¿Y con el pueblo?" Traté de seguirle el paso
"No van a existir más, en cuanto a tí....te separas por un momento de mi lado cuando no esté combatiendo y te mueres ¿entendido?" Sus ojos se clavaron en los míos, me encogí al tan solo verlo
"Entendido"
"Bien. ¡Abinahab! ¡Aquí hay un civil que necesita de asistencia médica" - se fue a conversar con otro hombre un poco más grande que él y más peludo, con sus cabellos en trenza "Aún no hemos terminado de ponerme al día creo ¿No? ¡Nunca terminaste el relato de Kaiherm, Mjod!"

Me sentí sola, completamente sola y asustada. Después de que me reviso el médico que había mandado a llamar Talrifel corrí a la tienda en donde se fue a conversar pero no le dejaron entrar. Me senté en una esquina y me agarré las piernas.
Lloré por todo lo que me había pasado ese día hasta que me dormí llorando.

Acepta tu historia (RLFV Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora